diecisiete

431 50 21
                                    

Acaricio la piel de su espalda suavemente con mi pulgar, por debajo de su camiseta. Tengo su respiración chocando en mi cuello, sus piernas entrelazadas con las mías y su pecho recostado sobre el mío. Pasamos del piso al sillón entre besos y ahora estamos recostados en silencio

Hasta que Alaska ríe

-¿Qué pasa?- pregunté sonriente

-Cuando sea famoso voy a poder decir que me anduve dando besos con usted en un sillón- responde y carcajeo- Voy a ser la envidia del momento

-No necesita mis besos para que le tengan envidia, Alaska- aseguro- Y si llego a ser famoso...

-Lo va a ser- me interrumpe

-Veremos eso luego- digo- Si llego a serlo no significa que me tenga que quedar sin besarla ¿Verdad?

-¿Me quiere seguir besando?- cuestiona

-Definitivamente si- respondo y ríe, para luego subir su rostro y darme un beso lento

-Pero si llega a serlo y ya no nos vemos más, ¿Va a recordar estos?- pregunta dejando besos en mi mandíbula 

-Definitivamente si- repito

Se separa de mi rostro y dejo un beso en su cuello cuando se estira por encima de mí, para prender la lámpara

Y ahora me doy cuenta que nunca había tenido sus ojos, a la luz, tan cerca como ahora

Compruebo de que no había visto una mujer tan bella en mi vida

Luego de tanto tiempo, me siento, por fin, afortunado de algo

-¿Lo promete?- pregunta y asiento

-Lo prometo- digo y sonríe

Vuelve a apoyar su cara en mi pecho y acaricio su cabello largo lentamente, haciendola suspirar. Pero agarra mi otra mano y la dirige hacia dónde se encontraba antes, a la piel de su cadera, más precisamente. Sube su camiseta lo suficiente con mis propios dedos y eso me hace sonreír

-Siga- ordena, y no pienso discutirle, así que continúo con las caricias

Observo una mancha de color violeta en su piel por debajo de mis dedos. Noto que es un moretón

Y después recuerdo la primera vez que nos conocimos, cómo nos conocimos, en realidad

-Blas- explica sin más y la miro a los ojos

Los tiene brillantes, y ruego porque ni una sola lágrima caiga de allí

-¿Cuántas veces fueron?- me atrevo a preguntar

-Cuatro- contesta- La primera, una bofetada cuando terminé con él. La segunda, me fue a buscar a mi trabajo y me agarró tan fuerte de los brazos y las manos, que me dejó moretones por todos lados. La tercera me empujó contra un poste de luz, me hizo un tajo en la cabeza y ese moretón de la cadera. La cuarta llegó usted

Acaricio su herida y sonríe levemente. No dice nada más, y yo tampoco lo hago, porque no hablar de las cosas malas que nos habían sucedido era parte del pacto

Y aunque tuviera tantas preguntas en mente, ya era suficiente

-Gracias, principito- dice, apoyando su mentón en mi pecho para verme- Por llegar

Le sonrío y beso su mejilla, deteniendome allí por unos segundos

-¿Sabe qué?- alzo las cejas expectante- Me molesta que sus ojos sean tan verdes, pero de lejos no se noten así

Agarro su cadera con ambas manos y atraigo su cuerpo un poco más arriba, para dejar su rostro a la misma altura que el mío

-Es para que se acerque, así sólo usted puede verlos verdes- niega sonriente y luego me besa

Siento una especie de cortocircuito cuando su lengua entra en contacto con la mía, e inconcientemente, subo mis manos a su espalda, acariciandola delicadamente

De un momento a otro sus dientes muerden el lóbulo de mi oreja y suspiro fuerte, haciéndome estremecer cuando escucho su risa en mi oído

-Juan

-¿Mmh?

-¿Quiere seguir besándome?

-Definitivamente si

Alaska - Juan Pablo VillamilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora