Capítulo VIII

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Me desperté a las 5:30 am., media hora antes de lo habitual para prepararme para la escuela, extrañamente estaba de un humor mucho mejor que el de apenas siete horas antes. Aún tenía los ojos soñolientos, pero era capaz de ver por mi sola como para quedarme mirando por mas de tres minutos el closet mientras decidía que ponerme, el cuarto sin luz y la madrugada oscura no ayudaban a mi vista, hasta que di con una camiseta negra larga y unos jeans de mezclilla del mismo tono, además de que encima me pondría alguna sudadera. Rebusqué entre los cajones con dificultad, cuando de repente, me encontré con una prenda suave y gruesa que no recordaba tener. La saqué con cuidado y me acerqué a mi mesita de noche para prender la lampara y poder inspeccionarla mejor y cuando lo hice mi primera reacción fue asombrarme, sin embargo luego pude recordar como fue que aquél suéter azul perteneciente a Boria había llegado ahí.

Estábamos en mi casa, y por accidente le cayó cerveza encima, como había sido por mi culpa me ofrecí a lavárselo, pero había olvidado devolvérselo y al parecer el también había olvidado que yo lo tenía. Lo miré por unos segundos y sin pensarlo me lo puse, aunque estaba recién lavado, aun podía sentir el aroma a cigarrillos y a Boris, aquél aroma que me gustaba tanto respirar, aunque a los pocos segundos al no sentir su presencia como solía pasar reaccioné y me puse mis botas militares negras que me llegaban hasta las pantorrillas. Me miré al espejo una última vez y realmente me gustó como me veía, el suéter de Boris me quedaba grande, pero se veía muy bien con los jeans y botas negras así que no pude evitar que se me escapase una sonrisa, tristemente esta se borró al recordar que ayer no había visto a Boris en todo el día, y que él había estado con Kaylie haciendo dios-sabe-que.

Bajé las escaleras en silencio y con mucho cuidado para evitar que los escalones rechinaran al quitar mi peso de estos. Todo estaba oscuro y en silencio, por lo que supuse que mi tío estaría dormido aún, y no era para menos, el sol aún no había salido y todo afuera era oscuridad total. Abrí la nevera en busca de algo para desayunar dándome como resultado un jugo de naranja industrializado que estaba segura estaba lleno de químicos, aunque en la etiqueta dijera que era "natural"

"Si, como no"

Pensé antes de abrirlo y darle un trago que m hizo despertar por completo por lo dulce que estaba. Me dirigí a la sala para ver la hora y al estar segura de que era muy temprano aún, me senté en e sofá y comencé a ver mi celular, entré a las redes sociales de Boris para ver si había algo de que hablar, pero al casi nunca publicar nada no me sorprendió que no hubiese material nuevo, pero algo ene especial llamó mi atención, entre sus amigos estaba Kaylie con una foto de perfil algo reveladora, en esta se encontraba ella con una falda extremadamente corta y con un top que en vez parecía un sostén, estaba rodeada de varias personas en lo parecía ser una fiesta, en una esquina de aquella borrosa foto, pude visualizar a alguien con el cabello rizado y la piel pálida, estaba segura de que le conocía.

Supongo que es obvio para ustedes ahora, pero yo en ese momento no podía reconocer a aquél chico. Acerqué la foto para ver si la calidad mejoraba y antes de que pudiese decir o pensar en alguna posibilidad que no fuera él quien estaba con ella ya era cierto.

Era Boris.

Me quedé un tanto confundida ante esto, ya que Boris no salía de fiesta y mucho menos le gustaban las fotos y mientras miraba a todas aquellas personas desconocidas que aparecían en la fotografía mi curiosidad iba creciendo y se convertía en un monstruo que aterrorizaba a niños pequeños por la noche y tomaba sus juguetes y los cambiaba de lugar. Entré a su perfil y comencé a bajar, mirando cada foto indecente que había publicado, yo jamás habría pensado que alguien como Kaylie pudiese compartir contenido de este tipo, ya que en 8 de cada 10 fotos estaba ella en ropa interior o con alguno que otro chico haciendo referencias sexuales, eso me asustó un poco, pero al mismo tiempo me dio a entender lo que habían dicho de ella las chicas con las que había hablado ayer, especialmente Lily. Realmente parecía ser una jodida zorra, pero yo nunca me dejaba caer en los prejuicios, ni siquiera aunque tuviera pruebas delante de mis ojos, me gustaba creer que las demás personas exageraban en cuanto a lo que decían.

MI ÚNICA ADICCIÓN | Boris PavlikovskyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora