Capítulo XI

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Me parecía aterradora la carretera junto al desierto el la oscuridad con tan solo dos lámparas que alumbraban la calle y sentía como si en cualquier momento algún auto desconocido se fuera a detener frente a mi creyendo que era una prostituta o algo así, ya que la ropa que llevaba no era la de siempre, había decidido dejarme el cabello suelto y maquillarme muy poco, pero aún así, incluso yo podría decir que me veía bastante bien, y hasta eso me daba miedo...

Crucé mes brazos mientras miraba a ambos lados de la carretera para comprobar que el convertible rojo del padre de Kate que les había prestado se aproximaba a media velocidad.

Hellen-!Te ves preciosa¡ -Me alagó cuando el auto estuvo a un metro de mi. -Vamos, se hace tarde¡ -Me dijo invitándome a entrar en el auto con las demás chicas y el novio de Hellen, quien iba conduciendo. Si bien sabía que Andrew era caballeroso, también sabía que de verdad le gustaba divertirse.

El auto comenzó a avanzar mientras las chicas cantaban a todo volumen las canciones que sonaban en la radio del auto. Todas estaban deslumbrantes, Hellen llevaba un vestido dorado entallado que iba perfecto con su cabello alborotado y su piel morena; ambas gemelas pelirrojas vestidos de tirantes iguales, a excepción de que uno era azul cielo y el otro rosa pastel; Lily unos jeans negros con una blusa de encaje del mismo color y una chaqueta de piel; y por último, Kate llevaba unos mom jeans de mezclilla y un crop top blanco. La oscuridad del desierto comenzó a desvanecerse cunado las coloridas luces de las vegas comenzaron a hacerse presentes, jamás había ido a esa parte de la cuidad, y me miraba maravillada ante tal preciosidad de cada bar, cada casino y cada edificio de Dios-sabe-que, pero que por una extraña razón, también tenía luces neón adornándolo.

Minutos después llegamos al una zona de casas no muy habitadas, en unas de ellas se observaban personas en el patio, y en otras estaban completamente solitario, pero me llamó la atención una en especial: La casa de Arthur; era color perla y con tejas marrones, era mas grande que las que le rodeaban, la música se escuchaba a todo volumen y decenas de personas bailaban en el patio mientras cantaban. Todos bajamos del auto y nos dirigimos a la entrada, donde nos recibió Arthur, quien se mostraba realmente contento.

Arthur- t/n, que bueno que pudiste venir. -Dijo después de saludar a mis acompañantes.- John dijo que estarías ocupada...

t/n-¿J-John está aquí?... -Pregunté con una sonrisa un tanto nerviosa bastante obvia, por lo que me gané un codazo de parte de Kate, quien me había comentado en el camino que haríamos bonita pareja, eso no era bueno..

Arthur-Claro¡ Todos están aquí, hasta los mas malandros vinieron... -Dijo entre broma, sin embargo a mi no me causó gracia, pues bien sabía a quienes se refería...

t/n-Oh, me... ¿alegro? -Dije con una sonrisa, intentando ignorar su comentario anterior.

Arthur-Oh, no, no, no, disculpa, no hablaba de... ya sabes... -Dijo ladeando un poco la cabeza y mordiéndose levemente el labio.

t/n-Oh, no, no hay problema, sabía que vendría con... -Fui incapaz de terminar mi frase, sin embargo el fue comprensivo y asintió con una leve carcajada.

Arthur-Se ve que no te agrada...

t/n-Pues... no del todo. -Hice una mueca traviesa y sonreí. Ambos terminamos de entrar a la enorme viviendo y me quedé impresionada al ver a tantas personas, pero mas fue mi impresión al ver la cantidad de alcohol que se encontraba en una hielera y ver algunos jóvenes fumando no-se-que-cosa, pero olía a lo mismo que Boris y Theo fumaban los miércoles..

Terminamos de pasar a la lujosa casa, donde estaban en el patio todos bailando y riendo, todas las chicas con vestidos hermosos y una que otra con pantalón, chicos con camisas desabrochadas y algunos con sudaderas o playeras normales. Caminamos entre la gente hasta que llegamos a una mesa llena de bebidas, las chicas se quitaron los abrigos que cubrían sus preciosos cuerpos y fueron el centro de la pista de baile, Kate me hizo una señal para que las siguiera, pero me negué, pues no quería causar algún rumor mas allá de que me había presentado en la fiesta a la que nadie esperaba que fuera, aunque en realidad no era eso lo que me impedía ir a bailar, sino mi necesidad de tener a Boris a mi lado, y si me distraía podía no verlo en toda la noche.

MI ÚNICA ADICCIÓN | Boris PavlikovskyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora