Capítulo XVIII

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Era algo confuso.

Él parecía ser la misma persona de días antes de que Theo hubiese escapado, o al menos así lucía ante los ojos de los demás, pero parecía más distraído, más desinteresado, y aunque hubiésemos compartido todos esos sentimientos dos noches antes en mi cuarto, parecía como si él se hubiese olvidado de todo lo que le confesé, que él me gustaba, que lo había besado cuando él estaba drogado o ebrio... Aún así estábamos en contacto. Yo trataba de apoyarlo, y él trataba de comprenderme.

No obstante, no dejaba de ser algo de lo que no podía no avergonzarme, pero al final de todo decidí que se quedara como si fuese algo que no hubiese pasado.

Él había faltado a clases los primeros días de la semana, y fue mi sorpresa cuando lo vi mi último viernes a las 6:50 de la mañana exactamente, sentado en su butaca como de costumbre, esperando a que la clase comenzara, tal vez a que Theo entrara por aquella puerta, algo que era seguro jampas volvería a pasar; e incluso esperando a tener otra pelea con su antes novia. Si, "antes", lo sabía porque había escuchado cómo Kotku hablaba con otras tres chicas sobre lo imbécil que Boris era, lo mucho que detestaba que se la pasara pensando en Decker, y lo mucho que deseaba que se pudriera en el infierno. Sin duda, era una de las relaciones mas tóxicas que alguien pudiese presenciar.

Esa misma mañana, especialmente sentía cómo los latidos de mi corazón eran cada vez más lentos; le eché una pequeña mirada a Boris, el cual recibió con cierto encanto, y me dedicó una sonrisa. Realmente me sorprendía la manera en que se había tomado el asunto, aunque una parte de mi decía que él ya lo sabía, la otra pensaba que ni siquiera estaba en cuenta. Sentía mi cabeza a nada de explotar, la primera clase siempre había sido la más pesada a mi parecer, y cuando el timbre sonó indicando que se había terminado suspiré, pero mi alivio no duró mucho tiempo, debido a que una voz chillona y familiar interrumpió mis pensamientos.

Kotku- ¿Escucharon lo que pasó el sábado? -Parloteó entre sus pocos amigos, quienes la miraban con poca gracia.- Nuestro amiguito Theo decidió huir de esta jodida escuela. -Proclamó burlesca, y observé cómo Boris la miraba impactado por lo que decía- Pobrecillo... Enserio lo vamos a extrañar, pero hey, ahora Boris y la zorra que está allá sentada tienen más tiempo para ellos solamente ¿no?. -Dijo señalándome. Apreté mi mandíbula y traté de ignorarla.

Hellen- Kaylie, cierra la maldita boca. -Proclamó Hellen, quien la miraba con enojo.

Kotku-La que debería cerrar la boca eres tu, maldita negra. -El salón se quedó en silencio, y por segundos pareció que Hellen se había quedado muda.- ¿Sabes qué? ¿Porqué no mejor vas detrás de Decker y te largas de una puta vez también tu? -El profesor no estaba, no había nadie que pudiese hacer algo.

Boris-Ya cállate Kotku. -Proclamó harto y con los puños cerrados.

Kotku- Oh por Dios... -Dijo con sarcasmo- El drogadicto defendiendo a la negra, ¿Qué? ¿También te la quieres coger? -Tragué saliva y el sonido llegó hasta mi cabeza- ¿Acaso no te basta con tu otra prostituta? -Carcajeó y caminó hasta mi butaca, donde recargó su mano en mi mesa y me acarició bruscamente en mentón.- Yo que tu iría al doctor a hacerme un examen de herpes, cariño.

No supe en qué momento pasó, ni siquiera cómo lo logré, solamente sentí cómo una chispa eléctrica recorría mi cuerpo y me impulsaba a levantarme de mi lugar; y de un momento a otro mi puño impactó contra su rostro repetidas veces, y la sangre que salía de su boca con labial rojo y de su fina nariz, ya empapaban mis nudillos. El salón de llenó de gritos sin sentido que se distorsionaban en mi oídos, algunos apoyando, otros pidiendo que me detuviese, pero no escuché ninguno de los dos. 

Ya no importaba nada, ella era el mayor fastidio que había sentido en mucho tiempo, siempre la víctima de alguien con menos poder que aquél demonio, imponiendo autoridad donde no la tenía, y causando temor a todos. Por un momento me vi a mi en ella, indefensa en el suelo, asustada y llorando, y pensé en detenerme, pero entonces pensé ¿ella se detuvo? ¿ella tuvo piedad?

MI ÚNICA ADICCIÓN | Boris PavlikovskyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora