Sentía mi cabeza doler por el escándalo que emitían las personas en los pasillos. Si bien había sido un asqueroso fin de semana, lo único bueno era que por lo menos, la mitad de la escuela ya había olvidado el incidente con mis fotos. Fuera de eso, realmente era algo asqueroso. Y apenas habían pasado la primeras dos clases.
Recuerdo que la noche de ese sábado, aunque los ojos me picaban y los cerraba para intentar dormir por décima vez, por ningún motivo lograba conciliar el sueño, lo único que me quedaba era contemplar el techo blanquizco que estaba sobre mi por horas, y cuando por fin lograba cerrar mis ojos, la espantosa alarma sonaba. Sentía un dolo agudo en mi pecho y un horrible zumbido en mis oídos. Varias veces en el día me metí a la piscina de mi casa para tratar de aclarar mis ideas tan solo un poco, pero parecía que nada servía, el mínimo movimiento dentro del agua me hacía recordar todo lo que no quería, el dolor, el miedo, la luz amarillenta del desierto, Boris.
El agua verdosa que me rodeaba no conseguía calmar mis ansias por ir y gritar a todo pulmón, pero realmente no sabía el porque, es más ¿a quién iba a gritarle? no había nadie con quien pudiese hablar a excepción de mi tío Frank, pero incluso eso era una mala idea, porque sabía que si comenzaba a entablar una conversación profunda con él terminaría echándome de cabeza a mi misma y acabaría enterado de lo que pasaba, aunque en ese momento, las llamadas del director eran lo que menos importaba.
Y el lunes, estaba de vuelta. No se bien si de verdad los chismes sobre mi ya se habían esfumado o en ese momento tenía cosas en la cabeza más importantes que las apariencias, era más probable la segunda opción, pero tal vez siempre fue así y a más de la mitad de estudiantes ni siquiera les importaba y otras hasta ni se habían enterad y solo yo lo sentía así y realmente le daba más importancia de lo que debía. Aunque realmente no quería saberlo. Aún así, las personas que si lo sabían seguían evitándome y hablando mal sobre mi a mis espaldas, incluso intimidados, pero sinceramente ni siquiera me importaba.
Caminé tratando de pasar desapercibida, la sudadera negra me ayudaba un poco a esto, pero claramente los demás me notaban, extrañamente no se escuchaban murmullos o burlas. Me dirigí a el pasillo donde estaban los casilleros y también donde había realmente pocos alumnos, algunos ni siquiera me notaron, y algunos otros simplemente me ignoraron. De igual manera, seguí caminando, no iba a volver a preocuparme por lo que los demás pensaran, solo por lo que una persona pensara de mi ahora. Hacer esto no era nada fácil, es decir, creo que ninguna persona esperaría que alguien le haga sentirse realmente jodido en menos de tres minutos y dos días después hablar como sin nada con esta misma persona, realmente no sabía si esto iba a funcionar, pero ¿qué más podía hacer yo ahora? no lo había visto en todo le fin de semana, ni siquiera le había escrito, esperaba que quedase un poco de empatía en ese escuálido y poco sano muchacho como para que me perdonase, eso solo si era necesario pedir una disculpa. La cabeza me punzaba por cada paso que daba y sentía cómo mis ojos se iluminaban de una luz que me cegaba por cada latido de mi corazón, si bien cualquiera tendría miedo de habar con el muchacho (al parecer el más irracional de la escuela) yo debía hablarle después de una espantosa discusión.
Recuerdo que tan solo un día antes, domingo, tuve que salir a hacer las compras con mi tío al rededor del medio día, no había ido a trabajar, así que decidimos ir juntos, después de todo yo no estaba de humor para caminar bajo el horroroso sol del desierto aunque fueran tan solo 15 minutos; decidí esperarlo en la entrada del centro comercial, me sentía algo sofocada, aunque eso solo fuese una escusa para no ir adentro y sentirme aún más confundida y encerrada, así que me senté en la acera y esperé, y entonces, después de unos 10 minutos, lo vi; parado junto a la carretera, con su peculiar sombrilla en la mano derecha que lo cubría por completo del sol, en realidad no me di cuenta de si estaba ahí desde antes de que llegáramos y no lo había visto o de donde rayos había salido, pero estaba ahí, a por lo mucho 25 metros míos. Lo observé, el seño fruncido y notables suspiros largos cada treinta segundos, el desolador sol me hacía entrecerrar los ojos para poder contemplarle bien, sus ojos, al parecer desesperados e impacientes.
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MI ÚNICA ADICCIÓN | Boris Pavlikovsky
FanfictionSu voz era una canción que resonaba todo el día en mi cabeza... Sus manos eran tan frías que eran agradables sobre mi piel... Y su corazón tan inmenso que no sabía como entrar en el... Más al igual que una adicta, sentía que mi vida era inútil si no...