Lunes, siete y cuarto de la mañana. Me tuve que levantar una hora y media antes para bañarme, desayunar, tomar el autobús y realizar el papeleo necesario para empezar mis clases hoy. Ahora estaba sentada frente a la dirección, esperando a que me den mi horario y los nombres de los profesores con los que tomaré clase.
No pasó ni diez minutos cuando una señorita castaña de pelo corto con lentes, de unos 32 años salió de la oficina del director con unas hojas, me miró y me las entregó mientras me sonreía.
Ingrid-Hola, soy la srta. Ingrid, soy la psicóloga escolar, debes ser nueva, verdad?. Por favor acompáñame. -En seguida tomé mi mochila y caminé detrás de ella, observando cada salón de la institución, les voy a ser sincera, se veía bastante aburrido, pero no me quejo, e fin, así son todas las escuelas. Me quedé mirando a los de último grado, parecía no verse tan malo, pero en sus caras se notaba el sufrimiento interno.
Ingrid-Como notarás los alumnos son muy responsables, aunque eso no quita que les gusten mas las fiestas y salir con sus amigos. -Dijo deteniéndose junto a mi, lo cual me hizo reaccionar y en cuanto ella avanzó, trate de seguirle el paso...para tener tacones, era muy rápida.
Seguimos por el pasillo muy poco tiempo, pues al subir las escaleras que se encontraban en medio de este, al instante pude visualizar un gran salón que se encontraba izquierda mía. Las dos nos acercamos a el aula, la puerta se encontraba cerrada, por lo que la señorita Ingrid tuvo que tocar para que notaran nuestra presencia. Una vez el profesor abrió la puerta, estos intercambiaron murmullos entres sí y este asintió con la cabeza un par de veces.
Ingrid-Buena suerte... -Me susurró al oído antes de dejarme con el profesor, el cual me dejó pasar casi al instante al salón. Una vez adentro, la mayoría de los alumnos dirigió su vista hacia mi, me estaba muriendo de nervios, en mi otra escuela solía pasar desapercibida todo el tiempo, así que era algo un tanto "nuevo" para mi, por así decirlo.
Profesor-A ver, !!presten atención¡¡ -Dijo un tanto irritado. Una vez le miraron, se tranquilizó un poco su voz. -Tenemos una nueva alumna en la escuela, así que quiero que la traten como se debe, ¿está bien? Por favor preséntate -Dijo esta vez dirigiéndose a mi.
t/n- Me llamo t/n...m-me gusta dibujar...leer y emm... -Me quedé en silencio un momento, no sabía bien que decir sobre mi, ya que desde siempre me consideré una persona no muy espontanea.
Profesor- De acuerdo, con eso es suficiente. Siéntate donde puedas y saca tu libro de química. -Dijo sin tacto alguno, lo que me hizo sentirme un poco intimidada.
Observe los asientos que estaban libres, sin embargo decidí estar en los lugares de atrás, pues no me gustaba participar en clase, así habría mas posibilidades de que eso pasara. Mientras caminaba por entre los alumnos, pude notar que algunos me miraban con intriga, otros simplemente con desprecio, cosa que era casi normal en mi otra escuela, pero no pude evitar sentirme mal ante esto. También pude observar a los alumnos mas de cerca, no mucho que ver, había los típicos populares, los que se burlan de medio mundo, los que se creen psicópatas y los raros que hacen todas las tareas sin falta, de un modo u otro me sentí un poco extraña al pasar ante casi todas las miradas.
Cuando al fin llegué a mi butaca, acomodé un poco mis cosas rápidamente y saqué el libro y la libreta que necesitaba. Al inicio de la clase trate de prestar atención, pero me distrajeron dos chicos que se estaban pasando papelitos a escondidas, uno de ellos era rubio, con ligeros toques castaños en su cabello, tenía lentes, se notaba el color verde azul de sus ojos y llevaba puesta una camisa azul claro de manga larga, era mas o menos de mi estatura pareciera ser estudioso, nada fuera de lo común.
Sin embargo, el que más llamó mi atención, fue el que recibía los papelitos, tenía un lindo cabello rizado color negro, estaba un poco pálido y era algo delgado, llevaba puesta una camiseta negra, al igual que su pantalón de mezclilla. Estos soltaban pequeñas sonrisas a escondidas del maestro tras leer lo que decía en cada papel...
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MI ÚNICA ADICCIÓN | Boris Pavlikovsky
Fiksi PenggemarSu voz era una canción que resonaba todo el día en mi cabeza... Sus manos eran tan frías que eran agradables sobre mi piel... Y su corazón tan inmenso que no sabía como entrar en el... Más al igual que una adicta, sentía que mi vida era inútil si no...