Capítulo XII

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Subí con cuidado las escaleras tambaleándome y agarrándome fuertemente del barandal, y aunque estaba segura de que no tenía porque caerme, sentía como si en cualquier momento el mismo escalón fuera a moverse y me fuera a ir de espaldas. Con mucho cuidado y en completo silencio llegué hasta mi cuarto y cerré l puerta, una vez segura de que mi tío no estaba en su habitación y no había llegado a la casa me paré frente al espejo... 

Ya no era la misma...

Ya no era la niña santa que salió de la casa hace casi 9 horas, ya no era la chica inocente que había seguido las reglas toda su vida, no... Y me di cuenta de que lo dejé de ser desde que llegué a esta nueva casa, y tal vez ni siquiera eso, sino desde hace mas tiempo... Desde hace tiempo había empezado a fumar, me había emborrachado con Boris, me había escapado, me había drogado y había hecho cosas que ni yo me habría imaginado...

Ahora me veía al espejo y veía a alguien totalmente diferente, un chica temblorosa con ojeras y un tanto pálida, con un atuendo hermoso y un maquillaje corrido que manchaba poco su cara, un chica que había aprendido a vivir al ritmo de Kotku, una chica que quería a Boris  y no podía tenerlo, pero también había aprendido que no iba a ser la única vez que tuvieran ese tipo de encuentros, ya que no había sido la primera, y tampoco iba a ser la última...

Pero eso le bastaba realmente.

Yo sabía que Boris probablemente no iba a recordar nada, pero iba a tener que ser muy cuidadosa para que nada de esto saliera de la boca de nadie, tal vez fue un error haberlo hecho el la fiesta estando rodeados de gente que nos conocen, y las luces de colores no siempre iban a estar ahí para disimular y ocultar nuestros rostros, pero eso no me impedía intentarlo de nuevo algún otro día, cuando estuviéramos solos....

Pensamientos un tanto enfermizos recorrían mi cabeza mientras elaboraban un plan poco sano, pero no podía hacer nada, simplemente era yo la que estaba ideando cosas que jamás habría pensado hace un mes, antes de conocer le paraíso y la gloria, antes de haber conocido a Boris Pavlikovsky, el chico que me negaba rotundamente a perder cuando me había encariñado tanto, él me había hecho vivir de verdad en menos de cuatro semanas, con heridas y dolor, con cariño y mariposas revoloteando en mi estómago, pero era la vida real, ya no era el cuento de hadas en el que la princesa se quedaba con el príncipe tan solo con un beso, no, resulta que la bruja se había adueñado del corazón del príncipe, y la princesa tendría que pelear para recuperar a su amado, pero aquella historia terminaba con tres puntos suspensivos, y yo tendría que seguir con esta...

Y si a Boris le gustaba como era la persona en la que me había convertido, yo no tenía ningún problema en seguir siendo así, pues me encantaba.

Suspiré y me senté en mi cama lentamente, saqué mi teléfono y comencé a navegar en internet. Cada página que abría me recibía con fotos de Kaylie, algunas eran de la misma fiesta, y en otras estaba en ropa interior... Jamás había sentido la necesidad de que alguien me dijera lo que le ponían a ella en los comentarios, pero esta vez era diferente, había un vocecita en mi cabeza que me decía "Hazlo, hazlo, ella lo hace..." No sabía que estaba sintiendo, ¿Coraje? ¿Frustración?....

¿Celos? ¿Envidia?

No lo pensé ni un minuto más, me quité rápidamente las prendas que tenía, quedándome solamente con la ropa interior negra que llevaba puesta, tomé mi celular y abrí la cámara, caminé hacia en espejo y me incliné haca él. Saqué una foto, cambié de posición, saqué otra, volví a cambiar, y saqué mas fotos... Cuando terminé volví a abrir la aplicación y comencé a subir las fotos, lista para publicar...Minutos después comencé a escuchar las notificaciones que llegaban a mi celular, una tras otra, al parecer a mis compañeros de la escuela les gustaban mis fotos reveladoras... Obviamente, había arreglado la publicación, estando Boris y Theo totalmente restringidos para que ninguno viera las publicaciones...

MI ÚNICA ADICCIÓN | Boris PavlikovskyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora