Capítulo VII.

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Emergimos en Central Park justo al norte de la charca. La señorita O'Leary lucía bastante cansada mientras cojeaba hacia un montón de piedras. Comenzó a olfatear alrededor, y me temí que fuera a marcar su territorio. Pero Nico dijo:

-Está bien. Solo huele el camino a casa.- Fruncí el ceño.

-¿A través de las rocas?-

-El inframundo tiene dos entradas principales.- dijo Nico- Conoces la de L.A.-

-El viaje con Caronte.-dijo Percy

Nico asintió.

-La mayoría de las almas van por ahí, pero hay un camino más pequeño, difícil de encontrar. La puerta de Orfeo.-

-El tipo con el arpa.-dijo de nuevo mi hermano

-El tipo con la lira. -corrigimos Nico y yo.

-Pero sí, él. Utilizó su música para encantar la tierra y abrir un nuevo camino hacia el Inframundo. Cantó todo el trayecto hasta el palacio de Hades y casi salió con el alma de su esposa.-dijo Nico

Recordé la historia. No se suponía que Orfeo mirara hacia atrás mientras guiaba a su esposa de vuelta al mundo, pero por supuesto lo hizo. Fue una de ésas típicas historias de: "Y así ellos murieron/ Fin" que siempre nos hacen sentir cálidos y confusos.

-Así que ésta es la puerta de Orfeo.- Traté de sentirme impresionada, pero seguía pareciendo una pila de rocas para mí. -¿Como se abre?-

-Necesitamos música. -dijo Nico -¿Que tal cantan?-

- Um, no. ¿No puedes solo decirle que se abra? Eres un hijo de Hades y todo-dijo Percy

-No es tan fácil. Necesitamos música.-

Estaba bien segura que si tratabamos de cantar todo lo que causaríamos sería una avalancha.

-Tengo una mejor idea. -Se volvió y llamo -¡Grover!-

Esperamos un largo tiempo. La señorita O'Leary se enroscó y tomó una siesta. Podía oír a los grillos en el bosque y a un búho ululando. El tráfico se escuchaba suave a lo largo de Central Park oeste. Cascos de caballo se escuchaban en un camino cercano, tal vez una patrulla de policía montada. Estaba seguro que les encantaría encontrar a dos niños merodeando por el parque en la madrugada.

-No es bueno.- dijo Nico por fin.

Percy me vio y cerró sus ojos. Estuvo así por unos minutos, Nico me vio y yo solo me encogí de hombros. Mi hermano al abrir sus ojos casi se desploma pero entre Nico y yo lo evitamos.

-¿Qué pasó? - preguntó Nico.

-Lo conseguí. Él...Sí. Viene en camino.-

Un minuto después, el árbol junto a nosotros se sacudió. Grover cayó de entre lasramas, justo de cabeza.

-¡Grover! -gritamos mi hermano y yo.

¡WOOOF! La señorita O'Leary lo miró, probablemente preguntándose si íbamos a jugar atrapadas con el sátiro.

-¡Blah-haa-haa!"- Grover baló

-¿Estás bien, hombre?-pregunto Percy

-Oh, estoy bien.- Se frotó la cabeza. Sus cuernos habían crecido tanto que sobresalían una pulgada por encima de su cabello rizado. -Estaba del otro lado del parque. Las driadas tuvieron la gran idea de pasarme a través de los árboles para llegar aquí. Ellas no entienden la altura muy bien.-Hizo muecas y se puso de pie, bueno, de pezuñas, en realidad.

Desde el verano pasado, Grover había dejado de tratar de disfrazarse como humano. Ya no usaba gorra o pies falsos. Ni siquiera se ponía pantalones, siendo que tenía patas peludas de cabra de la cintura hacia abajo. Su camiseta tenía una imagen del libro: "Donde viven los monstruos". Estaba cubierto con tierra y ramitas de árbol. Su perilla se veía más llena, casi humana (¿O caprina?), y ya era tan alto como Percy.

Los Hermanos Jackson y El Último Héroe del Olimpo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora