Capítulo XV

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El centro era una zona de guerra. Volamos sobre pequeñas escaramuzas por doquier. Un gigante arrancaba arboles en el parque Bryant mientras que unas driadas le lanzaban nueces. Afuera del Waldorf Astoria, una estatua de bronce de Benjamín Franklin aporreaba a un perro del infierno con un periódico enrollado. Un trío de campistas de Hefesto peleaban contra un escuadrón de dracaenaes en medio del Rockefeller Center.

Estuvimos tentados a detenernos y ayudar, pero por el humo y ruido podía decir que la verdadera acción se había movido más al sur. Nuestras defensas estaban colapsando. El enemigo se acercaba al edificio Empire State.

Hicimos un rápido recorrido del área rodeada. Las cazadoras habian instalado una línea de defensa en la calle 37, a solo tres manzanas del Olimpo. Al este de
la avenida Park, Jake Mason y algunos campistas de Hefesto dirigían a un ejército de estatuas contra el enemigo. La cabaña de Deméter y los espíritus de naturaleza de Grover habian convertido la Sexta Avenida en una jungla que estaba obstaculizando a un escuadrón de semidioses de Cronos. El sur estaba despejado por ahora, pero los flancos del ejército enemigo se desplegaban. En pocos minutos estaríamos completamente rodeados.

-Tenemos que aterrizar donde mas nos necesiten.- les dije.

Eso es en todas partes, señorita.

Percy divisó un estandarte conocido de un búho plateado en la esquina sureste de la pelea, en la 33 y el túnel de Avenida Park. Annabeth y dos de sus hermanos estaban rechazando a un gigante hiperboreano.

-¡Ahí!- nos dijo. Wanda y Blackjack se lanzaron hacia la pelea.

Yo baje directo con Annaeth mientras Percy salto de el lomo de Blackjack y aterrizo en al cabeza del gigante. Cuando miró hacia arriba, se deslizó por su cara, aplastándole al nariz con su escudo al pasar.

¡RAWWWR!

El gigante se tambaleó hacia atrás, sangre azul goteando de sus fosas nasales.

Cayó en el pavimento y echó a correr. El hiperboreano exhaló una nube de niebla blanca. y la temperatura cayó. El sitio donde cayo ahora estaba cubierto de hielo, y Percy cubierto de escarcha como una dona de azúcar.

-¡Hey, feo!- gritó Annabeth. Esperaba que le hablara al gigante, no a mi hermano.

-¡Por aquí!-grite

El niño azul aulló y se volvió hacia nosotras, exponiendo la parte desprotegida de sus piernas. Percy ataco y lo acuchilló detrás de la rodilla. WAAAAAH! El hiperboreano gritó. Esperaba que se volteara, pero se congeló. Quiero decir literalmente se convirtió en hielo solido. Del punto donde lo herí, aparecieron grietas en su cuerpo. Se hicieron mas largas y anchas hasta que el gigante se desmoronó en una montaña de fragmentos azules.

-Gracias, chicos- sonrió Annabeth, tratando de recuperar el aliento. -¿La cerda?-

-Retazo de cerdo- dijo mi hermano.

-Bien- flexionó su hombro. Obviamente, la herida aun le molestaba, pero vio nuestra expresión y puso los ojos en blanco. -Estoy bien, chicos, ¡Vamos! Aun tenemos
multitud de enemigos pendientes.-

Ella tenía razón. La siguiente hora fue un borrón. Pelee como nunca antes. Evadiendo legiones de dracaenaes, eliminando docenas de telkhines con cada golpe, destruyendo Empusas y noqueando semidioses enemigos. No importaba a cuantos venciera, otros tomaban su lugar. Annabeth, Percy y yo corrimos de cuadra en cuadra, tratando de apuntalar nuestras defensas. Muchos de nuestros amigos yacían heridos en las calles. Muchos estaban perdidos.
Mientras la noche avanzaba y la luna subía, fuimos repelidos paso a paso hasta que solo estuvimos a una cuadra del Empire State en todas direcciones. En cierto momento Grover estaba junto a mí, golpeando mujeres serpiente en la cabeza con su porra. Luego desapareció en la multitud, y era Thalía la que estaba a mi lado, ahuyentando monstruos con el poder de su escudo mágico. La señorita O'Leary apareció de la nada, tomó a un gigante lestrigón de una tarascada y lo lanzó por el aire como un frisbee. Annabeth usó su gorra de invisibilidad para acercarse a las líneas enemigas. Donde un monstruo se desintegraba sin una razón aparente con una mirada de sorpresa en la cara, sabia que Annabeth había estado ahí. Mi hermano y yo peleabamos con todo lo que teníamos. Pero aun no era suficiente.

Los Hermanos Jackson y El Último Héroe del Olimpo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora