Percy se veía molesto. Y es que ni siquiera yo, que era su hermana tomaba a Blackjack sin su permiso.
-¿Que estaba pensando?- dijo Annabeth mientras corríamos por el río.
Desafortunadamente, mi hermano y yo teniamos una buena idea, y eso me llenaba de temor, Rachel no era mi mejir amiga pero no queria que terminara como la señora Castellan. El tráfico estaba horrible. Todo mundo estaba en las calles curioseando en la zona de guerra. Sirenas de policía sonaban en cada cuadra. No había posibilidad de tomar un taxi, y los pegasos ya habían volado. Podíamos haber buscado a algún Poni Fiestero, pero habían desaparecido junto con la mayoría de la cerveza de raíz de la ciudad. Así que corrimos, empujando entre la multitud de mortales deslumbrados que estorbaban en las aceras.
-Nunca pasará las defensas- dijo Annabeth -Peleus se la comerá-
La Niebla no engañaba a Rachel como a la mayoría de las personas. Ella sería capaz de encontrar el campamento sin problemas, pero esperaba que los límites mágicos simplemente la detuvieran afuera como un campo de fuerza. No se me había ocurrido que Peleus podía atacarla.
-Tenemos que apresurarnos- Percy miro a Nico -No supondré que tú podrías invocar algunos caballos esqueleto.-
Él jadeaba mientras corría.
-Muy cansado...no podría invocar un hueso de perro.-
-Es mejor así, no vamos a arriesgarte-dije.
Finalmente llegamos al embarcadero en la costa, y Percy junto conmigo soltamos un fuerte silbido. No nos gustó hacerlo. Aún con el dólar de arena que le dimos al Río Este para limpiarse mágicamente, el agua aquí estaba bastante infecta. No queríamos hacer enfermar a ningún animal marino, pero ellos vinieron a nuestro llamado.
Cuatro líneas onduladas aparecieron en el agua gris, y una manada de hipocampos salió a la superficie. Ellos relincharon inconformes, sacudiendo el cieno del río de sus melenas. Eran hermosas criaturas, con colas de pez multicolor, y cabezas y patas delanteras de esturiones blancos. El hipocampo del frente era mucho más grande que los otros - una montura a la medida de un cíclope.
-¡Rainbow!-salude
- ¿Cómo te va, amigo?- Él relinchó una queja.
-Si, lo sentimos,- dijo Percy -pero es una emergencia. Tenemos que llegar al campamento.- Resopló.
-¿Tyson?- dije -¡Tyson está bien! Siento que no esté aquí. Ahora es un gran general
en el ejército de cíclopes.-¡NEEEEEIGGGGGH!
-Si, estamos seguros que te seguirá trayendo manzanas. Ahora, acerca de ese viaje...-
De inmediato, Percy, Annabeth, Nico y yo nos deslizábamos por el Río Este más veloces que en esquíes acuáticos. Pasamos debajo del puente Throgs Neck y avanzamos hacia el estrecho de Long Island. Pareció una eternidad hasta que al fin vimos la playa del campamento.
Agradecimos a los hipocampos y vadeamos hacia la costa, solo para encontrarnos con Argos esperando por nosotros. Estaba de pie en la arena, con los
brazos cruzados, sus cien ojos observándonos.-¿Ella está aquí?- pregunto Percy. Asintió tristemente.
-¿Todo está bien?- dijo Annabeth. Argos sacudió la cabeza.
Lo seguimos de vuelta sobre un rastro. Era surrealista estar de vuelta en el campamento, porque todo lucia muy pacifico: sin edificio ardiendo, ni peleadores heridos. Las cabañas reflejaban la luz del sol. y los campos brillaban con el rocío. Pero el lugar estaba en su mayor parte vacío. Arriba, en la Casa Grande, algo estaba definitivamente mal. Luz verde salía por todas las ventanas, justo como en el sueño acerca de May Castellan. Niebla - del tipo mágico- se arremolinaba alrededor del patio. Quirón estaba en una cama tamaño caballo junto a la cancha de Voleibol, un montón de sátiros de pie junto a él. Blackjack se
paseaba nerviosamente por el pasto.
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Los Hermanos Jackson y El Último Héroe del Olimpo
FanfictionLos mestizos han dedicado mucho tiempo a prepararse para la batalla decisiva contra los titanes, aunque saben que sus posibilidades de obtener la victoria son mínimas. El ejército de Cronos es ahora más formidable que nunca y, con cada dios y cada m...