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Momentos antes.

Mirajane caminaba derrotada por los pasillos de la escuela. No había podido convencer a Lisanna de que se alejara de esos tipos y ahora no sabía qué hacer para proteger a su hermana. Podría decirle a Elfman y tal vez éste le haga entrar en razón, pero últimamente se le veía muy ocupado con la escuela y el trabajo, más los retardos de la menor que hacían que su hermano se durmiera hasta altas horas de la noche. No quería agregarle más preocupaciones, ya bastante tenían con todos sus problemas anteriores.

Podría pedir ayuda, sin embargo, al hacer esto tendría que revelar su secreto, y honestamente no creía tener la capacidad para hacerle eso a Lisanna.

Mientras caminaba, se topó con alguien, y de repente, todo lo que la había estado quejumbrando se perdió entre unos ojos azules.

-Perdón, no miré por donde iba -se disculpó de manera torpe, eh hizo lo que pudo para escapar lo antes posible sin ningún éxito, pues Laxus la retuvo por el brazo.

-Si no es ninguna molestia, quisiera hablar contigo a solas -pidió el muchacho apenado.

La albina aceptó ya que supuso que su petición era más que nada para hablar de Freed y del asunto de los maleantes. Aún recordaba el momento que compartieron en la biblioteca y lo afligido que estuvo el rubio tras la noticia, así que si ella podía ser de ayuda otra vez, no lo dudaría ni un segundo.

Caminaron de regreso a la parte posterior del edificio en donde momentos antes Mirajane había tenido una acalorada discusión con su hermana. Laxus se detuvo justo ahí y la observó con un semblante serio.

-Quiero vengarme de los tipos que le hicieron daño a Freed -dijo sin ningún tapujo.

-Pero es muy arriesgado, además sus padres ya se están haciendo cargo -respondió la chica con inocencia.

-Precisamente por eso quiero hacer algo al respecto -refutó el rubio-. Los padres de esos desgraciados son capaces de sobornar al jurado para su propio beneficio.

-¿De verdad crees que serían capaces de aquello?

-¡Por supuesto que sí! Conozco a los de su tipo.

La albina bajó la mirada triste por el arrebato de Laxus.

-Lo siento -balbuceó Laxus apenado-, es sólo que estoy muy frustrado por toda esta situación -apretó los puños con fuerza para después tomar una profunda respiración y relajarse-. No fue mi intención.

-Descuida. Supongo que nada de lo que diga servirá para hacerte cambiar de opinión -apuntó Mira con un dejé de tristeza.

El muchacho se mantuvo en silencio con los brazos cruzados. La respuesta era muy clara.

Mirajane estaba preocupada. Si esos chicos habían sido capaces de dejar en el hospital a sus compañeros, no quería imaginar de qué más serían hábiles.

-Por favor -musitó con una mano en el pecho-, ten mucho cuidado, y... Cuida a Lisanna por mi. Te lo ruego.

Laxus levantó una ceja en señal de confusión, es decir, sabía que las jovencitas eran parientes, pero la petición de Mirajane denotaba algo más, como un sentimiento de amor incondicional. La verdad es que el rubio trataba de mantenerse al margen de los chismes que circulaban en la escuela sin mucho éxito, así que algo había escuchado sobre la albina. No obstante, también sintió algo cálido en el pecho cuando Mira le pidió que se cuidara, así que sin poder evitarlo, una sonrisa ladina surcó por su rostro y se acercó más hacia ella.

-¿Así que te preocupas por mí? -cuestionó divertido.

La muchacha enrojeció enseguida y no supo cómo contestar. Jamás se permitió tener expectativas con el rubio porque sabía que lo suyo sería imposible, sin embargo, desde la fiesta de bienvenida y el momento de vulnerabilidad en la biblioteca ya no sabía qué creer. Una parte de ella quisiera dejarse llevar e intentar estar con el chico, pero la otra parte, su lado racional, le decía que él nunca se fijaría en ella y sólo la veía como una amiga. Eso sin mencionar la diferencia de clase social, pues nunca faltarían los que alegarán que ella sólo estaba con él por su dinero.

Mi gran debutDonde viven las historias. Descúbrelo ahora