Epílogo

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La correccional no era tan mala como Natsu creía. Era peor.

Los guardias eran de todo menos amables, y la mayoría de los reclusos lo observaban con recelo y maldad mientras esperaba sentado en la sala de visitas a que Sting llegara.

Habían pasado dos meses desde el incidente del baile, y por fin se dignó a ir ahí para contarle a Sting toda la verdad.

-Tranquilo, no debe tardar en llegar -Rogue fue quien lo convenció de hacer la visita, ya que fue el primero en ver a su hermano desde que se enteró de su arresto. Al parecer por fin lo había perdonado.

-¿Qué tal si no me quiere ver porque me guarda resentimiento? -inquirió Natsu tamborileando los dedos en la mesa de metal.

-Créeme, tiene otros asuntos más graves en que pensar, en lugar de rememorar lo que sucedió en el orfanato o en el baile.

Natsu asintió no muy convencido a pesar de que las palabras de Rogue eran sinceras.

La puerta se abrió y de ella emergió Sting, vistiendo un mono naranja y con un oficial detrás de él que lo acompañó hasta donde estaban los muchachos, para después alejarse a una distancia prudente.

-Natsu, diría que me sorprende verte aquí, pero no es del todo cierto -expresó Sting con su característica sonrisa ladina, aunque sus ojos reflejaban cansancio, tenía círculos oscuros debajo de éstos, y su piel estaba más pálida que de costumbre.

-Al parecer no has cambiado en nada -Natsu le devolvió el saludo.

-Sabía que tarde o temprano ibas a venir porque Rogue me estuvo repitiendo muchas veces que lo mejor era que tú me explicaras cómo sucedieron las cosas en realidad -explicó el rubio-. Así que, aquí estamos, sin ninguna distracción -extendió los brazos para abarcar toda la habitación-. Habla de una vez antes de que se acabe el tiempo.

-Bien -Natsu tragó saliva-. Como te estaba explicando la noche del baile, el día que te apareciste en Fairy Tail School había un estudiante que solía molestarme por mis orígenes. Afortunadamente ya se graduó y está a miles de kilómetros de aquí. Pero ese no es el punto, a lo que me refiero es que era un maldito hijo de puta, y nunca dejaba pasar una oportunidad para meterse conmigo, y todos sabíamos lo cruel y despiadado que podía llegar a ser. Así que cuando tú apareciste ese día, él estaba presente, observándote a ti y a mi con mucha atención, y con los idiotas de sus amigos detrás de él. Por lo que, con tan solo ver sus ojos, supe que ese desgraciado iba a hacer algo en contra de ti si llegaba a mostrar un pequeño signo de que me importabas. Así que me hice el desentendido, y después fui a buscar pelea con él y sus amigos para que no fueran detrás de ti -hizo una pausa para darle espacio al silencio y a la reflexión. Sting estaba inmóvil, con la mirada clavada en la mesa y sin signos de querer musitar palabra alguna, por lo que Natsu se animó a seguir:-. Sé que no es suficiente, que después de aquello debí de buscarlos otra vez al saber que estaban en la ciudad. Pero, aunque me enfurece admitirlo, ese mal nacido me tenía aterrorizado, y solo estuve tranquilo hasta que se fue muy lejos de aquí. De todas formas, te debo una disculpa, a ambos, de hecho, por no haber hecho más por ustedes. Y al final tenías razón, Sting, este mundo me cambió, y sobre todo, terminé pagando por todo lo que hice.

Un silencio sepulcral inundó toda la sala.

Sting seguía sin mover un músculo, mientras Natsu lo observaba preocupado y expectante.

Por supuesto no esperaba que lo perdonara fácilmente. Con Rogue había sido diferente porque él es más tranquilo y comprensivo. Pero por lo menos, les había dado la disculpa, y la explicación, que tanto les debía, a pesar de que sabía que nada de eso podría reparar el daño que les causó.

Mi gran debutDonde viven las historias. Descúbrelo ahora