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Toda la estancia quedó en completo silencio al escuchar la revelación.

Desde el balcón, Lisanna se apreciaba notablemente pálida, desconcertada, y al borde de una crisis nerviosa al tener todos los ojos sobre ella. Incluso sus amigas parecían decepcionadas.

-Al parecer las cosas resultaron mejor de lo que yo esperaba -comentó Sting, aliviado de que la situación se haya tornado a su favor.

-Un momento -Natsu dio grandes zancadas hacia el rubio y lo agarró del cuello de la camisa-. Tú y yo aún tenemos cuentas pendientes.

-Adelante -lo retó Sting con una sonrisa torcida.

Natsu estuvo a punto de descargar toda su furia en él; sin embargo, vislumbró la silueta de Lucy por el rabillo del ojo, y supo que había algo más importante que hacer antes.

-Lucy, por favor mírame -pidió el pelirosa una vez liberó al otro muchacho y se acercó a la joven.

La rubia estaba aturdida. En un principio la tristeza y la decepción nublaron sus sentidos, para después ser transformados en sorpresa y confusión.

Los ojos esmeralda de Natsu no dejaban de escrutarla, provocando que su resistencia poco a poco se resquebrajara.

-Te vi besando a Lisanna -por fin habló Lucy-. Y sé que no somos nada, pero no puedo evitar estar decepcionada de ti. Creí que te importaba aunque sea un poco...

-Y me importas -interrumpió el pelirosa tomándola de los brazos-, de verdad, y mucho. Lo que viste fue un malentendido, mi intención nunca fue besarla...

-¡Por favor! ¿A quién quieres engañar? -intervino Sting, colocándose al lado de Lucy y retirándola de los brazos de Natsu -Ambos sabemos que tiendes a mentirle a las personas.

-¡¿Cuál es tu problema?! -le espetó Natsu-. Entiendo que estás enfadado por lo que pasó esa vez, pero si me dejas explicar...

-¡No hay nada que explicar! -le refutó el rubio vehementemente-. Rompiste tu promesa y nos trataste como basura a mi hermano y a mí. Este mundo te cambió, y no trates de negarlo.

-Sólo dame una oportunidad...

-¡Es suficiente! -Sting comenzó a caminar en círculos exasperado-. Hasta ahora he sido muy paciente contigo, pero ya estoy harto...

-¡Entonces desquita toda tu furia de una vez en mí! -lo retó el pelirosa con los brazos extendidos.

-Oh, eso es lo que más deseo en este momento, pero tengo algo mucho mejor guardado para ti -miró a la rubia con malicia-. ¿Se lo dices tú o lo hago yo?

-¿Decirme qué? -repitió Natsu desconcertado.

De repente Lucy se sintió tremendamente culpable. Hace unos minutos le estaba a reclamando al pelirosa por haber besar a otra persona cuando ella había hecho lo mismo. Aunque en su defensa, Sting la tomó desprevenida.

-Bien, se lo diré yo -dijo Sting al ver que la rubia se había quedado muda-. Lucy y yo nos besamos.

La expresión de Natsu fue todo un poema. Sus ojos se abrieron como platos y la mandíbula se le cayó al suelo; abría y cerraba los puños como si no supiera qué hacer con éstos, hasta que todo se tornó rojo para él, y cuando menos se dio cuenta ya estaba avanzando hacia el rubio con el puño alzado...

-¡Detente! -A último minuto, Lucy se interpuso entre los muchachos, haciendo que Natsu frenara abruptamente su golpe y trastabilara por la fuerza aplicada-. Lo admito, lo que dice Sting es cierto. Pero no nos besamos como tal, él me forzó a hacerlo y te juro que lo alejé de mí en cuanto pude -acortó la distancia para tomarlo del rostro y juntar sus frentes-. Perdón por haberte juzgado antes, debí de escucharte primero...

Mi gran debutDonde viven las historias. Descúbrelo ahora