¿Celos?

1.1K 47 0
                                    

Narra Minnie.

Aún no podía creer que Kristal había reaccionado de esa manera, o mejor aún, que por fin nos hemos besado sin siquiera recibir un mal gesto de su parte, creo que al final mi intensidad frente de ella ha resultado con favoritismo. El día fue encantador y la noche, ni que decir, la mejor noche después de días de mi vida; dormí con Kristal en todo momento abrazadas en esa espaciosa cama, la charla que habíamos tenido fue tan gustosa que termine dándome cuenta de que le empezaba a gustar, a pesar de todo, todo iba bien con mi misión de tenerla, en tan poco tiempo dejo de ser una apuesta, en verdad la amaba. 

El despertador fue el que me hizo levantar, por lo que salí de sus brazos con cuidado, me estire y me adentre en el baño dejando la puerta entreabierta como costumbre, seguro mi pequeña no demoraba en despertar, tendríamos que ir a su escuela. Dure mis veinte minutos de ducha para salir con mi ropa puesta, al ver como la menor soñolienta se sentaba en la cama y frotaba sus ojos me causo mucha ternura, que termine por darle un corto beso en sus labios.

—Buenos días, Minnie, ¿en verdad iras conmigo? —traga en seco jugando con sus dedos al sentir la caricia de la mayor.

—Si iré contigo mi amor, así que anda a ducharte mientras le digo a Aledaida que nos prepare el desayuno, no querrás llegar tarde.

Esboce con una sonrisa para ver como bufo rendida, acto que me genero algo de ternura, así que al verla adentrar al baño me dirigí en dirección a la planta baja. Kristal demoro varios minutos en bajar, no los llegue a contabilizar, que volví a ver su rostro cuando tomo asiento en la mesa frente de mí; sí que le gustaba hacer cuestionamientos a esta pequeña.

—¿Estarás todo el día en la escuela? 

—No lo creo, también tengo cosas más importantes que hacer, solo haré una pequeña revisión a la zona, nada más y me retiro, puesto que tengo un caso que juzgar.

—Anoche, me dijiste que no estarías en esas andanzas por ahora —juega con el tenedor evitando comer mientras hacía un puchero.

—Te prometo que este será el último por ahora —sonreí un poco para besar su puchero— perdón mi reina, pero salir de esto no es fácil.

Su sonrojo respondió por ella, que tras asentir solo se dedicaron a desayunar. Minutos más tarde acabo el desayuno, pero el arduo silencio que había surgido entre ambas seguía, incluso hasta el auto, puesto que todo el camino a la escuela de Kristal fue en silencio. Estábamos de polo a polo, Kristal iba a una de las mejores instituciones privadas de la región, era conocida por excelentes calificaciones, aunque sus alumnos no eran los más inteligentes, pero sí sabían cubrir bien sus pasos.

Tras llegar estacione el auto en uno de los puestos disponibles, note que cuando bajamos todos miraban el lujoso Lamborghini negro con asombro, esta acción generaba cierta extrañes, eran ricos todos, pero tenía un muy buen bajo perfil para ser una escuela "inclusiva". Cabe decir que el caos comenzó al momento de que cerré el auto, todas las miradas se posaron en nosotras que tuve que tomar la mano de Kristal al notar como su rostro se había empuñado tras unos chicos empezar a acercarnos. Acomode mis lentes oscuros ignorando la normal situación para mí.

—Vamos Kristal, ¿me puedes enseñar la dirección? 

—Si quieres yo te llevo a la dirección, hermosa dama —un joven esbelto con uniforme de futbolista, hablo antes que la joven, ubicándose lo más cerca de Minnie que podía.

—Aléjate de ella, estúpido, es mía, es mi novia, así que lárgate y esfúmate.

La reacción de Kristal fue bastante sorpresiva, que de un momento a otro en su enojo me tomo de la cintura para poder besarnos en frente de todos, ella estaba marcando su territorio y por supuesto yo que quedaba encantada por sentir sus labios. Fue la falta de aire, la que nos separó. 

—¿Y eso fue que hermosa?

—Ah... Este, me debo ir, te veo luego mi amor, y tú ni se te ocurra volverla a mirar.

Afirma Kristal señalando al chico, todos estaban asombrados por el pequeño acto de celos que había ocurrido en el estacionamiento delantero, la menor algo sonrojada no tuvo más que decir antes de marcharse pensando en lo que había sucedido, ni ella sabe como pudo sentir celos. 

La ApuestaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora