Juegos de Minnie

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Mientras Minnie hablaba, sentía una mirada sobre mí de reojo, seguro era Kristal, ¿estaba siendo muy obvio? Quizás, pero no me importaba, estaba tan concentrado en la bella sonrisa de Minnie, sí que era una mujer completa que merecía más que tener a Kristal.

—Tu chico, ¿cuál es tu nombre? —sonríe mientras me señalaba, haciendo como si no me conociera.

—Mi nombre es Manuel, señorita Victoria.

—Que lindo nombre Manuel, dime, ¿qué te gustaría que estuviera en la remodelación? Que parte te interesa más cambiar en la escuela y como quisieras que quedara —coloca sus manos en la cintura mientras me miraba con una sonrisa coqueta, pero precavida.

—Los camerinos del gimnasio sería bueno que tuvieran mejor iluminación y colores más luminosos, al igual que más regaderas, para evitar tantas demoras —sonreí siendo apoyado por los demás compañeros.

—Oh, esa parte no la vi, ¿me pudieras acompañar para sacarle las fotos?

—Si claro, venga.

Con el permiso del profesor me puse en pie, a lo que todos en el salón empiezan a hacer un pequeño bullicio, hasta que ambos salimos del aula de clases.

—Profe, ¿puedo ir al baño? Tengo una emergencia —Kevin, toca su estómago haciendo una pequeña mueca de molestia.

—Claro Kevin, ves —le mira dándole el pase por si lo detienen— pero no demores, ¿ok?

—Si profe, gracias —mira a Kristal antes de salir e ir rápidamente a los camerinos masculinos, ubicándose en una posición que no sea visto mientras grababa con su celular. 

Narra Minnie.

Al llegar al baño sentí como me empujaron contra la pared que al ver a Manuel le mire elevando una ceja, algo risueña por su accionar, ¿qué cree que hace? 

—¿Perdón? ¿Qué te pasa? Suéltame mocoso.

—¿Crees que no entendí tus señas princesa? —se acerca al cuello de la chica dejando un pequeño beso— yo sé que quieres sentir un buen paquete, por eso tu coquetería.

Al escuchar sus palabras deje escapar una pequeña carcajada antes de empujarlo con tal fuerza que cayó sentando, por lo que termine subiéndome en él antes de sujetarlo del cuello de la camisa, allí fue cuando visualice a Kevin, que mire a su querido amigo con una sonrisa juguetona.

—Pero Manuel, ¿tú no eres amigo fiel de Kristal?

—¿De esa puta? Nada que ver, ella cree que somos amigos, pero yo solo quiero follarme a sus novias, así de sensuales como lo estás tú —le mira mordiendo su labio inferior hasta sentir un ardor en su mejilla derecha.

Sus palabras retumbaron en mis oídos como candela que con una fuerte bofetada hice que me mirara, por lo que me levante sintiendo como me tomaba del cuello de mi camisa, ¿lo dejaría creerse fuerte? A lo mejor, se ve que pensaba que tenía el control. 

—A mi novia no le decís así imbécil, o te arrepentirás tragándote tus palabras, sabes muy bien con quién te estás metiendo, ¿no?

Ríe con cierta incredulidad—. Pero mírenla no más, ahora te arrepientes, ya sé tu verdad, no matas ni una mosca, es puro cuento —le tira un golpe a la altura del rostro a la mujer, pero esta lo logra esquivar con gran agilidad.

—Que no deje marcas tan notorias en mis asesinatos, es muy diferente, ¿sabes cuáles son mis marcas? —lo tome del brazo derecho, doblándolo antes de aventarlo contra el suelo de pecho, para poner mi tacón en su cabeza, para así sacar una pequeña navaja desde mi manga y hacerle en su brazo mis iniciales, MD; mientras disfrutaba de su dolor—. Y te lo advierto Manuel, con mi chica no te metas, deja a Kristal en paz o yo misma te mataré, ¿entiendes? 

Susurré en su oído antes de separarme y limpiar las pizcas de sangre que quedo en mi filo, que salí como si nada mirando al escondite de Kevin dándole señas que se retire, por todo el pasillo se escuchaban las maldiciones de Manuel, pero sabía que no podía decir nada o moriría. 

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