Pasadas De Copas

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—Kristal, amor, vámonos ya, no veo muy bien que digamos —ríe algo ebria la mayor para tomarle de la cintura a su contraria notando que estaba muy animada.

—¿No que aguantabas más que yo? Mira que yo estoy en perfectas condiciones.

Reí un poco mientras me ponía en pie dando un pequeño giro, el cual casi me hace caer, por suerte los brazos de mi amada chica, o fuera terminado de glúteos al suelo.

—Es mejor irnos o te harás daño.

Dice esta con determinación, mientras acomodaba su traje y con una seña extraña que hizo con sus manos, me dio a entender que no había vuelta atrás en su decisión. Sus guardias ingresaron hasta donde nos encontrábamos y con su ayuda nos dirigimos fuera del extravagante bar; ingresamos al auto quedando sentadas en el asiento de atrás. 

Mire a Minnie con cierta malicia para cerrar una pequeña ventana que daba acceso a que las personas de adelante pudiesen ver atrás, seguido de eso me subí encima de mi chica empezando a besar sus labios con intensidad. Un rapídin en el auto no estaría nada mal con la cantidad de calor que me produjo el licor. Estaba fuera de mis casillas. 

El beso se volvió intenso y sentí sus manos navegar como bien sabía por debajo de mi vestido. Las sentí en mis glúteos, mi cuerpo se estremeció por el apretón, estaba deseosa de más a lo que no me importaba que estuviésemos en el auto, el licor lo tenía en la cabeza a lo que empecé a moverme al ritmo de los apretones de mi contraria mientras dejaba sus labios con algo de chorrete en el labial para ir besando su cuello con intención de devorarlo y marcarlo. Vicky no era fácil de dejarse complacer primero, pero tenerla bajo de mí era un punto a favor.

Mi felicidad de dominio duro poco, puesto que sus manos de un tirón hicieron que mi vestido quedase en algún lado del auto, y que tomase los bordes de la braga juntándolos para frotar mi botón de placer, esto me volvía muy sensible que los pequeños jadeos que intentaba retener eran misión imposible, esto se sentía muy bien. Termine por tomar las manos de la mayor con una sonrisa atrevida, conduciéndola al interior de mi braga ya húmeda, observando detenidamente sus ojos en súplica.

—Creo que alguien está muy mojada, aunque has sido una niña muy mala Kristal, te has de merecer un castigo...

—Qu... Qué... ¿Cómo qué castigo? Vic...

No termine de pronunciar mi oración cuando sentí los dedos de Victoria en mi interior, me sentía demasiado caliente para procesar cualquier información. Su movimiento era brusco e intenso, que termino sobre mí en los asientos. Ella arriba de mí era lo que más me encantaba, así como sus besos que recorrían mi cuerpo semidesnudo. Sus dedos eran expertos, lograban que pusiera mis ojos en blanco, que termine mojando todo al haberme corrido en la mano de la mayor, realmente me sentía aún más excitada que agotada. Note que el auto se detuvo observando la puerta de nuestro gran hogar, que acomode mi vestido notando como mi contraria se acomodaba el suyo.

—Vicky, ¿seguimos aquí? Aún quiero más...

Su risa traviesa causó fue que mis mejillas se ruborizaran, no puedo creer que estaba como una perra en celo. Salimos del auto y nos adentramos en la casa, subiendo directamente a la habitación; allí fui estampada contra la cama con un beso desesperado por parte de mí,

 contraría, se sentía bien, volvería la acción.

La ropa ya estorbaba a lo que ambas nos desvestimos sin separarnos de aquel beso, solo la falta de aire nos traicionó, pero al ver que mi mayor se separaba de mi cuerpo, le mire expectante, estaba con ganas de lo que sea con ella, pero tras notar que del armario saco un dildo acompañado de un lubricante me hizo ponerme nerviosa, era la primera vez que veía algo así, mi sonrojo se hizo presente al ver a mi novia con eso en mano, por lo que mis piernas se cerraron automáticamente. 

—¿Me dolerá...?

—Da más placer de lo que duele, tranquila.

Responde esta con tranquilidad antes de volver a besarme los labios, estaba nerviosa, pero quería probarlo que tras Victoria colocarse el arnés y empezar a ingresar, mis ojos se abrieron como platos, la sensación era distinta, pero me gustaba. Al principio sí dolía, pero conforme esta lograba estimular mi cuerpo, ese dolor se empezó a convertir en placer, que los quejidos ya no eran de dolor, sino melodías del placer que esta me daba.

Las embestidas se volvían violentas, que gracias a mi sensibilidad termine antes de lo esperado, pero allí no acabaría esto, era mi turno de complacer a esa hermosa mujer a lo que me encargue de hacerla sentir tan bien como me había consentido a mí. Las horas pasaron y ni cuenta me di cuando terminamos exhaustas, abrazadas en la cama; ante la luz de la luna que penetraba en la ventana puedo decir que en verdad estaba enamorada.

—Eres magnífica Kristal... Te amo, te amo como nunca he amado...

—Yo también te amo amor, como nunca había amado antes, te lo juro. 

Sonreí grandemente antes de abrazarla y acurrucarla en mi pecho, ya era hora de dormir, debíamos descansar. Y que puedo decir, descansar en sus brazos era lo mejor para mí.


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