Regaños

578 30 0
                                    

Narra Kristal.

Al despertar en plena madrugada, después de esa noche con Victoria y no verla a mi lado en la cama, me confundió demasiado, puesto que era sábado, nuestro día de vagancia; me levante de la cama con una bata para buscarla en los lugares donde consideraba que estuviera, eran las cinco de la mañana, ¿dónde se pudo haber metido a esa hora? La puerta de la cocina se abrió dejando a ver a una de nuestras empleadas, ellos empezaban a trabajar desde las cinco para que cuando despertásemos la casa este limpia y con el desayuno servido, así tenían el resto de la mañana para hacer sus actividades. 

—Hola Gina, buenos días, una pregunta, ¿has visto a Victoria? —le miré mientras me autoabrazaba, hacía algo de frío.

—Buen día, joven Kristal, la verdad es que no, yo apenas vengo saliendo para hacer la limpieza y organizar el personal que no demora en despertar, la patrona debió salir desde antes para que no la viésemos. 

—Oh... En serio, bueno, gracias Gina, dejo que labores.

Sonreí algo preocupada para ir en dirección a la sala a esperar que Victoria apareciera, al tomar asiento en el sillón, visualice un sobre en la mesita de centro, por lo que lo tome con cierta curiosidad hasta abrirlo, sé que no estaba bien, pero seguro me daría ideas de donde puede estar Minnie; y definitivamente si me dijo donde estaba, a lo que me enoje demasiado. 

Carta.

Hola mi niña, mi querida Minnie Demon.

Te escribo esta carta para recordarte el trabajito que teníamos, sé que me dijiste que no querías saber nada sobre volver a matar por la promesa a tu pareja, pero sabes bien que esta misión fue acordada antes de que Kristal apareciera en tu vida, y en verdad no hay persona en este mundo que pueda hacer este trabajo como lo has de hacer tú. Sé que estás leyendo esto con cara de molestia, pero necesito a mi Minnie Demon, a mi asesina en serie, ya sabes dónde encontrarme para darte los detalles concretos para nuestra próxima víctima, no puedes decir que no y sabes muy bien por qué.

Con cariño John.

Debo aceptar que estaba muy enojada, por lo que me acomode en la penumbra que quedaba en la sala esperando que llegara Victoria, necesitaba una explicación a esto, ella sí me había dicho de un supuesto caso, pero no pensé que en verdad lo fuese a hacer. Eran las cinco y cuarto cuando la vi entrar con cierto sigilo a la casa, intento subir en puntillas, pero la tuve que detener, no me vería la cara de tonta.

—Ni intentes huir Victoria, más bien me puedes decir dónde estabas. —me levanté del asiento mirándola con una polera algo ancha y una sudadera deportiva, con ese atuendo pareciera que no matara a nadie, pero yo sé que si lo hizo, una mancha de sangre en sus uñas la delato.

—Kristal, no es lo que parece, yo puedo explicarte... —se acerca para tratar de tomar sus manos, pero la menor quisquillosa no se dejaba— Kristal, no seas infantil y trata de escuchar mis razones. 

—¿Qué quieres que escuche Victoria? Me mentiste, dijiste que no lo volverías a matar a alguien y preferiste separarte de mi cuerpo con este frío, solo para ir a matar a quien sabe que —dije algo alterada para darle un leve empujón manteniendo su distancia conmigo.

—Tenía que hacerlo, no podía decir que no —suspira un poco tomando su cabeza— Kristal, al menos escúchame en vez de gritarme. 

—¡Claro que si podías, nadie te manda a hacer algo que ya no quieres! —dije alterada para tomarle de la polera, zarandeándola un poco— no ves que no quiero que algo te pase por ese mundo malo; matar, las drogas o el alcohol no son buenas cosas, solo no quiero que te pase algo. ¿No lo entiendes? —solté rendida para que mis ojos se cristalizaran empezando a llorar en su pecho, sus brazos me rodearon y solo no quería que ella se separara de mí.

—Kristal, amor, por favor, ¿tranquila, sí? Nada me pasará Kristal, como se dice por allí "hierba mala nunca muere" —levanta la vista de la chica para dejarle un pequeño beso en sus labios— tranquila.

—Solo no quiero que te pase nada...

—Nada me pasará en verdad, solo no te enojes conmigo, por favor amor —le mira con cierta súplica, pero esta simplemente niega con su cabeza.

—Estoy enojada... Ni que me mires así me vas a lograr convencer —me separó de esta totalmente para subir en dirección a la habitación, me sentía cansada y solo quería dormir un rato más.

—Pero Kristal... —suelta un pequeño suspiro antes de acomodar su cabello— ya se te haré una sorpresa, así me vas a perdonar —sube muy animada a su estudio para ir acomodando todo para una gran cita.

La ApuestaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora