Nueva Casa, Nuevas Reglas

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Narra Minnie.

Todo el camino a casa junto a Kristal fue callado, se notaba en su rostro la tristeza de haber vivido aquella traición; de haber sido apostada, pero, ¿quién no estaría sintiendo lo mismo? La entiendo a pesar de todo, porque me ocurrió igual hace muchos años, solo tenía diez cuando viví, lo que era ser un premio de apuesta... —reí un poco al recordar— el bastardo que intento abusar de mí junto a mi padre, fueron mis primeros asesinatos, desde esa edad sabia que hacer justicia por mano propia sería mi pasión.

Si bien no me gusta hablar mucho de mi pasado, por lo que lo único que sabrán es que soy apodada como Minnie Demon, mi nombre únicamente una mujer lo sabe y es mi madre que en paz descanse en su tumba terrenal, porque no tengo idea de donde se encuentra; tengo veinte años, si sé que soy muy joven aún, pero me enorgullece decir que soy la asesina más buscada, pero ojo, nunca atrapada por la policía, ¿por qué? Bueno, siempre ando armada y soy bastante escurridiza.

Ahora bien, volviendo con el tema de Kristal, la pedí como premio, puesto que ese hombre no tenía nada de valor para darme, que al investigar de forma rápida su hermosa hija cautivo mi atención. Antes la había visto en fotos con su familia, pero no observe lo bien que se veía, no era tan pequeña por lo que estaba dispuesta a que nunca saliera de mis garras. 

Al llegar a la casa, la pobre joven se adentró rápidamente en busca de su habitación, de manera juguetona le indiqué donde era, anexando que no era solo suya, sino nuestra; ella quiso llorar que subió corriendo las escaleras, mientras por mi lado me adentre en mi estudio con un vaso de licor, era momento de examinar mi próximo trabajo, jugosamente era el hijo del presidente.  

Narra Kristal.

Al momento que llegamos solamente subí a la habitación y me tire frustrada en la cama a llorar, en verdad no soportaba que mi padre... Mi propio padre me había apostado... Estaba muy decepcionada; como quien dice por allí, definitivamente estaba sola en esta vida. Aunque, supongo que no podía permanecer así por mucho tiempo, tenía que levantar la vista y tratar las consecuencias de los errores de ese hombre, así que solo decidí tomar ropa e irme a dar una ducha que calmase mis males. Me sentía tan relajada en la gran bañera que no sé cuantos minutos pasaron antes de escuchar la puerta, abrirse y me asuste cubriendo mis pechos con mis manos.

—Oh, lo siento Kristal, no pensé que estuvieras aquí.

La mirada de Minnie sobre mí era incómoda, sentía que me veía como un lobo queriendo devorar a su presa, además que se notaba que me detallaba. Por inercia cubrí mis pechos con algo de vergüenza en mi rostro, al percatarme de la intensa mirada sobre mí.

—Sal... Sal, por favor. 

—Saldré, pero cuando termines te espero en la sala, debo decirte las reglas de la casa, las cuales no puedes romper o recibirás un castigo. 

Después de dejar escapar una pequeña risa, esta sale cerrando la puerta de nueva cuenta. Mi relajante baño se había arruinado, mis mejillas ardían a lo que lo termine lo más rápido que podía; tras acabar me coloque una pijama que encontré en el armario de Minnie para bajar a la sala, espero no se enoje al ver que uso su ropa. 

—Estoy aquí, espero no te enojes por usar tu pijama...

—No te preocupes, te ves superbién con ella. 

Sonríe la de cabellos rubios a la menor mientras palmea el sillón para que tomara asiento su lado. Minnie, tenía porte y aparentemente clase, pero también se veía de un carácter serio, por lo que decidí sentarme y estar atenta a sus indicaciones. 

—Primero, es importante decir que tus cosas llegaran mañana, aunque te ves hermosa con mis prendas de vestir, seguro tenemos estilos muy diferentes; como segundo Kristal, estás en una nueva casa, en la que te puedes mover a tu antojo, pero tengo varias reglas las cuales debes cumplir, son sencillas así que no debes preocuparte.

1º No debes traer invitados sin mi consentimiento, ¿ok?

2º Si vienen personas a la casa, ya sea tus amigos o tu padre, de este primer piso, es decir, lo que abarca la sala, cocina y patio no pueden pasar, se deben mantener en esta planta, prohibido ir arriba.

3º En el piso de arriba hay dos puertas, una roja y otra azul, tienes prohibido entrar en ellas, ¿sencillo no?

Asentí obedientemente ante todas sus reglas, aunque la última me causo curiosidad, pero dime tú, ¿quién se pondrá a contradecir a una asesina? Yo no sería capaz de ello. La primera impresión que esta me daba de todas formas es que era alguien muy reservada, supongo que por eso de su apodo nadie sabe nada, es una caja de sorpresas que quizás me cause curiosidad destapar. 

—Todo claro y anotado, le avisaré cuando venga alguien a la casa, no me gustaría tener problemas contigo.

—Está bien, hermosa, ahora, ¿quieres algo para cenar? —levanta una ceja con una sonrisa de punta a punta.

—¿Puedo pedir lo que se me antoje? Es que quiero pizza, pero si no se puede...

—Pizza será.

Abrí levemente mis ojos al notar como cumplía con mi antojo, no pensé que sería así de sencillo. Minnie, llamo a uno de sus guardias de confianza para que hiciera el encargo, mientras que nosotras empezábamos a conversar; seré sincera, la chica era interesante, más de lo que hubiera pensado. 

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