Capítulo 6: "Gata encerrada"

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De mi nació un dulce sentir,
en mi desde que te vi, arde con fulgor,
que me hizo pensar en el porvenir
de mi lado junto al tuyo tierna flor.

Ante el lapso en que tanto la nahual como ellos se quedan estáticos, aprecian que la mujer gata tiene un pelaje blanco pero tintado con tatuajes brillantes de color rojo claro; unos ojos plateados; una cola prolongada y esponjosa; su piernas eran patas y sus brazos eran los de un humano normal, aunque con unas garras al final de las manos; como último detalle, estaba vestida con unos pantalones holgados.

—¡La tomó como rehén! Debemos actuar ya —resalta el novato.

—¡Espera un segundo! Marcus, no hagas nada.

Atzin nota que la mujer gata está más preocupada por proteger a Adriana que en pelear y que no la está amenazando; de otro modo, en vez de sostener a la chica con sus garras, estaría ejerciendo cierta presión con estas sobre ella.

—Ustedes no son bienvenidos. ¡Largo! —Gruñe hostilmente la nahual—. Yo no he matado a nadie, ni ella tampoco.

Abierto el dialogo, Atzin intenta aclarar las cosas y exponer realmente cuál es su propósito, mientras frena a Marcus de atacar.

—Somos agentes del IPCEN, no queremos dañarte y mentimos en cuanto a los asesinatos, solo queríamos saber si había un nahual aquí.

—Pues lo hay, ya pueden irse. Y tampoco sé que carajos es eso del IPCEN; más les vale que ella solo este dormida o haré que su mentira de que soy una asesina se haga real.

La nahual coloca su oreja en el pecho de Adriana, comprobando si se encuentra bien, retrocede poco a poco.

—Ay por favor, ¿en serio no sabes del IPCEN? —pregunta Marcus extrañado.

—Escuché tal vez de otros nahuales cosas parecidas, pero nada buenas, será mejor que se vayan o...

—Cállate de una vez con tus amenazas, no eres tan fuerte, lo sentí. —Explica el castaño con disgusto—. Estabas realmente enojada por lo que hicimos a Adriana, no te contuviste y aun así fue fácil repelerte. Tienes todas las de perder, ríndete y no haremos nada, te lo prometo.

Marcus al fin había calmado su sed de confrontamiento, en todo caso, su rival no era tan fuerte como esperaba y eso no le daba tantos ánimos. Temía más por la vida de Adriana y por ello quería precipitarse, pero haciendo caso a Atzin, la nahual no parece ser hostil.

—Como dice mi compañero, no haremos nada, solo queremos hablar. —Repite Atzin—. Y lamento que escuches mala reputación de nosotros.

—No quiero hablar con ustedes, solo quiero que se vayan de nuestra casa. No confío en uniformados.

Marcus y Atzin dejan de estar a la defensiva, aunque sin saber qué hacer. Pronto, el moreno encuentra solo una alternativa y comienza a desvestirse de la parte superior del traje. Marcus, previendo lo que hará su compañero, solo se da la vuelta sentándose nuevamente en el sofá.

Atzin, en un brillo dorado, se transforma frente a la nahual.

—Por favor, solo queremos hablar —aclara Atzin entonando suavemente su voz.

Con la revelación de que el agente Atzin es un nahual, la mujer gato parece retomar algo de confianza y tranquilidad.

—Te haré un breve cuestionario, ¿está bien? —aclara Atzin.

—Sí, ¿pero ella estará bien?

—Adriana solo está durmiendo, tal vez lo haga por 1 hora.

—Bueno... la llevaré al dormitorio —remarca la nahual—, pueden tomar asiento.

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