Capítulo 18: "Motivación. Parte 1"

11 1 5
                                    

Tú que con tanta pasión en duelos bailas,

tú que con tanto cariño a tus golpes dedicas;tú que sin duda a tu corazón engañaspeleando por absurdos que justificas...

Pelea, pero consciente de por qué peleas.

Marcus esprinta en dirección a Atzin, lanzando varias combinaciones de ataques; evadidos, bloqueados y redirigidos por el nahual que se nota algo abrumado por el estilo de su compañero.

—¡¿Por qué no te has transformado?! —regaña el humano a su rival.

—Porque te haría más daño del necesario.

Tras esa afirmación, el castaño se irrita de sobremanera e incide más fuerza a sus golpes, con más rapidez incluso; sufriendo el nahual de modo más frecuente los impactos.

—¡¿Crees que no estoy listo para ello?! ¡Si no te transformas esto acabará en un abrir y cerrar de ojos!

—¿Ah sí? ¡Y tú! ¡¿Por qué dejaste el brazo metálico?! —reclama Atzin con la respiración tornándosele agitada.

—¿Crees que no estoy dando mi máximo esfuerzo solo por estar manco? —Increpa dando un golpe al estómago que pone de rodillas al nahual.

Atzin se queda inmóvil en el suelo mientras que reflexiona sobre lo que dijo su contrincante, "Es verdad", piensa; "No puedo hacer de menos a alguien que este peleando totalmente serio por solo tener un brazo"; se da cuenta de que el humano dejó de atacarlo. Subiendo la mirada, se percata de un Marcus paciente pero enojado, que aguarda a que el Xolo recupere el aliento para volverlo a embestir.

—Me pasé estas semanas entrenando para que, al pelear sin el báculo mágico, esté dando mi 100%. Ahora, si peleo usándolo, sería como hacer trampa, pelearía al 150%; y eso sería muy poco honorable para un duelo —concluye refunfuñando.

—Ya veo —el nahual se levanta—, entonces ya no... —Comienza a transformarse, y una vez completa la metamorfosis exclama—. ¡Ya no me contendré! ¡Da-Dan!

Ahora es él quien se lanza contra Marcus, volcando el combate a uno más parejo, bombástico y dinámico. El público se entusiasma por la fiereza y técnica de ambos jóvenes, incluso un atrevido comienza a reunir apuestas.

—¡Apuestas! ¡APUESTAS! ¡Hagan sus apuestas señoras y señores!

No se trataba de otro más que Jacob, el muy intrépido había llegado desde que escuchó que el jefe iba a enfrentarse en combate con alguien, so impresión se llevó al ver que se referían a Marcus. Y ahora, viendo cómo se enfrentan el Xolo y el humano, no puede hacer más que emocionarse y tratar de ganar un dinero extra aprovechando la incertidumbre sobre quién se posicionará como vencedor. Y vaya que está resultando rentable.

Aunque sin mucha significancia hacia las apuestas, sino hacia su hijo, Julián observa detenidamente cada segundo de la batalla, no descuidándose de cualquier mínimo detalle en el movimiento de los rivales. La patada de Marcus; el izquierdazo de Atzin; un cabezazo entre ambos y un esquive consecutivo de estos.

—Mira, mira nomás —alega una voz—, estas muy atento a tu cachorrito Julián. ¿No deberías atender otras cosas?

—Soy el jefe aquí, Gerardo, —responde indiferente y sin quitar la mirada de los muchachos— soy el que más sabe sobre mis responsabilidades y cuando puedo o no relegarlas.

—Claro, como digas, —dice el tosco hombre mientras asusta a uno de los aduladores que estaba al lado de Julián para sentarse en su lugar— por cierto, los hombres no llevamos labial, ¿ves?

IPCENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora