Capítulo 18

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Negro y azul.

Si pudiera escoger dos colores para describir mis emociones, definitivamente serían ese par. Negro por la oscuridad y lo muerto que me sentía y azul por la tristeza que abruma todo mi ser.

A veces sentía que mi vida era miserable, sin embargo, con lo que acaba de pasar, lo he comprobado, y es que sentía que sin educación no llegaría a ser nadie en la vida, mi futuro, mi camino hacia ser alguien había sido cortado por culpa de mi padre, su ambición, adicción y egoísmo eran tan fuertes que lo llevaron a hacer cosas malas. No era justo, yo solo deseaba tener una vida normal y ser alguien en la vida, tenía alas pequeñas y mi padre había cortado todo, me había quitado una oportunidad muy grande y ahora no sabía ¿qué hacer? ¿Qué rumbo tomar? ¿Hacia dónde voy? Esas preguntas martillaban mi cabeza una y otra vez, la perforaban, la maltrataban hasta el cansancio. Estaba claro que no tenía una idea clara de lo que haría con mi futuro, ni qué carrera elegiría, pero con esto ni siquiera llegaría a graduarme, lo hubiese pensado en el trayecto de este último año, pero todo se fue a la basura, ¿por qué todo se tenía que arruinar cuando pensaba que al fin algo me salía bien? ¿Estoy pagando algún mal que hice? Eran demasiadas preguntas para mi tan pequeña y torpe cabeza.

Daba igual, estaba harto del dolor de cabeza, solamente quería dormir de una buena vez y mañana despertar sabiendo que todo esto había sido un sueño. Ya ni siquiera me alegraba todo lo que me había pasado hoy, quería... quería dormir para toda la eternidad, al menos en mis sueños mi padre no era un egoísta y ambicioso.

Entonces simplemente me acosté en mi cama y cubrí mi rostro con las mantas para quedarme dormido bajo el efecto de mi llanto.

Ben:

—¡Benjamín! —el grito de Lucy me hizo reaccionar, estaba perdido en mis pensamientos.

—Ah... ¿qué ocurre?

—¡Pasa que estoy contando cómo Max me puso el cuerno y no me estás prestando atención! ¡Si ya no me quieres, dímelo!

—Lo siento, lo siento —musité frotando mi rostro—. Es que... ah. Estoy preocupado.

—¿De qué? Tienes todo en tu vida, nada puede preocuparte.

Entonces suspiré y me pasé una mano por la cara.

—¿Recuerdas a Joe? —ella asintió rodando los ojos, cuando le conté sobre nuestra reconciliación no estuvo del todo feliz—. Bueno, a pesar de que le puse saldo en su celular, no me ha llamado.

—¿Desde cuándo?

—Ya es una semana, dos días y trece horas —miré mi reloj—. No, olvídalo, catorce horas.

—Eres tan patético. Pero ¿por qué no lo llamas?

—Porque siento que me odia, además él debe llamarme, yo le hice la recarga, ¿por qué tengo que hacer todo yo?

La mirada que me dedicó no fue nada amigable.

—Suenas como una adolescente tóxica —entonces tomó mi celular y tecleó varias veces en la pantalla—. Ten, llámalo.

—Creí que no te caía bien.

—No me cae, pero cuando pasan estas cosas, es mejor llamar para preguntar si se encuentra bien. Por educación, Benjamín. Puede ser que esté tieso por ahí y tú todo menso esperando a que te llame, ten tantita madre, por Dios y llámalo.

Tomé el celular con un poco de duda, y luego asentí, en parte tenía razón, me estaba comportando como un completo idiota y él no se lo merecía. Sin embargo, después de un montón de timbres retumbar en mis oídos, supe que en serio algo andaba mal, si no me contestaba el celular quería decir que posiblemente algo le había pasado.

We're millionaires (Hardzzello) / Precuela de Dos Tontos Y Un BebéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora