Capítulo 28

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Paraíso.

Cielo.

Y gloria.

Había extrañado sentir cómo me cerraban las puertas del infierno para llevarme directo al cielo.

Sus manos subieron a mi cabello mientras el beso se intensificaba. Creo que este era el mejor beso que ambos nos habíamos dado. Había tanto amor y tanta pasión que no quería que acabara nunca, lo quería conmigo para siempre sin importar lo que había pasado entre nosotros. Sentí cómo mi corazón se hizo añicos cuando se separó un segundo de mí para sollozar, luego continuó besándome. Ante tal acto decidí abrazarlo para atraerlo más a mí y que se sintiera protegido en mi regazo, me llenaba de paz con solo verlo tan tierno e indefenso al llorar en mis labios.

Tuvimos que separarnos cuando nuestras respiraciones no dieron para más, entonces pude ver sus ojos con claridad y mi ser se llenó de alegría por completo, sus bellos iris me miraban como si fuese el objeto más valioso que pudiese existir en el planeta.

Entonces tomé su rostro con mi mano derecha y lo acaricié mientras limpiaba cualquier rastro de lágrimas en él. Sollozó nuevamente y me abrazó con fuerza, como si tuviésemos un tiempo limitado para estar juntos y en cuanto me suelte yo desaparecería.

Pero no, aquí estaba... a menos que sea un sueño.

—Pensé que ni me extrañaste —musité.

—Cállate y abrázame —habló contra mi pecho y yo obedecí—. No me sueltes, por favor.

—Owww, Benny, jamás lo haré. Aquí estoy, tranquilo —le susurré suavemente al oído mientras acariciaba su cabecita.

—Perdóname, Joey. Soy un idiota y la cagué demasiado —me miró—. Yo mismo provoqué mi sufrimiento, no comía, no dormía, porque no podía dejar de pensar en ti y en cuánto daño te había hecho, perdóname.

—Tranquilo, ya te perdoné, creo que la culpa fue de ambos.

—Nunca voy a perdonarme por haber roto tu corazón, eres lo más valioso de mi vida y no quiero volver a perderte.

Dios mío, esas palabras acaban de cautivarme por completo.

—Ven aquí —con las pocas fuerzas que tenía lo subí a la cama para recostarlo a mi lado, ahora estábamos frente a frente—. Eres un amor, por eso nunca dejé de quererte. Tú también eres un tesoro para mí —tomé sus manos y las llevé a mi pecho—. El más grande que puede existir, nada se compara a todo lo que me haces sentir.

Como respuesta, él simplemente sonrió y se recostó en mi pecho, a partir de ese momento, me dediqué a acariciar su espalda con delicadeza.

—Bueno, quitando el lado romántico —reí con timidez—. ¿Puedes decirme qué me pasó y cómo me encontraste?

Él suspiró y se acomodó mejor para dar inicio a la historia.

—Yo venía de París, acababa de llegar en el avión de mi familia, cuando me entró una llamada de un desconocido. Un taxista me llamó porque tú habías parado su auto, pero te habías desmayado en el intento. Entonces él buscó entre tu billetera y encontró mi número —se sonrojó y miró hacia abajo—. Escrito entre corazones —mis mejillas también se encendieron—. Pedí a Jaime que nos llevara hacia ti, te llevamos a un hospital y aquí ando llorando sobre tu pecho como María Magdalena.

—Pero... ¿por qué me desmayé?

Entonces sacó un espejo pequeño de su bolsillo y me lo enseño, mi nariz estaba vendada y yo ni siquiera me había dado cuenta.

—Julia me contó que tu padre había fracturado tu nariz, y los médicos dijeron que te desmayaste porque perdiste mucha sangre y por los efectos del alcohol en tu interior —me miró decepcionado.

We're millionaires (Hardzzello) / Precuela de Dos Tontos Y Un BebéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora