Capítulo 47

30 4 4
                                    

Ben:

—¡Basta, por favor, detente!

La potencia subió.

—¡Ya no diré nada, lo juro! ¡Detente, por favor! ¡No lo soporto!

Pero no hizo nada, la potencia volvió a aumentar.

Mis gritos se volvían cada vez más fuertes, cualquier persona que estuviera aquí pensaría que está dentro de una película de horror, todo era demasiado fuerte, algo que no le deseaba ni a mi peor enemigo.

Bueno, a Garrett sí, si no fuera por él no estaría siendo electrocutado en este momento.

Ya comenzaba a ver borroso, mi mente era un desorden total ya ni siquiera podía pensar con claridad, quería que todo acabara, si moría aquí, que así fuera, creo que no podía soportar tanto dolor.

Mi pesadilla acabó con un simple movimiento, el doctor había bajado la palanca que permitía encender y apagar la maldita máquina que llevaba torturándome en la última semana. Todos los días eran lo mismo, creían que con esto conseguirían "curarme" pero no, yo no estaba enfermo, simplemente no cumplía con los estereotipos del resto, de mi propia familia que no podía aceptarme como era.

Mi cuerpo comenzó a temblar involuntariamente, mi pecho dolía como el infierno y la cabeza no dejaba de darme vueltas, me pesaba tanto que la envié hacia adelante, como de costumbre, no podía mantenerme recto después de que me electrocutaran. Ya había tenido los mismos síntomas antes, sin embargo, esta vez los siento más intensos.

—Ya... —apenas podía hablar y respirar—. Te... lo ruego... para... ya.

—Entonces coopera, bonito —el doctor tiró con fuerza mi cabello para obligarme a verlo—. Hoy conocerás a un nuevo amigo —no dije nada, pues no quería gastar energías discutiendo con él, a la final estaba atrapado aquí—. Y más te vale que te portes bien.

Otra vez guardé silencio, ya no me importaba qué harían de mí si al parecer iban a terminar matándome con esa maldita máquina.

La puerta se abrió y por ella entró un tipo con una bata blanca. Entró sin saludarme, pero saludó al doctor y en seguida arregló un par de folders que tenía sobre un escritorio.

—Sábado, 21 de septiembre de 2008 —levanté mi cabeza al escuchar esa frase—. Listo —caminó hacia mí y me sonrió juntando sus manos—. Hola, Benjamín.

No respondí, solo lo miré mal.

—Me llamo Brandon, soy tu terapeuta.

—No necesito... terapia —hablé con la respiración entrecortada—. ¡No tengo nada! ¡No estoy enfermo!

—Ben, eres muy terco como para darte cuenta —Brandon levantó sus cejas—. Claro que estás enfermo, ¿qué es eso de gustar de hombres? Eso déjales a las mujercitas, ellas sí merecen a un hombre, tú debes enfocarte en las mujeres y ya. Ser normal.

—¡Soy normal! ¡Ser gay no me hace más ni menos hombre que ambos! —la ira provocó que mi energía regresara solo para dejar en su lugar a esos imbéciles—. Idiotas.

—Ay, corazón —Brandon negó con la cabeza—. Buen intento, pero eso no me convence. Y hoy cambiaré tu forma de pensar.

—Buena suerte —dije con sarcasmo.

—¿Estás relajado?

—¿Qué?

—Que si te sientes relajado.

—No, me estresa todo esto, tengo hambre, me duele la espalda, tengo sueño... ah sí y me duele todo el puto cuerpo porque ese médico inútil no ha dejado de electrocutarme en toda la semana.

We're millionaires (Hardzzello) / Precuela de Dos Tontos Y Un BebéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora