Capítulo 3

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—En serio te lo digo, Ben —comentó Lucy mientras acomodaba su equipaje en una de sus millones de maletas—, ve con uno de mis vecinos, son buena onda; no quiero que te pierdas este viaje y peor que no vayas, la vida no es divertida sin ti.

—Lucy, no exageres, no soy la gran cosa.

—Shhhhh, niño —mi amiga colocó su índice en mis labios—. Eres una de las mejores personas que puedan existir, tontos son aquellos que no se han dado cuenta de ello.

—Gracias —le sonreí y ella continuó buscando su equipaje.

Quedaba exactamente una semana para que se llevara a cabo ese bendito viaje y yo continuaba sin conseguir un compañero, a pesar de que no tenía muchos ánimos de ir. Mi cabeza se convertía en un rompecabezas de dos mil piezas cada que lo pensaba y el estrés se apoderaba de ella a medida que buscaba opciones, ¡pero es que ni siquiera tenía opciones! ¿Qué hago en estos casos?

Más tarde, luego de una tarde llena de películas y chucherías en la casa de mi amiga, regresé a mi casa directo a cenar, Jaime me llevó en cuanto lo llamé y mi madre me interrogó hasta más no poder para estar segura de que nadie me hizo daño en la calle y no me faltaba un hueso.

Ese era el problema de tener padres sobreprotectores.

Después de tener una aburrida cena con mis padres y Michael, mi hermano menor, subí a mi habitación y tomé uno de los libros de mi estante, esta vez le tocaría a Julio Verne y su obra "Viaje al centro de la Tierra". Acomodé mis anteojos sobre mi nariz y fui a uno de mis sillones para relajarme en la lectura, no sin antes bajar la intensidad de las luces de mi habitación, dándole un ambiente más acogedor y pacífico a mi espacio, finalmente encendí mi estéreo y a volumen bajo escuchaba las tranquilas melodías de la banda Coldplay.

No podía pedir más, tenía la paz que necesitaba para leer, adoraba hundirme entre los escritos de un gran autor como lo era Julio Verne, creo que no había mayor satisfacción para mí que este momento, mis padres habían salido a una reunión importante y mi hermano los había acompañado, tenía la casa en paz para mí solo.

Pero esa felicidad me duró muy poco, ya que bajo el leve sonido de Yellow de Coldplay, escuché cómo un par de piedras pequeñitas golpeaban contra el portón que llevaba a mi balcón. Con el miedo corriendo por mis venas, dejé el libro a un lado y me levanté lentamente para averiguar quién o qué estaba haciendo ese sonido, el pánico se apoderaba de mi cuerpo con solo pensar que podrían ser Albert o Chandler, incluso ambos que venían en búsqueda de venganza. Con un bate de baseball de madera, autografiado por los Mets gracias a mi papá, me acerqué lentamente a la puerta, al escuchar las hojas moverse de las enredaderas que colgaban de mi balcón, tragué saliva y decidí acercarme más rápido, aunque aún temblaba. Abrí la puerta lentamente, cerrando levemente los ojos por el chirrido que esta soltó al moverse un par de centímetros y avancé hasta el borde, en cuanto vi unas manos posarse sobre este, no dudé en soltar un golpe rápido, (aunque débil por mis escasas fuerzas) a la persona que asomó la cabeza.

Cosas que odio de mí: Ben Jones a veces actúa por instinto sin medir las consecuencias de sus actos. Y es que justo cuando propicié el golpe, logré reconocer el rostro de Joe, el cual apagó cualquier rastro de consciencia en cuanto la madera golpeó su cabeza. Rápidamente solté el bate y corrí hacia él para atraparlo antes de que cayera y se matara con semejante caída a gran altura. Con todas las fuerzas del mundo, intenté subirlo, más mi debilidad era grande, en cualquier momento podría caerse.

—¡Jaime! —grité, él era el único aquí en casa que podía ayudarme—. ¡Jaime, ven aquí ahora!

—¿Me llamó, señor? —su rostro serio se transformó en preocupación en un instante—. ¡¿Un ladrón, señor?!

We're millionaires (Hardzzello) / Precuela de Dos Tontos Y Un BebéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora