Atemporal

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El victimario se acercó hacia mí y me pidió que mantuviera el crimen como un secreto, pero yo sabía que eso no sería suficiente. Negué con la cabeza y me arrastré hacia el teseracto mientras el despiadado me veía con asombro. La máquina se abrió con solo desearlo. El interior del maletín consistía en una habitación de espejos como paredes y en cada uno de ellos se dibujaba una versión distinta de mi reflejo. Me adentré en el que me veía menos herido, dejando atrás un mundo que rechazaba mi existencia. Lo último que escuché antes de volverse polvo mi consciencia fue el estruendo de una bala y la risa malévola del ser que más desprecio.

Las velas se apagaron, el viaje llegó a su fin.

Mis voces se callaron.

Aparecí del otro lado del cristal. Esta vez observé con detenimiento los espejos y noté que en los bordes tenían palabras escritas. Cómo por arte de magia estás desaparecían luego de leerlas. Descubrí que leerlas en secuencia revelaban versos. Era mi obra; el prólogo de mi muerte. Y aunque este podría haberse considerado como el final, bajo mis pies había una puerta de madera con la palabra "Surrealismo" escrita con sangre.

La decisión estaba tomada.

Nacido del vacíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora