La mujer del espacio

36 17 9
                                    

— ¿Desde hace cuanto nos conocemos? — Preguntó ella. Dejó caer su cuerpo y quedó tendida sobre el pasto, yo hice lo mismo. — Siento que te conozco desde hace años y creo que podría contarte cualquier cosa sobre de mí. 

Ambos observábamos el cielo. De nuevo hubo otro silencio blanco y luego recordé el momento en que la conocí.

— Si mal no recuerdo te conocí hace cuatro horas. ¡Que rápido pasa el tiempo! ¿No?
— Es curioso, ¿Cómo puedes conocer tanto a alguien en tan poco tiempo?
— Lo realmente curioso es cuán rápido puede pasar el tiempo cuando estás con alguien que quieres.
— Es relativo, supongo. — Dijo la mujer mientras levantaba su mano derecha al cielo, como si intentara alcanzar las estrellas.
 
Entonces me miró con entusiasmo, supe muy bien que estaba a punto de preguntar algo muy tonto o muy interesante. Amaba ese gesto en su rostro y amaba sus preguntas.

— ¿Sabes cosas acerca del espacio y la relatividad? — Preguntó y no pude evitar sonreír. Ese era mi tema de conversación favorito.
— Sé que me quieres, pero no como me gustaría. Eso es relatividad.
— Jajaja. No me refiero a eso bobo. Hablo de las estrellas y del tiempo, ¿Qué sabes de esas cosas?
— Un poco más de lo que sé de ti.
— Entonces cuéntamelo todo.

Fueron horas hablando de todo eso que es más grande que nosotros y que nos hace querer trascender. Sueños y metas, placeres culposos, anécdotas de amor, fobias, poemas; hablamos sobre las veces que nos han engañado usando la misma frase, las mentiras que hemos dicho para conservar a alguien, las teorías conspirativas que rodeaban a la corporación de flores para funeral, sobre viajes en el tiempo y viajes a través de los recuerdos. Luego comenzamos a recitar versos atemporales y a narrar historias que nunca han sido escritas. Es cierto, fueron solo horas, pero se sintió como toda una vida. Y al despertar me sentía feliz porque fue una vida junto a ella.

Nacido del vacíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora