Desearía poder tener una manera de expresar con palabras lo extraño que fué aquel evento del que fui protagonista, pero si lo intento termino atrapado en un ataque de pánico que impide que las palabras se trasladen de mis dedos hasta el papel. Me ví obligado por la intensa necesidad de transmitir a otros mi terror a redactar algo que se le asemeja por poco, tomando días de descanso para escribir letra por letra, hasta terminar este mismo relato que está ahora en tus manos. Lo que estás por leer no es la historia ficticia de un aspirante a escritor, sino el bosquejo de lo que un hombre común, que no ha incursionado en el mundo de la literatura y que ni siquiera tiene el hábito de leer libros, presenció la primera oscura y fría noche del mes de noviembre del dos mil veinticinco, cuando una familia extraterrestre invadió su hogar y se llevó su más preciado tesoro.
Me hice consciente de mi existencia a media noche, mientras mi cuerpo se desplazaba por el pasillo principal de mi casa, hacia la sala de estar. Me detuve al instante e intenté descifrar las razones del extraño absoluto silencio que me envolvía, como si lo único con vida en el mundo fuese yo. Podría parecerte exagerado y algo drámatico mi comportamiento, pero soy lo que llaman "una persona muy rara". Estoy al tanto de las cosas que hay a mi alrededor todo el tiempo, como funcionan y como se mueven. Y de todas, siempre he considerado que el sonido es de las cosas más importantes si quieres medir en que estado se encuentra el ambiente. En la noche más normal podría escuchar el irritante canto de algún grillo entre las paredes o el zumbido grupal de los molestos zancudos que generalmente se reúnen a estás horas frente a la puerta principal, la misma que tenía a unos metros de mí. Esperé unos segundos, totalmente paralizado, con la certeza de que algún ruido estaba por aparecer. Quizá el viento movería los árboles o haría sonar el techo de latón o quizá un trueno rompería el cielo y dejaría caer desde él una tormenta. Nada... no había nada. Decidí entonces contar del uno al cinco mientras me cobijaba en la calma que me provocaba poder escuchar mi voz; pero al terminar todo seguía igual. Era inaudito ¿Cómo era posible? Nunca estuve tanto tiempo desorientado. Tuve entonces la intencion de caminar hacia la puerta, lo haría con cautela y con la intensión de abrirla y buscar a los malditos zancudos o confirmar la ausencia de los mismos, pero tan pronto como di un paso, el silencio finalmente se rompió con un estruendo. El sonido seco de algo desconocido y posiblemente de gran tamaño golpeando fuertemente contra el suelo al otro lado de la puerta. Di un salto por la sorpresa y mi corazón comenzó a andar rápido, antes de dar otro paso, otro segundo sonido retumbó en mis oídos, pero este era perfectamente reconocible. Eran los gritos agudos de terror de mi hija mientras que abría la misma puerta en la que yo llevaba rato fijado y corría hacia mí ahogada en lágrimas. Me coloqué de rodillas y la abracé mientras intentaba calmar su llanto, pero nada funcionaba. Mi esposa salió a toda prisa de una habitación angustiada y preguntando en uno tono elevado "¿Qué pasó? Qué pasó?" Pero no supe que responder. Coloqué a mi niña en sus brazos y está vez sin pensarlo e impulsado por la furia de lo que sea hubiese perturbado nuestra paz, crucé la puerta para encontrarme del otro lado, tirado sobre el pasto que había recortado la semana anterior, una masa gris y con forma humana pero muy larga y delgada.
En este punto las cosas comienzan a ser más difíciles de narrar porque sigo aterrado ¡Esa cosa no era una persona! ¡No era nada que hubiese visto antes! ¡Y respiraba !... Aparentemente estaba boca abajo, porque todo lo que podía ver era una bola gris dónde se supone va la cabeza de una persona, pero no identifiqué ojos, ni nariz, ni boca. No tuve tiempo para detallar sus brazos o piernas. Mi cabeza estaba ocupada tratando de entender lo que se suponía que fuese esa masa gris y como era posible que cayese del cielo. Luego de unos pocos segundos volví a escuchar los gritos de mi hija, pero está vez no eran solo los de ella sino también los de mi esposa, ambos desde el interior de la casa. Eché a correr para buscarlas, directo a la única habitación que tenía las luces encendidas y luego... Recordarlo se siente como morir, cada palabra me hace verlos. Y al verlos me siento asfixiado. No puedo hacer esto, no puedo... Pero tampoco puedo quedarme sin hacer nada. Te pido por favor entiendas que estoy poniendo todo mi esfuerzo en esto y que no es ninguna mentira o cuento de terror.Lo que ví fue tan desagradable que aún hoy me provoca náuseas. El primero, la figura de una masa con forma de hombre sentado en una silla, en el fondo de la habitación. La cosa estaba leyendo uno de mis libros y se vió interrumpida por mi presencia. Este era diferente al que estaba en el frente de la casa, tenía agujeros en toda la cabeza, cómo cráteres en la luna. Si tenía ojos, nariz y boca pero muy deformados, su rostro era más como la imitación de un rostro humano. Sus extremidades largas, delgadas y grises. Su cuerpo carecía totalmente de pelos y reflejaba la luz como si su piel fuese de goma. El segundo, justo a mi lado, era el intento de la masa de imitar una mujer; el resultado fue incluso más desagradable que el primero. Tenía dientes enormes y ovalados que no podía mantener dentro de su boca. Está si tenía cabello, era rubio, pero consistía en solo dos mechones que caían sobre su frente. Sus pechos eran visibles, uno de ellos caia hasta su estómago y el otro caía hasta la boca del tercero. El tercero era la imitación de un bebé que se amamantaba de la mujer; este fue el peor. Este se reía y me miraba mientras succionaba leche de ese trozo de masa colgante. Su cabeza era al menos del doble del tamaño que cualquiera de los otros y la forma de la misma no se asemejaba ni un poco a una esfera o a un óvalo. Era más cuadrada, pero con bultos extraños que sobresalían en todas direcciones. Ese niño era el hijo del diablo. Ante aquel espectáculo abominable mi instinto fue el de gritar, pero no pude. Me habían robado la voz. El gris del fondo levantó la mano y comenzó a hablar, con una voz casi metálica; era más un ruido que un sonido. Mencionó algunas cosas sobre el fin del mundo y el futuro, parecía que intentaba transmitir un mensaje, pero yo estaba tan asustado del ruido de su voz y tan concentrado en gritar que no pude prestar atención, no podía siquiera mirarlo por más de un segundo, mi mente no era capaz de procesar su forma. Y cuando intentaba mirar a otro lado, estaba ese bebé del mal tan deforme como los senos colgantes de la masa que hacía el rol de madre. "Esto es un sueño" pensé y justo en ese momento el gris del fondo dijo con su voz metálica:
— Efectivamente, estás soñando. Nos estamos comunicando contigo por medio de tu sueño.
Intenté nuevamente fijar mi vista en él, pero la imagen de sus labios moviéndose me hundía en locura. Comencé a darme golpes para despertar, pero era inútil. La masa se levantó de su silla y caminó hacia mí. Yo estaba paralizado. Una vez lo tuve en frente me dijo:
— Año dos mil cincuenta, debes mirar las estrellas. Ahora vete, quiero estar un rato más con mi familia.
Colocó los dedos de sus manos en mi pecho y me empujó fuera de la habitación, cerró la puerta y desperté.
Era media noche, estaba de pie en el pasillo principal de mi casa. Había ruido de insectos, del viento, de mi propia respiración. Los gritos de mi familia desaparecieron, pero mi familia también desapareció. Esto que escribo es otro de mis intentos por encontrarlas, pero creo que ya he perdido la esperanza. Esa familia alienígena me quitó lo único que tenía y no podré volver a verlas. En ocasiones sueño con ellas, que aún estan conmigo. No puedo parar de imaginar lo que esa masa gris pudo haberles hecho.
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Nacido del vacío
ŞiirNacido del vacío es una colección de poemas y relatos cortos que escribí durante los años en que la soledad casi acaba con mi vida; la época tanto oscura como horrorizante en la que por poco rechazo mi humanidad, cediendo ante los seductores encanto...