Capítulo 112, Parte 2, Nos secuestran, pero todo bien

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Una vez llegamos al lugar donde se suponía que estaba la plataforma todos nos colocamos en nuestros sitios. Ellos escondidos, yo maniatado, y Emma mi captora. Los Alux a lo suyo.

Emma silbó, y un guerrero asomó la cabeza entre las ramas.

-¿Qué haces tú aquí? –preguntó el chaval, no tendría más años que nosotros.

-Traigo al último explorador –dijo Emma –lo he cazado en la ronda de reconocimiento, baja la plataforma.

-Owen no quiere que traigamos más exploradores, lo dijeron en la reunión de ayer. Suéltalo por ahí y vuelve –respondió el chico.

Emma me miró, respiró hondo y volvió a mirarlo. El chico ya no estaba. En su lugar ahora había una veintena de Alux soltando la plataforma. Esta cayó a plomo contra el suelo y por poco no se revienta. Estaba hecha de tablones de madera mal cortados y atados entre sí con lianas. No parecía demasiado resistente.

-¿Podrá con todos? –Preguntó Nico –quizás deberíamos quedarnos algunos abajo –propuso.

-Vamos todos juntos –le cortó Álex. –Somos un equipo.

Los Alux tiraban de nosotros hacia arriba, era sorprendente la fuerza que tenían. Poco a poco fuimos ascendiendo más y más, y más, y más. Superamos las ramas bajas, luego las medias, y pronto llegaríamos a la copa.

-Pensaba que tenían su base entre las ramas –dijo Vince sorprendido. –Pero no hay rastro de ellos. ¿Será otra trampa?

Al fin dejamos de ascender. Ante nosotros había una plataforma igual que la anterior, pero más reforzada. Y a nuestro frente todo un campamento construido sobre el árbol que por lo visto, era asombrosamente plano en la copa.

Y no era el único. Todos los árboles estaban más o menos a la misma altura, era como ver un mar de hojas verdes y marrones.

Pero lo más importante era lo que se situaba en el centro del campamento, una gran bandera roja con motivos en dorado rodeada de soldados armados hasta los dientes.

Pensé que los guerreros nos reconocerían al momento, pero aún conseguimos descender de la plataforma y bajar al suelo reforzado. Ahí llegó el primer problema. Un guerrero se nos acercó para pedir información, y reconoció a mis compañeros. Sobre todo a Nico por vestir como un alquimista.

-Código Rojo –gritó el guerrero desfundando su espada.

Los Alux no tardaron en intervenir. Como si de una ola se tratase en mitad del mar de hojas, un centenar de criaturas diminutas asaltaron a la mayoría de guerreros y curanderos, que apenas tuvieron tiempo de reaccionar.

Nico no se quedó atrás. Agarró uno de sus frascos y se lo arrojó a un guerrero que tenía cerca. Este se convirtió en un cubito de hielo gigante al instante.

-El efecto solo dura cinco minutos –dijo Nico. –Con este sol quizá menos.

Yo recogí una espada del suelo y eché a correr, Emma iba delante. Vince y Álex se divertían como niños empujando a guerreros que estaban sufriendo el acoso de los duendecillos. Los curanderos trataban de hacer frente a las pociones de Nico, pero cada vez que se sacaban algo, algún duende saltaba sobre ellos y le robaba lo que tuviese entre manos.

El único problema era que con el ataque, la bandera estaba ahora más reforzada. El mismo Owen la vigilaba ahora.

Emma y yo nos deslizamos por el lateral de la aldea, buscando el lugar donde retenían a nuestros compañeros. Un par de guerreros despistados nos salieron al paso, pero pudimos con ellos.

(COMPLETO) EL CANTO DEL FÉNIX. Llamada al Alba (Canto Primero) NacimientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora