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Una vez terminé en la tienda salí. No me apetecía demasiado seguir en presencia de ese hombre, más que nada porque si seguía allí dentro me convencería para comprar también las ropas de alquimista y curandero.
La muchedumbre se había reducido algo, pero no mucho. Quizás tenía que ver con que se acercaba la hora de la comida y muchos se habían recogida a sus casas.
Eché una visual en busca de Emma, pero nada. De nuevo miré, y nada. Lo mejor sería esperarla a que volviese, pero me apetecía ver también a Jasón. Y además sabía cómo regresar fácilmente.
Miré a ver si veía a alguno de los dos y, al otro lado de la calle, vi a Jasón entrando en un local. Hice acopio de fuerzas y atravesé a empujones el grupo. Conseguí llegar sano y salvo. Con algún rasguño, pero sano y salvo.
Abrí la puerta y una campanita sonó. No llegué a ver el cartel de la puerta, pero no hacía falta. Si el otro era "Telas Milos", este era "Animales Vivos" (y cruelmente encerrados). ¿Por qué Jasón entraba aquí? Probablemente para decir un par de cosas.
Me fijé en las pobres criaturas, estaban tumbadas en sus jaulas aburridas. Todas menos unos duendecillos llamados Alux (según el cartel) que bailaban y saltaban dentro de la jaula, pero imagino que porque había muchos juntos. Cuando los miré estos se giraron y empezaron a hacerme muecas y enseñar la lengua.
En otra jaula se podía observar lo que se llamaba un Dzulum, acompañado de un mensaje: "Ideal para cuidar las cosechas y terrenos, olvídese de tontos perros". También tenían animales disecados y partes de animales en tarros. Me dirigí directamente al mostrador, no queriendo ver más atrocidades. Antes de llegar, un hombre salió de la trastienda cargado casi hasta el techo con más jaulas.
-Buenos días señor, buscaba a un chico... –saludé tratando de llamar su atención.
-No hay ningún chico aquí –respondió hoscamente mientras colocaba las jaulas a un lado del mostrador. Era un hombre calvo, vestido todo de negro, y con una fea cicatriz que le cruzaba la cara desde el ojo izquierdo hasta la boca. –Tú no vienes mucho por aquí... ¿verdad? –soltó el hombre con intriga.
-No señor –respondí. No me gustaba mucho su aspecto. Parecía un tipo peligroso.
-Y dime chico –empezó. -¿Estás interesado en un Dzulum o algo así? ¿O vienes en busca de algo más... suculento? Tengo plumas de Atotolín, o incluso corazón de Cipalti...
-En realidad venía buscando algo para Huargos... -solté.
-Pues haber empezado por ahí –se quejó él. –Tengo lo que necesitas –dijo con una sonrisa maliciosa. -¿Para matarlos, despiezarlos o torturarlos? –preguntó.
-¿Perdón? –solté de golpe anonadado. –No, no –dije rápidamente. –En realidad buscaba algo para... ¿domesticarlos? –esto último pillo por sorpresa al hombre, cuya sonrisa tornó en desconcierto.
El hombre se quedó mirándome, como si me analizase. Se fijó en mis brazaletes, y luego en mis ojos. Su mirada había pasado a un tono más sombrío.
-¿Domesticarlos? –repitió él pensativo. –Quizás tenga algo en la trastienda... -masculló mirándome a los ojos. Cada vez me transmitía menos seguridad. –Dame un minuto –dijo dándose la vuelta y regresando a la habitación de donde había traído las jaulas.
Algo dentro de mí me decía que debía irme, pero me preocupaba lo que había sido de Jasón. Juraría que lo había visto entrar. Quizás estaba en una jaula convertido en un animal, o se lo había llevado secuestrado a la trastienda.
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(COMPLETO) EL CANTO DEL FÉNIX. Llamada al Alba (Canto Primero) Nacimiento
FantasiEn el centro de un antiguo bosque, rodeado por altas montañas, se eleva un pequeño pueblo de nombre Hassen. No es un lugar importante. No hay historias de grandes guerreros, ni cuentos o hazañas de los habitantes de esta villa. A orillas de este pu...