Capítulo 102, Parte 2, Hago una promesa

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-Buenas –dijo Zigor mientras entraba en la sala, iba vestido de una manera muy peculiar. Habitualmente usaba pantalones de cuero o mallas y camisas de algodón, pero hoy llevaba unas prendas de cuero que semejaban más una armadura que las ropas de un panadero.

-¿Qué haces vestido así?- le pregunté.

-Es la armadura de explorador –comentó sin darle importancia.

-¿Explorador? ¿De qué estás hablando?

-Bueno –vaciló. –Creo que ya no tiene demasiado sentido seguir fingiendo. Hemos retrasado esto tanto que se nos ha echado encima... -susurró. –Áyax, sé que esto te sonará a locura pero, tú eres un mago. –Soltó.

-Mm, me cuadra.

-¿Vale? –se sorprendió él. – ¿Es la primera vez en tu vida que te hablamos de magia, tu abuelo lleva años reprimiendo su magia para que no descubras el secreto y tu reacción es un "me cuadra"?

-Es que ya he visto a Rosa hacer magia –comenté. –Además eso explica algunas cosas raras del abuelo –añadí.

Zigor miró a Rosa como si acabase de meterse en un lío. Ella soltó una risa de nerviosismo.

-Se iba a enterar tarde o temprano –se disculpó ella.

Zigor negó con la cabeza como si no fuese la primera vez que ella metía la pata.

-Bueno, pues mejor –comentó Zigor. –Entonces, ahora que ya me crees, ¿podemos saltarnos la fase en la que flipas en colores, niegas y dices que debe de ser un error y que tú eres Áyax, solo Áyax?

-Supongo que sí...

-Lo siento, es que me pasa mucho. Normalmente la gente no se lo suele creer y tal. En fin.

Zigor se sentó con pesadez en el sofá, como si estuviese agotado tras un largo día. O noche. Se desabrochó las cinchas de su "armadura" y levantó la vista al techo.

-Bueno, tengo algunas dudas –solté.

Zigor sonrió como si ya se lo esperase.

-Dispara chaval.

-¿Qué pasa con mi abuelo? ¿Dónde está? ¿Y porque no me habéis contado nada todos estos años?

-Bueno, lo segundo aún no lo sé, aunque tengo una teoría. –soltó, por como lo dijo entendí que no la iba a compartir. Por lo menos no conmigo. –De lo primero, hemos encontrado lo que podría ser un rastro, y lo estamos siguiendo. En cuanto a lo tercero, es sencillo. Los magos no somos muy comunes, y siempre hay gente que tiene interés en conseguir un mago. Algo sencillo cuando somos niños. En tu caso supimos que eras mago desde muy pequeño, tus padres lo sabían e hicieron todo lo posible por ocultarte. Por eso acabaste con tu abuelo en una granja remota.

-¿Tu conociste a mis padres? –salté.

Por primera vez en mi vida vi a Zigor nervioso. Supuse que evitaría hablar de ello, pero respondió con mucha suavidad:

-No sé si soy el más indicado para contarte esa historia.

El abuelo nunca hablaba de mis padres.

-Del pasado nada podemos –decía. –Para que vas, entonces, a lamentarte por eso. Mira hacia el futuro, y piensa en que puedes cambiar.

Nunca me gustó demasiado esa frase. Sé que rebuscar en el pasado no suele tener buenas consecuencias pero, en mi caso, era la única forma de conocer a mis padres. Yo no tenía casi ningún recuerdo de ellos.

(COMPLETO) EL CANTO DEL FÉNIX. Llamada al Alba (Canto Primero) NacimientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora