Capítulo 105, Parte 2, Me defiendo con una barra de pan de la examinadora

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En lo restante de mañana desmontamos muchas de las cosas que había en la casa. Rosa hizo su maleta y regaló el resto de pan a todos los que entraban hasta agotarlo. No tardó mucho.

Zigor hizo lo mismo, montó su maleta y cerró el sótano para que nadie cotillease. No convenía ir regalando armas a la gente, lógico.

Lara mientras tanto esperaba junto a dos caballos, uno de ellos el de Zigor, el otro de Lara supuse. Los cepillaba y alimentaba para el camino.

El viaje hasta la Academia era cerca de dos semanas según Lara me había dicho, pero se pasaba rápido. Y más junto a ella, o eso decía.

-Antes de irnos –me dijo Lara. –Debes soltar a la loba en la naturaleza. Esas criaturas no pueden entrar en la Academia. Sería peligroso para el resto de criaturas de fauna local...

-Pero es pacífica –dije. –No me iré sin mi loba –me planté.

Era lo único que me quedaba de la granja. Ni el abuelo, ni Jasón, sólo Plata.

Lara negó con la cabeza.

-Ya viste la prueba, si te pasa cualquier cosa puede ser un peligro para el resto. Puede que sea buena mascota, pero sigue siendo peligrosa. Sobre todo para nosotros.

-No es una mascota, es una amiga –defendí. –Y no me voy sin ella.

Lara no parecía con ganas de negociar, se plantó con los brazos en jarra y esperó.

-Yo me haré cargo –intervino Zigor. –No me hace demasiada ilusión –soltó, -pero si no queda otra, lo haré.

Siempre supe que la loba era del gusto de Zigor, aunque él lo negase.

-Pero como me muerda una sola vez, haré una alfombra con ella –avisó. –Y de las buenas, de solo una pieza.

-Se portará genial –le dije. –Ya lo verás. Es buenísima.

Plata aún tenía paja de la mano del muñeco en la boca, y nos miraba sin entender demasiado bien que sucedía. Pobre de ella, que tendría que cuidar de Zigor.

Me acerqué a ella y la abracé, ella soltó un ladrido leve, como queriendo devolverme el abrazo. Me lamió la cara, y luego se puso a saltar de nuevo alrededor de quien sabe qué.

Sonreí, estaba bien con Zigor. Tenía que estarlo.

Todo estaba dispuesto para salir, nosotros íbamos al este, donde estuviese la Academia. Zigor al sur, para continuar la búsqueda del abuelo, y Rosa con él. Ellos iban en barco, que lo tomarían en el siguiente pueblo, nosotros a caballo. Zigor nos dejaba los suyos.

-¿Estamos listos para irnos? –preguntó Zigor.

Todos asentimos. Todos menos Lara.

-Creo que vosotros aún tenéis una conversación pendiente –dijo refiriéndose a Zigor y a mí. Zigor suspiró.

-Vente –me dijo.

Ambos entramos de nuevo en la casa. Se le notaba intranquilo, como si tuviese muchas ideas en su cabeza dando vueltas, y no supiese como ordenarlas.

–Esto es algo que nunca te conté, porque no conozco del todo bien la historia, y no quería mentirte –empezó. –Hace ocho años sucedió algo horrible. Algo que llamamos el Cataclismo. Una mezcla de varios accidentes que provocaron la muerte a mucha gente, y el final de una gran guerra. Tu abuelo no quería hablar de ello, pero mereces saber un poco, al menos lo poco que sé.

Nunca había visto a Zigor así, tan dubitativo, tan temeroso. Él era un tío imponente, feroz, él era el que daba miedo de normal.

-Tus padres lucharon en la guerra del Cataclismo, y fueron grandes héroes. Gracias a ellos, entre otros, la guerra finalizó, con los buenos ganando claro. No sé exactamente que les sucedió, supongo que nunca lo sabremos del todo pero... ellos fueron víctimas del Cataclismo.

Yo me quedé pensando en ello, no sabía que decir. El abuelo me había dicho que habían muerto en un accidente, una cosa no desmentía la otra, pero no entendía porque no me lo habían contado antes.

-¿Cómo sabéis que no sobrevivieron? Si nadie les vio... quizás los atraparon –dije. Zigor negó con la cabeza.

-Ellos dirigían un batallón que estaba en el punto cero de la catástrofe. Nadie de los alrededores sobrevivió –se lamentó.

No sabía si sentirme mejor al saberlo, o peor porque me lo ocultasen. Preferí agradecérselo y no pensar en ello ahora. Ya tenía preocupación suficiente con el abuelo.

-El otro día –dije cambiando de tema por ahora, -tuve una Órama, o como se diga. Vi cosas muy extrañas. –Zigor escuchaba atento, analizando lo que le decía.

-Vi la granja, y también una cueva llena de bichos. Y también a unos chicos en el desierto... No sé qué significa todo eso, pero supuse que lo querrías saber. –Él asintió.

-Si es cierto que tienes el Don de la Órama –me dijo. –Lo que tienes es muy valioso. Te recomiendo que no se lo digas a nadie hasta que estemos seguros, pero quizás por eso es por lo que secuestraron a tu abuelo. La Academia es un lugar seguro, confía en Asher, y en quien él te diga.

Asentí.

-Te echaré de menos –le dije, no quería irme de allí. No sin Plata o sin Zigor.

-Pronto nos veremos –me respondió, guiñándome un ojo y con una sonrisa.

Me abracé con Zigor y con Rosa, y cada uno salió por su lado. Sentí que no los volvería a ver en mucho tiempo, y tampoco a Plata. Mucho menos Hassen o la granja. No volvería a mi hogar, quizás jamás. 

(COMPLETO) EL CANTO DEL FÉNIX. Llamada al Alba (Canto Primero) NacimientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora