—Hola abuela, ¿qué necesitas? —pregunta con amabilidad, Apolo.
—A ver mocosos, sus animales están defecando en mis plantas.
—¿Por qué traes tus plantas a nuestra casa? Solo vienes de visita, ellas no se te pueden escapar como el abuelo lo hizo —digo divertida y ella me fulmina con la mirada.
—Mocosa insolente —levanta su mano para golpearme, pero papá llega justo a tiempo.
—¿Qué estabas haciendo, mamá?
—¡Tu hija es una irrespetuosa!
Contengo la risa al recordar lo que le había dicho.
—¿Atenea?
—Yo ni hice nada, papá —me defiendo fingiendo estar confundida.
—¡Sabes que jamás te mentiría, Juan! —replica ella poniéndose a llorar.
—¿Apolo?
—Atenea no hizo nada papá.
—¡No puedes creerles, hijo! Sabes que ellos no me quieren —se victimiza.
—¿Por qué será? —susurro, pero papá me escuchó.
—Niños, vayan adentro y espérenme en la sala.
Nos sentamos en el sofá con Apolo y conversamos aproximadamente unos diez minutos sobre temas triviales hasta que llegó papá.
—¿¡Saben todos los problemas que tengo ahora por su culpa!?
—No.
—¡Deja de contestarme, Isabel! ¡Te juro que la próxima no tendré más paciencia!
Mejor me callo.
—Ahora, su abuela dice que ustedes no la quieren y que debería suicidarse.
—No me jodas —digo y me tapo la boca al recordar que no debía hablar.
—Y quiere llevarlos a un psicólogo.
—¿Por qué te dejas manipular por ella? —pregunta Ares, quien estaba pasando por aquí.
—No es tu problema Ares.
—Sí, lo es. A todos querrán llevarnos al psicólogo porque nadie de esta casa la quiere, es insoportable.
—Una palabra más Ares y te envío a Londres con Atenea.
—¿Y yo por qué?
—Porque ambos están comportándose igual de inmaduros.
—Tengo un trato —propongo—. Nosotros accedemos a hacer lo que dice la abuela y tú nos quitas los castigos.
—No.
—¿Por qué no?
—Puedo quitarles algunos, pero no todos.
—Está bien, quiero que solo nos quede una semana más de castigo.
—Dos.
—Una.
—Una y media.
—Trato.
—Hacen enojar a su abuela y será un mes.
—¿Cuándo se irá?
—Hoy es domingo, entonces... —se detiene a pensar—. Se va el martes por la mañana.
—Mañana empiezo el colegio, ¿cierto?
Asiente.
—Doble tortura —digo para dirigirme a donde estaba la abuela.
—Lo siento abuela, es solo que nuestras mascotas no tenían en donde hacer sus necesidades y ellas se equivocaron, perdónanos.
—Bien, pero que no se vuelva a repetir. Ahora por su culpa debí de salir fuera de la casa con este frío y creo que me enferme.
—¿Desde cuándo los síntomas se presentan tan rápido?
—Yo soy mayor y mi cuerpo es diferente, no me cuestiones.
—Como digas —contengo mi risa.
—¡Atenea! —me llama papá.
—¡Joder! ¡¿Ahora que hice?!
—Lenguaje, jovencita. Lo que iba a decir es que en una semana es tu cumpleaños.
—¿Y?
—¡Debemos festejar!
—No.
—Perdón, no lo dije bien. Vamos a festejar, no es pregunta.
—Como quieras, pero yo no voy a asistir —me doy la vuelta para irme.
—Si la haces, van a haber regalos.
Me detengo.
—¿Cuándo y dónde?
—El sábado veintitrés, en el bar de Artemis.
—Te lo tenías todo bien organizado, eh.
—Se llama ser precavido.
—Es lo mismo.
—Como digas, iré a prepararme para mañana.
—Está bien hija, adiós.
Me dio un beso en la mejilla y me dirigí al cuarto de videojuegos para desestresarme, mañana sería un largo día.
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La hermana de los Hidalgo
FanfictionEsta es la historia de Atenea la hermana de Ares, Apolo y Artemis, los hermanos Hidalgo. Fanfic inspirado en A través de mi ventana de Ariana Godoy, todos los personajes son suyos excepto Atenea, Luke y tal vez algunos otros (No me acuerdo si hay ot...