Capítulo 40

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—¡Luke! —hablo exasperada.

—Sí... ese soy yo—dice él medio dormido.

—¿Qué haces durmiendo en mi cama sin camiseta y sin pantalones?

—¿No recuerdas lo que pasó? —pregunta con una sonrisa de diversión.

—No... —digo preocupada.

—Verás...

Narra Luke

Rato después de llegar a la fiesta en la que obviamente la familia de Atenea no me quería ahí, vi a la cumpleañera tomando mucho de lo que le servía Ares. No sé que sea, pero él la miraba divertido y ella se reía sola.

Me dirigí hacia donde estaba Atenea y hablé:

—¿Qué estas tomando?

—No sé—dice y luego ríe.

¿Ven a lo que me refería?

—Entonces—le quito el vaso—, no tomes más.

—¡Oye! —protesta.

—Déjala, es highball—añade ares divertido.

Parece que este también tiene unas copas demás.

—Atenea nunca ha bebido tanto, esto no va a terminar bien.

—Agh, que aguafiestas—dice quitándome el vaso de la mano y tomándoselo todo—. Ahora nadie se lo puede tomar, ¿ya?

—Ya... Ven atenea—digo jalándola del brazo.

—¿Qué sucede, guapo?

—¿Cuántos de esos te tomaste?

Ella me muestra los dedos de sus manos, formando el número seis.

—Ocho.

—Acabas de decir que seis.

—¿Cuándo? Yo jamás dije tal cosa.

—Olvídalo. Vamos a tomar mucha agua.

—No quiero—dice haciendo un puchero.

Hasta borracha es guapa, dios mío.

—Hagamos una competencia de quien toma más, ¿quieres?

—Te voy a ganar—dice tomando el florero que había de centro de mesa y tomando su agua.

—¡No, no, no, no, no! Esa agua no, cariño.

—¿Qué mas da? Es agua.

Suspiré, para luego hablar:

—Esa agua esta sucia.

—¡Que asco! ¿Acabo de tomar agua de sapos?

—¿Agua de sapos? —pregunto divertido.

—Sí, donde andan los sapos. Ya sabes...

—No—digo y se me escapa una risa.

—¿De qué te ríes? ¿Sabes que te puedo denunciar por intoxicación?

—Tú te bebiste el agua sola.

—Pero tu me incitaste.

—Yo no dije que bebieras agua de sapos—digo utilizando sus anteriores palabras.

—¡Sabía que era agua de sapos! —exclama para luego gritar—¡Luke me evenen...! —no pudo continuar, ya que le tape la boca.

La gente nos miraba raro. ¿Acaso nunca vieron a una cumpleañera borracha?

Ricos tenían que ser.

—Cállate, vamos a tu habitación.

—Mhm, ¿qué quieres hacer ahí? —pregunta coqueta.

—Cosas—digo intentando que me haga caso.

—Vamos—dice y subimos hacia allá.

En cuanto subimos, la obligue a dormirse, aunque fue todo un desafío.

—Hagamos un trato.

—Dime.

—Yo me duermo, y tu te quitas esa ropa que se ve que tanto te incomoda.

Razón no le faltaba, pero ¿creía que le iba a hacer caso?

***

Y ahí estaba yo, en paños menores, abrazado de Atenea, la cual no me quería soltar ni para ir al baño.

Que poder que tiene sobre mi hasta borracha.

Él padre de Atenea estaba abajo intentando deshacerse de los invitados, ya que sabía en la situación que se encontraba su hija, pero no con quien, por suerte.

Lo que le esperaba mañana...

Narra Atenea

—¡¿Eso hice?! —pregunto ofuscada y escucho que alguien toca la puerta.

—Atenea, tenemos que hablar.

Papá... 

La hermana de los HidalgoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora