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🇨🇦»»——⍟——««🇲🇽

  A diario se caía el cielo sobre la ciudad con lluvias intensas que duraban desde la tarde hasta el amanecer del día siguiente. Con el agua desbordándose de los techos, Canadá corrió a la velocidad de la luz por algunas cosas y pronto regresó al departamento de México, cargando su ropa de dormir, algunas prendas para mañana y su cepillo de dientes.

  —¡Ya volví!

  México acababa de vestirse, estaba acostado en la cama.

  —Hola.

  —Hola.

  —Estaré en el baño arreglándome un poco —dijo sonrientemente y se fue a encerrar al baño con sus cosas.

  Bien, Canadá, no entres en pánico, no será como la anterior noche que durmieron juntos. Respira hondo, cámbiate de ropa, cepilla tus dientes y ve a relajarte junto a él. Es fácil.

  —Sí, es fácil —se dijo a sí mismo para animarse un poco y se levantó, decidido a tener una buena noche.

  Regresó con México después de un rato.

  —Terminé —dijo.

  Pero el mexicano no le respondió, se había quedado dormido mientras abrazaba una almohada y trataba de mantener el calor gracias a la única sábana que tenía.

  México podía soportar estar horas bajo la lluvia sin enfermarse, quedarse atrapado en un congelador y escalar empapado hasta la punta del Monte Everest, pero durante las noches se volvía completamente vulnerable a la temperatura, tanto que, incluso en las épocas más cálidas, se tenía que envolver en varias cobijas para descansar un poco.

  La otra noche en la que habían dormido juntos, lo habían hecho abrazados, así que tal vez por eso México no había tenido frío; pero ahora el muchacho dormía solo y se notaba que aquella única y escuálida sábana no podría satisfacerlo jamás.

  Canadá salió un rato, regresó a su departamento, y en cuestión de minutos regresó con colchas suaves y cálidas para su amado.

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  12 de agosto, 2020.

  Cuando México dormía no había fuerza humana que pudiera despertarlo, ahora dormía muchísimo porque era la forma más rápida de hacer que los días pasen, pero hoy abrió los ojos temprano al escuchar ruidos en su preciada cocina.

  Al encontrarse solo en la cama, se levantó y caminó fuera de su dormitorio.

  —Bonjour! —dijo Canadá, que mezclaba insistentemente algo esponjoso en un tazón.

  —¿Qué haces? —preguntó, asomándose con curiosidad.

  —Pues, tú me has hecho de comer en estos días, así que hoy quise hacer algo para ti.

  —¿Son pastelitos?

  —Es una sorpresa.

  —Definitivamente son pastelitos.

  Canadá tragó saliva en silencio. Sí, estaba haciendo pastelitos, ¿realmente era tan predecible? Pensó en parar y hacer algo diferente, pero al voltear pudo ver a México parado junto a él, sonriendo.

  —Me gusta cuando haces pastelitos.

  —¿De verdad?

  —Sí, son muy suaves y dulces.

  Estuvieron en silencio unos segundos hasta que México continuó.

  —¿Son tuyas?

  —¿Eh?

𝙱𝚘𝚗𝚓𝚘𝚞𝚛 𝙼𝚘𝚗 𝙰𝚖𝚘𝚞𝚛 | 𝓒𝓪𝓷𝓶𝓮𝔁 | TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora