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🇨🇦»»——⍟——««🇲🇽

  Canadá guardaba silencio, observando al dueño de la cocina maniobrar firmemente con los materiales que hace a penas unos días parecían abandonados.

  —Ya casi acabo, vete a sentar —dijo México, y Canadá obedeció.

  Después de unos minutos, el mexicano puso en la mesa dos platos llenos de distintas cosas.

  —Aquí tienes.

  —Gracias, no era necesario.

  Es verdad, no era necesario, desde el principio México no tenía por qué hacerle de desayunar a esa persona que cuando quisiera podía ir a los lugares de comida más caros de la ciudad, pero aún así lo hizo por instinto.

  México también se sentó y empezó a alimentarse en silencio.

  —¿Hoy harás algo? —preguntó Canadá, observando su plato.

  No era el banquete más enorme del mundo, pero le hacía sentirse como en casa.

  —Can, no lo tomes a mal, pero en serio no quiero hablar ahora.

  —... Ah, está bien, no te preocupes.

  Ambos siguieron en silencio hasta terminar. Canadá se levantó y recogió los platos para lavarlos.

  —Voy a salir un momento, gracias por dejarme pasar la noche aquí. ¿Hay algo más que necesites antes de que me vaya?

  —¿Vas a irte?

  Dicho así sonaba como algo espantoso.

  —Volveré pronto, lo prometo.

  México se levantó y ambos fueron en dirección a la puerta. Sería solo una salida rápida, pero por alguna razón se sintió como una despedida difícil.

  —Bueno, ve con cuidado.

  —Lo haré, y de nuevo, gracias.

  Estuvieron en silencio unos segundos, pero Canadá sujetó a México de los hombros, sorprendiéndolo con una simple pregunta:

  —Cuando termine, ¿me dejarías regresar aquí, contigo?

  El mexicano lo analizó durante unos segundos, para finalmente contestar.

  —Sí.

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  Hace tiempo, cuando recorría ese camino en su bicicleta, por su cabeza pasaban cientos de pensamientos felices porque sabía que al llegar a casa, el amor de su vida estaría allí para cobijarlo en sus brazos y devolverle la energía que el día se quitó.

  Pero ahora era diferente.

  Canadá ya no iba en bicicleta, ya no estaba regresando a casa, y ya no esperaba ser recibido por la persona que amaba más en el mundo.

  Estacionó su auto y se puso de pie frente a la puerta, puerta que ahora estaba fría y rodeada de charcos que la lluvia dejó. Alzó la mirada, viendo las ventanas para darse cuenta de que las luces dentro del lugar estaban encendidas. Eso significaba que alguien dentro se aprovechaba de las paredes.

  El canadiense tomó aire profundamente y tocó el timbre.

  «Escribo cartas con la esperanza de que Canadá cambie de opinión y regrese a buscarme» se repitió en su cabeza mientras esperaba. «Tal vez vaya a nuestro hogar y las encuentre allí, y así pueda volver a verlo algún día... Pero el hombre que me amaba ya no existe, ¿cierto?»

𝙱𝚘𝚗𝚓𝚘𝚞𝚛 𝙼𝚘𝚗 𝙰𝚖𝚘𝚞𝚛 | 𝓒𝓪𝓷𝓶𝓮𝔁 | TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora