ϾΛPłТUŁФ ТЯΞS

460 43 5
                                    

🇨🇦»»——⍟——««🇲🇽

  —¡¿Cómo dices de pronto algo como eso?! ¡¿Estás demente, idiota?!

  Quería decirle tantas cosas, pero la mirada en los ojos de México estaba tan vacía que cualquier comentario estaba de más. Canadá decidió guardar la calma.

  —... Bien, ¿y por qué nunca lo dijiste?

  —Esto pasaría, no me ibas a creer.

  —Claro que te iba a creer.

  —No es cierto —sollozó débilmente—, ni siquiera me crees ahora, ¿qué diferencia habría?

  —¿Cómo quieres que te crea ahora, después de tanto?

  —Lo sé, y tampoco es que importe, no va a cambiar nada. No tenemos nada que ver.

  Incluso sin entender del todo qué estaba diciendo México, sentía su corazón romperse.

  —¿Quién te ordenó robar una pieza de mi auto?

  —No te lo puedo decir, me estaría metiendo en más problemas.

  —Tendrás más problemas si no me lo dices.

  El mexicano alzó la cabeza y lo observó con ojos llorosos.

  —Ten piedad —pidió tristemente.

  —... No entiendo cómo caíste tan bajo. —Canadá lo soltó— Te... extrañé.

  Hubo silencio un rato, hasta que sin previo aviso, México empujó al canadiense al suelo, se levantó y corrió aprovechando la sorpresa. En cuestión de segundos, desapareció, dejando a Canadá allí.

/
.
.
.
\

  Nunca fue una ciudad grande, así que ver las calles casi exactamente igual a como las recordaba no le sorprendió demasiado. Tal vez lo único que le llamó la atención fue que aquella linda tienda que le regaló comida hace años había sido reemplazada por otro local.

  Ya era de noche, y Canadá entró tímidamente a una florería.

  —Buenas tardes —dijo a la encargada.

  —Buenas tardes. Disculpe, estamos a punto de cerrar.

  —Será rápido, lo prometo.

  Me pregunto si la costumbre de irrumpir en tiendas casi cerradas jamás desaparecerá.

  Estuvo un par de minutos paseándose entre las flores hasta que señaló unos tulipanes que le parecieron hermosos.

  —¿Me podría dar un ramo de estos, por favor?

  Y así, salió del lugar cargando un gran ramo de lindos tulipanes y volvió al conjunto de departamentos.

  Usó las instrucciones que le han dado los vecinos y llegó al hogar del mexicano. Tocó la puerta.

  —Soy Canadá. ¿Puedo hablar contigo?

  Nadie contestó.

  —México, por favor, quiero verte.

  Pero durante largos minutos no hubo respuesta, y la razón parecía muy obvia. Ahora se preguntaba después de mucho: ¿por qué? ¿qué fue lo que les pasó para llegar a eso? Era ridículo, ¿no tenían una vida juntos planeada? Suspiró tristemente y recargó la cabeza en la puerta de su amado, pensando por unos segundos hasta que se dio cuenta de que el lugar estaba abierto. Con el pequeño empujón la puerta se abrió totalmente.

𝙱𝚘𝚗𝚓𝚘𝚞𝚛 𝙼𝚘𝚗 𝙰𝚖𝚘𝚞𝚛 | 𝓒𝓪𝓷𝓶𝓮𝔁 | TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora