Nunca había visto los ojos de su marido endurecerse en señal de ira. Nunca había visto a Hashirama tan enojado. Normalmente, él era el que se enojaba más y Hashirama era el que lo ayudaba a calmarse.
Mucho menos lo había visto enojado con uno de sus hijos. El rey era todo amor y sonrisas con sus hijos. Los escondía y protegía de su madre cuando éste estaba enojado. Ahora era diferente.
Podía ver a su hijo menor con la mirada gacha y sus hermanos no intervenían. Nadie se oponía a su Majestad a menos que fuera Madara.
Aún así, éste último podía entender el enojo de su marido. Él también estaba algo enojado por eso.
Sus tres hijos habían nacido dioses y como dioses, tenían un papel que cumplir. Su hijo mayor, Obito, era el dios y protector de los semidioses y gustaba de cumplir esa labor, aunque se encontrara enamorado de una ninfa encerrada en una isla.
Su hijo de en medio, Itachi, tenía un trabajo... algo turbio ante los ojos de los demás: era el dios de los asesinos. Pero estaba bien. Era parte del balance universal, sin mal, no podía haber bien; sin noche, no hay día.
Y su hijo menor, Sasuke, había nacido para arrebatarle uno de sus trabajos al dios del Sol, Ashura. Sasuke se había convertido en el dios de las profecías y los oráculos. Y ese, precisamente, era el problema.
Las profecías de Sasuke eran difíciles de interpretar. Mucha gente tenía miedo de verlo caminado; entre los humanos era descrito como con un caminar de borracho, murmurando y farfullando y el sonido de la arena al resbalar era asociado a él.
Sus profecías habían llevado al mundo a esto. Habían pasado un par de siglos, y el padre de Hashirama, había regresado del abismo para tratar de recuperar su puesto como gobernante supremo de los dioses.
Justo cuando fue derrotado, Madara había sido secuestrado para —con su energía vital— despertar a Kaguya, la madre Tierra. Naturalmente, esto había iniciado una guerra y Hashirama estaba furioso con todo y todos por el secuestro de su amado esposo.
—¿Tienes algo que decir en tu defensa, Sasuke? —preguntó Hashirama, trayendo a Madara al presente.
—¡Sí! —replicó su pequeño; definitivamente, era el más Uchiha en apariencia: se parecía bastante a Izuna—. No ha sido mi culpa nada de esto, ¡yo solo soy el encargado de anunciar lo que quiere el futuro! Yo no hago el futuro... ¡lo hacen las Parcas!
Eso tenía sentido pero Hashirama necesitaba castigar a alguien, a las Parcas no se les podía hacer nada. Eran tan o más superiores que Kaguya, en antigüedad y poder. Además, su hijo menor necesitaba una lección de humildad.
—Lo siento, Sasuke, créeme —dijo, levantando la mano, dispuesto a hacer algo que el menor no sabía. Éste miró a todos lados.
—¡Mamá, dile que no! —Madara no hizo nada. Amaba a su hijo, pero ésta decisión no era como padres, sino como reyes. —¡Obito, Itachi, por favor!
—Lo siento, hermano —dijo Itachi—, quizás en otro tiempo será.
***
Se sentía caer. Caía y caía. ¿Cuándo iba a terminar eso? Trató de abrir los ojos pero no lo lograba. Con un golpe sordo y golpeando su cuerpo de forma dolorosa aterrizó.
Un pensamiento cruzó su mente: ¿Acababa de sentir dolor? Eso... eso era imposible. Él era un dios, los dioses no sentían nada de dolor. Abrió mejor los ojos y se dio cuenta de que...
¡Había aterrizado en un contenedor de basura!
Quiso levantarse rápidamente de ahí, pero efectivamente, estaba bastante adolorido. Le tomó varios minutos salir de ahí y cuando por fin lo hizo, lo primero que decidió hacer fue buscar algo donde poder ver su imagen.
Encontró un charco de agua sucia. Y bueno... no estaba tan mal. Conservaba su cabello azabache solo que quizá se veía más... ¿normal? ¿Apagado? Sus ropas no eran las mismas del Olimpo, tenía unos pantalones oscuros y una camisa color azul, junto con un collar en el cuello. Se parecía demasiado a los adolescentes mortales y eso le parecía inaceptable.
Y tenía cicatrices. Sasuke casi se desmaya ahí mismo. ¡No se veía tan hermoso como antes! Se sentó cerca del charco, entrando en una crisis existencial, pero tan pronto como si trasero entró en contacto con el suelo, algo le molestó.
Llevó su mano al bolsillo trasero y sacó... una cartera. La abrió y vio unos billetes y una tarjeta. En la tarjeta, observó, agarrándola con cuidado, estaba su mismo rostro que había visto hace unos minutos y ponía: Sasuke Uchiha.
—¿Eso quiere decir... —negó con la cabeza de forma frenética— que soy un mortal? ¡No, no, no, no...!
Tenía que salir de ahí y encontrar la manera de regresar a casa. Volvió a levantarse, y empezó a correr hacia la salida del callejón (porque eso era donde estaba el contenedor de basura donde cayó). Podía sentir los ojos de su padre, Hashirama, sobre él.
Ni siquiera se dio cuenta de que chocó con dos personas.
—Auch...
—¡Fíjate por dónde pisas, teme! —exclamó una de las personas y Sasuke volteó a verlo.
Rubio, de unos ojos azules, con marcas en las mejillas y con ropa naranja. Podría reconocer a ese semidiós en cualquier lado.
—¿Naruto?
—¿Qué? ¿Cómo sabes mi nombre? —preguntó con recelo y Sasuke sonrió: el pobre seguramente pensaba que era un monstruo que buscaba comerlo o algo así.
—Soy yo... Sasuke.
—¿Sasuke? —el silencio se instauró y fue foto al poco tiempo por una risa. Sí, definitivamente, Naruto se estaba riendo de él y eso lo enojó. —¿Escuchaste, Neji? Dice ser Sasuke... JAJAJA.
—Naruto... sé más respetuoso, da igual que no lo sea —dijo Neji, el joven de los ojos blancos. Naruto recordó cómo Madara lo había engañado, haciéndose pasar por un anciano, y al final, terminó dándole su bendición divina. Entonces dejó de reír.
Sasuke se había levantado tras el pequeño shock y se quedó mirando a los otros dos. Era humano, okay, pero le satisfacía ver qué era más alto que el niño Uzumaki.
—Okay... supongamos que seas el verdadero Sasuke. ¿Qué estás haciendo aquí, dattebayo?
—Recuperar mi divinidad —dijo con firmeza.
Entonces, los ojos azules se encontraron fijamente con los negros y el mundo pareció desaparecer.
—¿Me ayudarías, por favor, Naruto?
***
—¿Crees que nuestro hijo esté bien? —preguntó Madara. Los años y la maternidad lo habían ablandado un poco.
—Si, estará muy bien. —Dijo Hashirama, mirando a su esposo y atrayendo al menor a su regazo, donde lo sentó. —Estará bien, Maddy. Regresará sano y salvo, aprenderá su lección de humildad y tal vez...
—¿Tal vez qué?
—Tal vez encuentre el amor.
FIN
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𝐒𝐎𝐍 𝐎𝐅 𝐖𝐀𝐑 | hashimada
Fanfiction───── ❛ 𝑒𝓋𝑒𝓇𝓎𝓉𝒽𝒾𝓃𝑔'𝓈 𝒻𝒶𝒾𝓇 𝒾𝓃 𝓁𝑜𝓋𝑒 𝒶𝓃𝒹 𝓌𝒶𝓇 ❜ hashirama, el rey de los dioses, harto de su matrimonio, se fija en un rey mortal amante de la guerra Inicio: 03/09/2021 Final: 17/06...