𝐒𝐎𝐍 𝐎𝐅 𝐖𝐀𝐑 | hashimada

Capítulo VII

—¡¡¡AAAAAAAAAHHHHH!!! —fue lo primero que se escuchó en el castillo Uchiha, a primera hora de la mañana, un domingo. Todos los sirvientes y familiares que vivían ahí, se pusieron de pie y corrieron a la habitación de su señor.

Madara Uchiha se levantó, completamente asustado. Había sangre en su entrepierna, más en específico, de su ano. Pero... él no tuvo relaciones con Hashirama. Ni con nadie más. Su médica personal entró y le pudo confiar tal cosa.

—No tenemos registro de esto, Madara-sama... porque solo ocurre cuando un hombre tiene relaciones siendo el pasivo —susurró—. ¿Usted es virgen, cierto?

—¿Me has visto salir con alguien?

—Bueno... usted parece interesado en el arquitecto de Suna... ¿usted y él han...?

—¡NO! Él y yo... no. Nunca. Soy virgen —admitió, sonrojado.

—Entonces (y podría ser una conclusión apresurada) es una menstruación masculina.

—¡¿Qué?!

—Se lo explico. Del alguna forma, usted tiene un útero... el útero quiere un bebé, usted no, y el útero quiere venganza.

—Si sé cómo funciona, gracias —no se quería levantar de la cama.

—Los dioses pueden adaptar su cuerpo si quieren. Pero usted no es un dios...

—Si, si. Gracias, Naomi. Ya puedes irte.

—Es Naori... Llámeme si necesita algo, Madara-sama —se inclinó y se fue.

—Esto debe ser obra del idiota de Hashirama... —apretó los puños. Recordó lo que le dijo su maestro: Cuida a tu pueblo y no te metas con los dioses. Pero fueron los dioses quienes eligieron meterse con él.

Desde el Olimpo, Hashirama amanecía en una cama vacía y fría. Ya para que le sorprendía, su mujer debía de estar en el lecho de su amante. A sus oídos divinos llegó el grito asustado de su Madara. ¡Su Maddy estaba en problemas! Se transformó en una ráfaga de viento y llegó hasta el palacio donde vivía su amor.

—¡Madara, ¿estás bien?! —Madara seguía en la cama teniendo una crisis existencial.

—¡TÚ! ¡Maldito, arruinaste mi vida!

—¿Yo qué hice? —dijo, algo asustado.

-No sé cómo, no sé porqué, hiciste que yo pueda tener bebés. ¡Es horrible! ¡Te odio!

—Aaah, eso —recordó el favor de Mei—. Si, lo hice —admitió.

—¡Tú!

No quería levantarse, prefería que se mancharan sus sábanas a tener que ponerse una tela extra en sus calzoncillos. Estaba asustado y avergonzado. Enojado con Hashirama pero no podía hacer nada: no había forma de quitarse eso si fue creado con magia divina y no quería meterse en problemas con los dioses. Avergonzado porque el guerrero más masculino había sido semi transformado en mujer...

O eso es lo que él creía.

—Tengo una solución —declaró Hashirama, sentándose a su lado.

—¿Cuál?

—Esperamos al siguiente mes y entonces, tú y yo... Te follo y te quito el sangrado por nueve meses —eso perturbó en extremo al rey mortal. El dios tenía una expresión de perversión absoluta y llevó su mano hasta su cara, donde Madara le dio un enorme mordisco.

—¡Aléjate de mi, sucio pervertido!

—¡Auch! ¡Me lastimaste mi mano! ¡Eres cruel, Maddy!