Capítulo XIX

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Las leyendas contarán que la luchas duró semanas, quizás hasta meses. La realidad es que, duró unos cuantos días; muchos soldados habían fallecido y las tensiones entre los pueblos aún seguían ahí.

Todos los dioses se encontraban en el Olimpo, si bien, no heridos físicamente, si que habían sufrido algunos daños en su representación, en la forma en que los veían los humanos.

Y una mujer de cabellos rojos como la sangre se encontraba en el suelo, atada por cadenas, intimidada por las miradas de los demás sobre ella.

—Mito, has sido la peor mujer y esposa en este lugar —dijo Kawarama, levantándose y empezando a caminar de un lado a otro—. No solo lo digo yo, lo dicen tus actos.

—No sé cómo pude pensar que eras la mujer perfecta para mi hermano —dijo Tobirama con asco, mirándola con sus fríos ojos rojos.

—No solo engañaste a al rey de los dioses, mientras que él sí que se mantuvo fiel a ti; te acostaste con reyes mortales por tus intereses personales, sembraste la idea de una guerra, liberaste al Juubi y finalmente, cobraste la vida del amante de Hashirama, Madara Uchiha.

—Eres despreciable, Mito —habló Mei, cepillando su hermoso cabello, de un rojo más oscuro que el de la acusada—. ¿Pero qué se podía esperar de ti? Eres una titánide.

—Mei... —dijo Kawarama. —Eso es racista.

—¿Pero tengo razón? No todos son tan lindos y leales como Kisame.

—Pero tienes razón... Por todos los crimenes que has cometido... —habló Kawarama, empezando a brillar un poco, un brillo dorado, que indicaba que se estaba enojando—. Tu sentencia es... pasar la eternidad en el Tártaro.

—Justo encima del Caos —finalizó Hashirama.

—¡¿Qué?! —los ojos verdes de ella se abrieron con terror, mirando as su ex esposo—. ¡No puedes hacerme esto!

La razón del miedo de Mito era comprensible. El Caos era el origen de todo, padre la madre Tierra, el Cielo y el Tártaro. Al ser ese origen, si algo caía en él, se disolvía y dejaba de existir, y lo más importante, era olvidado.

—Oh, si que puedo, querida —dijo el de pelo castaño con sorna—. Aunque siguieras siendo la reina, lo hubiera hecho, dañaste a Madara y a mi bebé y eso, ¡no te lo perdonaré!

La sala se quedó en silencio, procesando eso: Madara, un mortal, un hombre, ¿estaba embarazado? Excepto Mei, ella se veía las uñas con satisfacción, después de todo, sin ella no hubiera sido posible que el Uchiha quedara embarazado.

—Tobirama —el menor volteó—, llévatela.

—¿Por qué yo? —se quejó el de cabello blanco.

—Porque es tu reino, ¿o nos dejarás entrar a los demás en el inframundo? —respondió Itama.

—Bien —frunció el ceño.

—No te preocupes, Izuna está sano y salvo —le dijo Itama con burla, viendo el pálido sonrojo en las mejillas de su hermano mayor.

El albino se retiró, llevando a su ex cuñada, desapareciendo en una bruma oscura. Cuando el de ojos rojos se fue, Hashirama tomó la palabra.

—En otras noticias, Kisame, nos has ayudado bastante —habló el rey.

Así había sido, los últimos días, había aparecido Kisame en el desierto, llevando toda la fuerza del mar con él. Este fue un movimiento decisivo para el ejército olímpico y los mortales.

—¿Qué quieres como recompensa? Te ofrezco cualquier cosa, excepto mi amante y mi hijo.

—No tengo ninguna exigencia, por ahora, majestad —dijo el titán del agua, el único que había permanecido leal hasta ahora.

—Lo único que quiero mencionar —nuevamente habló Kawarama— es que aruinaron el ecosistema, ¿han pensado en cómo afecta que el desierto se convierta en un lugar más fértil?

Fue tristemente ignorado, pues todos los dioses se habían puesto a platicar cada uno por su lado. “El único que no me ignora es Kagami”, pensó.

—Pueden retirarse —dijo Hashirama, con la mano en la cabeza. Observó a los demás irse, a Mei coqueteando con Kisame, a Tsunade irse del brazo de su asistente, a Itama riéndose de su hermano y así...

***

Tan pronto como Tobirama hubo llegado a su reino, las tres Furias se presentaron frente a él.

—¿Por qué trae a esa zorra aquí?

—Tengo que colgarla sobre el Caos —dijo con fastidio pero a la vez con satisfacción por el castigo que ésta había recibido.

—No lo hagas, Tobirama… —suplicó la mujer—. Haré cualquier cosa…

—¿Crees que soy imbécil? No te liberaré, y aunque vengas como zorra arrastrada, que sepas que yo ya amo a alguien.

El inframundo en sí, hacia frontera con el reino de la Oscuridad, se tenía que atravesar este para llegar al Caos.

—Tobirama-san…

—Nyx-sama…

—¿Me trajiste un obsequio?

—Uh, no. Mito es el peor obsequio de todos, sería un insulto de mi parte dárselo.

—Oh, ya veo.

La diosa lo dejó pasar. Tobirama tenía que admitir que le daba miedo, esta señora era muchísimo más poderosa que Hashirama y él y con diferencia.

—Debiste haberlo pensado antes de traicionarnos —le dijo a la mujer, cuyas manos estaban envueltas en unas fuertes cadenas doradas, que tenían magia muy poderosa.

—Yo no era feliz con Hashirama… —susurró en un intento desesperado por ser liberada, sin embargo, eso no funcionó.

—¿Pero te quedaste con él por el trono, verdad? —preguntó con fastidio. Gracias a Mito, sabía que clase de dioses o personas no quería y estaba cada vez más seguro de que Izuna era el ideal para él. —¿Y por eso lastimaste a mi sobrino que aún no ha nacido? ¿Tan así de mierda eres? Ojalá estas cadenas se rompan y te caigas en el abismo del Caos…

***

Hashirama suspiró, reapareciendo en sus habitaciones, donde Madara aún seguía en coma. Habían logrado salvarlo, entre todos habían ayudado, incluso su bebé estaba en desarollo. Sin embargo, su amor aún no despertaba. Tuvo déjà vu, sobre un momento así, había salvado a Madara del Kyubi, y este, se había asustado por despertar en su cama...

—Despierta, mi amor... —susurró, sentándose a su lado, tocando su corazón por encima del pecho, sintiendo sus muy suaves latidos. Ansiaba el día en el que su Madara despertara y comunicarle la noticia de su embarazo. —Quiero verte feliz, quiero amarte… quiero que veamos juntos a nuestro hijo…

«Es la primera vez que me enamoro y mis sentimientos son más que correspondidos… quiero que te despiertes y que seamos felices juntos… No soy el único preocupado por ti, Izuna también te necesita… Maddy, te amo más que a nada. Por favor, despierta...

 Por favor, despierta

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𝐒𝐎𝐍 𝐎𝐅 𝐖𝐀𝐑 | hashimadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora