Capítulo XI

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La vida de Madara no fue la misma desde ese día. Se levantaba o se dormía pensando en Hashirama. Madara estaba enamorado. Después de mucho tiempo, por fin lo había aceptado. Pero eso no quería decir que le iba a confesar eso al moreno, aún seguía estando tras su orgullo.

O quizás se debía a qué Hashirama lo hacía sentir tímido, sensible, vulnerable, algo torpe y sobretodo, especial.

—¿Estás bien, nii-san? —preguntó Izuna, notando lo distraído que estaba el mayor.

—Sí, sí, mucho mejor.

—Qué bueno, porque hoy Hikaku me ha dicho que conocerás a varias candidatas.

—¿El que cosa de qué? —dijo el azabache que estaba pensando en los ojos del moreno.

—¿En qué estás pensando? —las mejillas de Madara se pusieron rojas, lo cual Izuna tomó como que estaba pensando en Hashirama—. Son las candidatas a tu esposa y reina de Konohagakure.

—¡¿Qué?! —Eso lo descolocó por completo, pero es que se cagaba en sus muertos, él no planeaba casarse. Entendía que era lo mejor para su pueblo y todo el rollo pero él ya estaba enamorado.

Además, una pequeña parte de él le decía que Hashirama mataría a la persona que se casara con él.

—Entiendo que no te quieras casar, entiendo lo que sientes por Hashirama…

—¡Yo no siento nada por Hashirama! —exclamó haciéndolo más evidente—. ¡Yo no me quiero casar con nadie!

Quizás con Hashirama… pero él tiene a Mito, pensó con una gran y clara decepción y en medio de eso, su inseguridad lo asaltó y los pensamientos llenaron su cabeza. Y no eran pensamientos precisamente agradables…

¿Y si Hashirama estaba jugando con él? ¿Fingir amar demasiado a aquel mortal y luego dejarlo botado para diversión de los de arriba? Madara sabía de eso, había visto esas cosas cuando era niño. Incluso su madre lo hizo con algún pretendiente, llegando el pequeño Madara a sentir lástima por aquel aventurado.

Razón más para no darle a Hashirama la satisfacción de saber que logró su cometido.

—Nadie dice que te cases de inmediato, nii-san. Incluso yo tampoco quiero que te cases —hizo un puchero— porque le harás más caso a tu esposa que a mí. Además… —se mordió el labio— sé que estás enamorado y aunque no me gusta, Hashirama también te quiere…

—Sí, claro —dijo con un claro rastro de incredulidad en su voz. Izuna se sorprendió mucho, su hermano parecía estar despectivo hacia su pretendiente número uno.

—¿De qué hablas? —al ver que Madara no decía nada, lo intentó de nuevo—, ¿qué te pasa? Hasta hace unos minutos parecías perdidamente enamorado de él, jejeje.

—Pues no. No soy tan gilipollas para caer en sus juegos.

Izuna juzgó que no era prudente seguir preguntando de eso, su hermano mayor tendría sus razones y no podía cuestionarlo, como su hermano mayor y soberano del reino.

Mientras tanto, Ashura era interrogado por su hermano y el amor de su vida.

—¿Quién es Madara exactamente?

—¡Ya te lo dije! Es el rey de Konohagakure…

—¡No! ¡Incorrecto! ¿Qué es Madara para ti?

—Te voy a ser sincero. Lo veo como un excelente cuñado y desearía que Hashirama no fuera tan rompe bolas porque eso solo lo hará enojarse.

—¿Espera, no te gusta él?

𝐒𝐎𝐍 𝐎𝐅 𝐖𝐀𝐑 | hashimadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora