Capítulo 12: Loba, lobita.

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Capítulo XII: Loba, lobita. 

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ASCIAN: 

Rebeka sabía que vendría si tomaba a Lilith, ¿como estarían sino sus mascotas esperándome?

Desde las alturas podía apreciarse a la perfección la arquitectura de su palacio, con una gran división de habitaciones, una por cada lobo o eso imaginaba yo. 

 No. Yo sabía perfectamente que era por cada lobo.

La propiedad se extendía sobre gran parte del norte, los suelos verdes y árboles bien cuidados expresaba la lealtad que los lobos le tenían a la naturaleza. Un gran jardín se extendía por el patio, donde un gran velo de rosas, rojas y blancas, y varios arbustos, pintaban el hogar de vida. Todo lo demás estaba rodeada por bosques.

Una gran estatua de lobo adornaba el centro de una fuente.

Llegué a tierra firme y tomé mi forma humana.

―Ya sabrán porqué estoy aquí ―gruñí.

Fueron tan cobardes para meterse contra Lilith, pero conmigo les costaría más. Estaba suplicando para que me atacaran y así darles un merecido. No era tan idiota para atacar primero y darle un motivo al alfa de retenerme como prisionero. 

―Tranquilo, Ascian, no apliquemos la violencia. No somos animales ―ahí estaba la voz que más había odiado en los últimos años.

―Lo dice alguien que mandó a secuestrar a mi familia ―dije, sin mucha amabilidad, controlando la ira creciente de mi interior.

―Fue Lilith quien puso resistencia. No era intención de mis muchachos dañarla. ―se excusó, salió de las sombras, siempre portando su arrogancia, como la inmortal que era, la única en su especie, una loba verdadera y de sangre pura.

 Su pelo rubio y sus ojos azules le daban una perfecta combinación a la figura que tenía, podría haberme casado con ella como me lo había propuesto años atrás, con el fin de alianza. Pero siendo sinceros, parecía mi madre y yo no estaba interesado en amoríos, tampoco sentar cabeza y mucho menos para algo que sería eterno tomando en cuenta nuestra inmortalidad.

―Dígame, su alteza, ¿Qué hemos hecho mi hermana y yo? ―la ironía brotaba de mí sin que pueda evitarlo, no la temía, pero sabía de lo que era capaz.

―Han estado frecuentando a los brujos, me gustaría saber ¿Por qué? ―me agradaba que fuera directo al grano.

―Mis asuntos con los brujos no deberían interesarle en lo absoluto, señora. ―una risa exagerada escapó de sus labios, perfectamente pintados.

Jamás logré descubrir porque Rebeka odiaba tanto a los brujos.

―He escuchado sobre los sacrificios de los humanos, y también de vampiros, y se que eso está relacionado con los brujos, solo me aseguro de que no estés involucrado, cariño mío. ―víbora, ella era más una víbora que una loba. Podía manipularte con demasiada facilidad, me preguntaba si los años le habían ayudado a perfeccionar su técnica o si ya había nacido así.

―No tengo idea de los sacrificios. ―mentí― Ahora, por favor, ¿podría devolverme a mi hermana? ¿O prefiere que yo la busque?

―Mi señora ―llamó una joven voz, que interrumpió lo que sea que fuera a decirme como respuesta―. He encontrado a esta intrusa en nuestros bosques ―informó la chica. 

Rebeka volteo a ver a la intrusa, y no estaba seguro de quien fue quien se sorprendió más al verla, si ella o yo.

Quien estaba parada detrás la loba era Amara.

― ¿Cómo es posible...? ―musitó Rebeka. Su rostro lleno de confusión... como si la conociera―. ¿Cómo es que estás aquí?

―Tú... ―señaló Amara― ¿tú sabes quién soy? ―dio un paso hacia ella, la loba joven le impidió avanzar más.

―Athara... ―susurró Rebeka― ¿Por qué? ... tu hermana podría salir. ―La preocupación clara en cada una de sus palabras.

―Soy Amara. ―corrigió Amara, no desvié mis ojos de la alfa, su rostro pasó de sorpresa a rabia... y algo más.

― ¿Cómo te atreves a venir aquí después de todo lo que has hecho? ―juzgó Rebeka.

Amara agacho la cabeza con culpa, formando puños en sus manos.

―No se que he hecho, y me disculpo por el mal que parece haberle causado mi existencia ―dijo Amara, una gran culpa y melancolía acompañó el tono de su voz. Pero Rebeka ni se inmuto. 

― ¿Qué has hecho con tu hermana? ―preguntó el alfa. Había... miedo, sí, miedo en su voz, poco perceptible, pero ahí estaba.

―Yo... yo no recuerdo nada... y Nisha

― ¿Nisha? ―la cortó Rebeka― Así que Nisha está detrás de todo esto ―murmuró para si misma.

― ¿Conocías a mi Hermana? ―Cuestionó Amara. ―Creí que los vampiros eran los únicos inmortales en la naturaleza.

―Así era... ―Rebeka había retomado su voz de arrogancia― Los brujos no están permitidos en mi territorio, debes abandonarla de inmediato. ―sentenció después.

―Pero...

―Vete, Amara. No eres bienvenida aquí.

―No me iré sin Lilith. ―protestó Amara, y yo maldije internamente.

Los ojos de Rebeka se desviaron a donde yo seguía parado y una sonrisa diabólica se asomó a sus labios.

―Qué coincidencia. ―canturrió la alfa― ambos vienen por algo en común.

Nos sonrió a ambos, no muy amigablemente, lo siguiente que dijo fue aún peor:

―Encierrenlos, a ambos.

Dos grandulones me tomaron de los brazos y me dirigieron hacia los calabozos, otros dos tomaron de los brazos a Amara, quien no puso mucha resistencia.  

No dejaba de mirar a Rebeka, no con rabia... si no, con familiaridad. 


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Joooooooo, ¿que sabrá Rebeka? Tremenda alfa resultó ser. 

Gracias por  leer.

Besos con sabor a su fruta favorita. 

BRUMAS (Inmortales I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora