Capítulo 21: Calabozos.

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Capítulo  XXI: Calabozos.

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Ascian:

En cuanto el hechizo de Amara golpeó a Athara, el escudo que ella había puesto sobre Lilith y yo se desvaneció. Una luz cegadora se dirigió hacia donde estaba al instante, Lilith aún estaba tumbada, y de un salto la cubrí con mi cuerpo, el dolor incontrolable me llegó hasta los huesos, luego cesó pero Lilith y yo éramos arrastrados hacia donde ya una vez me habían encerrado. Se me era imposible moverme, luchar, transformarme... intentar protegerlas... 

Antes de que la puerta que llevaba a los calabozos sea cerrada alcance a ver como Nisha y Leyla encadenaban las manos de Athara, Amara se paseaba con suficiencia sin intervenir en nada.

Intenté transformarme, pero no ocurrió nada, ni una escama brotó sobre mi piel, uno de los brujos pareció darse cuenta de lo que pretendía y al ver mi fracaso, soltó una carcajada, tiro de mi hacia uno de los calabozos, no pude ni oponer resistencia cuando me alejaron de Lilith, y empezaron a encadenarme los brazos a cada extremo del calabozo, las cadenas se clavaron en mi piel, con un fuego abrasador. .

No pude protegerlas, a ninguna de las dos; Athara estaba arriba, con su hermana, y Lilith aún no despertaba en el otro calabozo. Había sido tan imprudente, tan descuidado, debía de suponer que esto pasaría, pero en el fondo guardaba la esperanza de que Amara no fuera lo demasiado fuerte como suponía. Aturdio a Athara con un movimiento, cuando Athara era la unica que podia detenerla. Los brujos se fueron, burlándose, dejándonos sometidos en la oscuridad.

Unos golpes se escucharon en la penumbra, no estábamos solos en los calabozos. Intenté ver a través de la oscuridad, pero era inútil. Entonces brillaron sus escamas, la luz, aunque no muy luminosa, logró darme vista a lo que se agitaba en una caja de cristal a lado de la celda de Lilith.

― ¿Carmen? ―pregunté. Dio otro golpe contra el cristal con su cola, se la veía tan incómoda, el cristal era tan pequeño para sostenerla que ella estaba doblada en una posición muy extraña. Su piel más pálida de lo habitual, golpeaba el cristal pero no con mucha fuerza. ¿Cuanto tiempo estaba así? ¿La habrían torturado? Finalmente, pegó su palma membranosa contra el cristal, sin fuerza.

―No puedo respirar ―articuló sin emitir ruido y dejo de moverse.

― ¡Carmen! ―la llamé, dando un tirón a mis cadenas― ¡Carmen!

Un golpe de Lilith bastó para romper el cristal. Se había recuperado, y estaba metida entre los barrotes aun con el puño extendido. A pesar de que lo intentó, no logró pasar hasta la celda de Carmen, y resignada se sentó en el suelo.

―Carmen, ¿Te encuentras bien? ―preguntó. Carmen tosía, recuperando el aire, sus movimientos convulsivos provocó que se hiciera algunas heridas con el cristal roto. El olor a sangre inundo el lugar. 

―Esos malditos, ―Maldijo con la voz ronca― Dejaron la caja sellada y embrujada para mantenerme con cola, he estado desmayándome cada hora por la falta de oxigeno.

Sus escamas aún brillaban y sus heridas iban sanando.

―¿Por que estas aquí? ¿Por qué te trajeron aquí? ―preguntó Lilith con urgencia.

Carmen detuvo sus aspiraciones de aire, su cola se habían transformado en piernas y desvió la mirada hacia donde me encontraba, Había culpa en sus ojos, que se llenaron de lágrimas.

―Lo siento, lo siento ―sollozó― Lo siento, de verdad... yo...

―¿Que? ―Lilith estaba rígida, mirándola como si no comprendiera, o quizá había comprendido todo, y yo era el retrasado.

―Nadé ―dijo Carmen, ignorando a Lilith― Nadé, hasta el fondo del mar, me tomo días buscar esa prisión, y lo encontré. ―volvió a buscar aire, y más lágrimas cayeron sobre sus mejillas― Amara estaba ahí. Viva. Amara estaba despierta y en cuanto me vio, me hizo no se que, pero no podía nadar, no podía... intente huir, Ascian, intente, pero su hechizo me atrapo. Ella me obligo... ―Carmen volvió a sollozar.

―¿Te obligo a que?

―Amenazó a mi Familia, Ascian. Yo no podía hacer nada. Me ordenó que les dijera que no estaba en la prisión. ―concluyó. Lilith maldijo por lo bajo y lanzó unos cuantos insultos.

―Tu trajiste los cráneos... ―murmuró Lilith, un sollozo aun mas fuerte confirmó la acusación. 

―Pero... la vimos.

―Amara no esta aquí realmente ―explicó Lilith.― He visto a brujas aparecerse, algo así como una ilusión... pero requiere un gran poder... Y nunca suele ser sólido, Amara tomó la copa...

―¿Entonces... Amara sigue en la prisión?

―Sí ―contestó Carmen― No puede salir... y esta furiosa. En cuanto les dije aquella mentira, volví al mar, pero Nisha y Leyla me capturaron y desde entonces... desde entonces estoy aquí. Y no he visto a mi familia, no se si ellos están bien... no se... ―Carmen no pudo continuar, era tal su aflicción que le costaba seguir hablando.

―Ellos están bien, Carmen... Todo estará bien, ¿De acuerdo? ―intente animarla, era culpa mía que ella estuviese pasando por esto, era culpa mía que su familia haya sido amenazada...

―Maldita... ―susurró Lilith― Todo ha sido una trampa... Todo ha sido una maldita tram... ―Lilith se detuvo, un chillido de dolor atravesó las paredes.

Un grito largo y desgarrador proveniente del piso superior.

―¡Athara! ¡No! ―tiré de las cadenas, pero estas seguían bien clavadas en la pared.

―Ascian, para, sabes que es inútil tirar de las cadenas ―grito Lilith, a través de los gritos de Athara y los míos, llamándola. ―Debemos armar un plan...

Athara volvió a gritar.

―Vamos, Hermanita, no alarguemos esto. ―decía la voz de Amara.

―Yo no lo se... No lo se. ¡¡Por favor, detente!! ¡¡Amara, no!! ―Athara soltó un gran alarido.

―Deja de tirar de las cadenas, Ascian. ¡Solo te lastimas! ¡Seras idiota!

―¡Mientes! ―Amara gritó esta vez. ― ¡Mientes!

Otro grito estremecedor... Lilith no lo entendía. El sonido de los gritos de Athara me recorrían el cuerpo peor que un dolor físico, ¿Qué importaba si las cadenas me realizaban moretones cada que tiraba de ellas? No podía soportar la idea de perderla otra vez. No otra vez... No otra vez y a causa de la misma persona.

―¿Lilith, qué tan buena eres abriendo cerraduras...? ―dijo Carmen. Ya no lloraba, aunque aún se la veía muy afligida y alcanzaba algo a Lilith, algo muy pequeño porque no lograba verlo. ―Mis escamas son resistentes como el metal, intenta abrir tu cerradura...

Lilith actuó de inmediato. Fui consciente de que los alaridos de dolor que emitía Athara también hacía que Lilith temblará de pies a cabeza, y le impedían realizar un trabajo limpio.

Y entonces los gritos cesaron.





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Gracias por leer.

Besos con sabor a su fruta favorita.

BRUMAS (Inmortales I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora