Había algo que siempre significaría un problema: la magia siempre traía consecuencias.
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Capítulo V: ¿quieres un poco de magia?
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―Es un honor estar hablando con usted ―una mujer de mediana edad tomó mis manos entre las suyas y las besó. Una extraña sensación me recorrió el cuerpo, todos parecían tomarse la molestia de ser buenos conmigo, cuando todos los que estaban fuera de aquí solo deseaban mi muerte.
―De acuerdo, todos aquí parecen verme como una deidad y algunos solo quieren arrancarme la cabeza ―me solté de su agarre, tratando de que mi gesto no se viera tan grosero con una sonrisa.
La mujer sonrió también, formando unas pequeñas arruguitas en la comisura de sus labios.
―Nadie podría matarla, señora ―aseguró, con una voz más dura que la de un principio.
Señora, ese término me hacía sentir como el bicho más extraño del mundo.
―Amara. Llámame: Amara ―la corregí, sonriendo de forma amistosa para que no me diera vueltas con que debía llamarme señora.
La chica, que esta mañana vino a arreglar la habitación, se había sentido hasta ofendida cuando le pedí que me llamara por mi nombre.
La bruja que ahora tenía frente, solo asintió.
―Existen varios tipos de brujas entre nosotros. ―Empezó haciendo un círculo con las manos, yo me sobresalte cuando una especie de espejismo se materializó frente a nosotras, como un remolino de humo rojo. Me quedé maravillada con tan solo verlo. Era un mapa. Cada extremo del mismo con un símbolo―. Cada uno tiene su aquelarre, pero yo soy una de las pocas en el mundo que es solitaria. ―murmuró, su voz sonaba relajada y sin ninguna inquietud mientras hablaba, como si su concentración solo estuviera en la magia, y hablar se le diera por sí solo―. Tenemos brujas blancas ―dijo, y el humo rojo cambio a ser blanco, mostrándome una mujer que realizaba una especie de ritual con varias plantas a su alrededor― Las brujas negras ―el espejismo cambio, mostrándome otra realidad, una donde incluían sacrificios― Las brujas rojas ―el humo volvió a teñirse de rojo, y un gran charco de sangre pareció iluminar de rojo toda la habitación. Y entonces el humo desapareció.
Las brujas negras... implicaban sacrificios en sus hechizos.
―Sacrificaron a 4 mujeres... ―no pude evitar recordar lo que Lilith había dicho.
― ¿Qué tipo de bruja soy yo? ―me dio la necesidad de preguntar, la mujer se acercó a mí a paso firme, volviendo a agarrar mis manos y mirándome con determinación.
―Comencemos activando tu magia, ―dijo, con un semblante serio, pero una voz como de terciopelo―. Cada bruja tiene una fuente de poder, solo debe ser canalizada. Las negras solo usan magia negra, así como las blancas solo utilizan magia blanca, pero ambas canalizan la tierra, el fuego, el aire o el agua, depende con cual don nacieron. Cada bruja tiene un elemento a su favor, Amara, y cada una puede traer consecuencias.
― ¿Y... con cual nací yo?
―Lo que te hace diferente a nosotras, Amara, son dos cosas, Una: es que no necesitas ningún elemento para hacer magia, tú eres tu propia fuente de poder, tú tienes magia propia que emana de cada poro de tu piel. ―no pestañeó ni una milésima de segundo al haberme dicho semejante verdad―. Y dos: tú dominas los cuatro elementos, aunque el fuego es tu mejor aliado. ¿Entiendes lo que te digo? es lo que te hace más poderosa de lo que ya eres.
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BRUMAS (Inmortales I)
FantasíaDespués de haber estado dormida durante un gran tiempo y habiendo perdido totalmente la memoria, regresa a la vida, a un mundo donde todos, si pudiesen, la matarían. Solo unos pocos pretenderán protegerla, al menos sin intereses de por medio. Era...