Capítulo 18: Amiga del mar.

3 1 0
                                    

•─: ∙:°:◦:∙•∙:◦:°:∙ :─•

Capítulo XVIII: Amiga del mar

•─: ∙:°:◦:∙•∙:◦:°:∙ :─•

Athara: 

―Ascian, dinos de una vez a quién invitaste. ―ordenó Lilith, depositando un asado de carne sobre la mesa para Ascian. 
Sus movimientos ágiles aún me sorprendían.
Lilith había hecho el trabajo sucio por mí sin que yo se lo pidiera, en el fondo agradecí que fuese igual de curiosa que yo, pues llevaba insistiendo todo el día, durante el desayuno, el almuerzo y ahora la cena,  en saber la identidad de la amiga que vendría a cenar hoy.

―Ya te dije que no la conoces, Lilith. Es inútil que te diga quién es. ―explicó Ascian. Lilith estuvo a punto de lanzarle con la ensalada que llevaba en las manos.

Me miró suplicante, para que lo intentase. Negué con la cabeza, pues sentía que aún no tenía la confianza suficiente para abordarlo con preguntas que, estaba más que claro, él no quería responder. 

Me gané una mirada de furia por parte de Lilith, y pase a ser la segunda en su lista a quién deseaba lanzarle con la ensalada, me encogí de hombros y tomé los cubiertos de la mesa para comer. Lilith con su velocidad ya cortaba su parte de carne, no necesitaba comida para sobrevivir, pero le gustaba acompañarnos en la mesa y yo se lo agradecería de por vida.
Fué entonces que se escuchó, por toda la isla, un canto melodioso, hermoso e hipnotizante. 
Tuve el impulso de ponerme de rodillas y guardar una oración a esa melodía tan divina, qué tendría que ser emitida por alguna diosa.

Ascian sonrío, ya no me parecía tan mala idea lanzarle la bandeja de ensalada encima... Si Lilith no se lo lanzaba, lo haría yo.
Una oleada de calor me invadió el vientre, había sonreído, una sonrisa hermosa y no había sido para mí. Encerré esos pensamientos en mi caja mental antes de que se apoderará de mi mente.

― ¿Ascian? ―llamó, la sonrisa de Ascian se pronunció aún más y se apresuró en salir del comedor, dejando... dejándonos a Lilith y a mí atónitas. 

― ¿De qué va este chico? ―oí susurrar a Lilith, dejo sus cubiertos sobre la mesa y llegó a abrir la puerta antes que Ascian.

―Te estábamos esperando ―dijo Ascian, invitándola a pasar.

Una mujer, con el pelo rubio, ojos plateados y realmente hermosa cruzó la puerta. Era tan alta como Ascian, con una figura despampanante que juraría que los dioses podrían inclinarse ante ella. Lilith la observaba con una mueca, como si fuese la peor cosa que ella había visto. 

―He venido en cuanto he recibido tu mensaje. ―le sonrió a Ascian. Este le devolvió la sonrisa y Lilith tuvo una arcada. 

Esperaba que yo no estuviese haciendo lo mismo. Pero sentí como mis tripas se revolvían en mi interior, indicándome que tal vez sí estaba haciendo las mismas muecas que Lilith.  

― ¿Y tú eres? ―interrumpió Lilith.

La rubia apartó la vista de Ascian para mirarla.

―Tú debes ser Lilith ―sonrió aún más. ¿Cuántos dientes podría mostrar sonriendo?

Lilith cerró la puerta de golpe y la mujer desvió la vista hacia mí. mi cuerpo se puso en alerta en cuando su mirada encontró la mía.

―Exacto. ¿Y tú eres? ―Lilith no se preocupaba en ocultar su amabilidad, y Ascian tuvo que intervenir, aunque la mujer no parecía tener problema en responder. 

BRUMAS (Inmortales I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora