Han pasado unos días desde que Dream no ha visto a George. No lo había visto desde el viernes cuando recibieron sus calificaciones semestrales. Obviamente no lo vio el fin de semana, pero el lunes tampoco, ni el martes... y así hasta que otra vez iba a ser lunes.
Si bien era bueno porque ya no tenía que discutir con George a diario, se sentía preocupado por lo que le podría haber pasado.
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George había llegado a la casa de sus padres. Las luces estaban encendidas y sacó sus llaves para abrir la puerta.
Se sentía devastado a tal punto que pensó en escapar y nunca regresar a casa. Nunca había obtenido calificaciones tan bajas. Sus notas siempre eran sobresalientes y ver que ahora estaba por debajo de un cualquiera lo hacía sentir peor. Era como si ya no fuera bueno en nada.
Abre la puerta y ve como su madre y su padre se acercan a recibirlo. Se ven más felices que de costumbre, ya que esperan ver sus brillantes notas. ¿Cómo se pondrían cuando se enteraran la verdad?
—Por un momento creímos que el tren se había atrasado —le dijo su madre—. ¿Cómo te ha ido está semana?
—Bien, madre.
—Tu hermana está en el comedor. Ve a saludarla.
George obedeció las órdenes de su padre aunque no estaba muy gustoso de ir.
—Papá dijo que...
—Puedes poner la mesa —le interrumpió su hermana.
—Sí.
Vio a sus padres llegar detrás de él para que luego se sentaran en la mesa. Se sentía nervioso por la reacción que tendrían sus padres. No sabía ni qué palabras usar.
El tenedor se cayó de sus manos e intentó agarralo por los aires, pero eso solo hizo que cayeran todos los cubiertos a su paso.
—Voy por otros —dijo al instante.
—Está actuando un poco raro —escuchó a su padre decir con tono serio—. ¿Ya le preguntaste sobre sus calificaciones?
—Aún no. Esperemos a que regrese.
Al oír eso para en seco. Ahora no parecía tan mala idea salir por la ventana y escapar para nunca más volver. No. Debía afrontarlo. Aún había una pequeñísima posibilidad de que sus padres no se molestaran.
Cruzó los dedos y fue al comedor con los cubiertos nuevos. Sus padres esperaron hasta que se sentara y soltaron la pregunta.
—Tu padre y yo estamos ansiosos por ver tus calificaciones.
—¿En serio? Creo que podríamos esperar hasta después de la cena.
—Nos encantaría verlas ahora.
—Yo creo que pueden esperar un poco más.
—George —lo llamó su padre con ese tono serio que conocía muy bien.
Se levantó y fue hasta su maletín para sacar las tan ansiadas calificaciones.
Su mano tiembla y no puede pensar correctamente. Sus padres están a su espera viendo como aún sostiene el papel, pero no se los entrega.
—¿Alguna vez no han oído la frase "una calificación no define tu inteligencia"?
—¿Eso que tiene que ver con tus calificaciones?
—Nada, solo...
—Déjame ver.
Su madre le arranca el papel de las manos y George cierra los ojos de puro instinto.
—No puedo creer lo que mis ojos están viendo —dice su madre al borde del pánico—. Nunca en toda la historia de los Davidson alguien obtuvo notas tan bajas como las tuyas.
—Puedo explicarlo.
—Explícanos.
—Perdón. No hay nada que explicar solo...
—¿Solo qué, George?
—No lo sé. No sé qué me pasa.
Las lágrimas caen por su rostro debido a la frustración y no puede hacer que paren.
—¿Por qué lloras, George? —le pregunta su padre, no como si estuviera preocupado sino de una forma molesta.
—Estoy cansado.
—¿¡Cansado de qué!? ¡Alguien que ha sacado tales calificaciones no puede estar cansado!
—Perdón.
—Disculpándote no vas a mejorar tus calificaciones. Ve a tu habitación. Subiré en un rato y te voy a tomar una lección de todo.
—Es demasiado, padre.
—El tiempo corre, George.
Sube a su habitación y repasa todas las guías desde la primera a la última. Lee una y otra vez sin poder entender nada. ¿Es que tanto tiempo sin estudiar lo había vuelto estúpido!
—Vamos, George, concéntrate —se decía así mismo.
No había pasado ni treinta minutos cuando ve a su padre asomarse por la puerta.
—¿Estás listo, George?
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Justo en ese momento en el que cree que George no volverá hasta la próxima semana, lo ve abrir la puerta. No dice nada y solo se tira en su cama.
—¿Estás bien? —le pregunta Dream y no hay respuesta—. No sé si te hayas dado cuenta, pero has faltado toda una semana. No recuerdo que hayas faltado alguna vez antes.
—¿Cuál es tu problema? —suelta en un tono tosco.
—Estaba preocupado por ti.
—No necesito tu lástima.
—Lo sé. Ya me lo has dicho varias veces... ¿Quieres ser mi amigo?
George se ríe y Dream siente una paz interior al escucharlo.
—¿Estás drogado? ¿Por qué querría ser tu amigo? Eres la persona que más odio en este mundo.
—¿Estás seguro?
—...Sí.
—Si no quieres ser mi amigo voy a pensar que eres homofóbico.
—Eso no tiene sentido.
—Te besé.
—Y fue asqueroso.
—Tanto que no te apartaste. Vamos, George, te conozco desde hace años. Puedes decirme si los chicos te parecen atractivos.
—Eso es tan malditamente asqueroso.
—¿Por qué?
Dream se tira encima de George y este se queja del dolor.
—No es natural.
—Entonces el plástico te parece asqueroso.
—¿Qué?
—No es natural.
—No me refería a ese tipo de natural.
—Claro. ¿Si no te atraen los hombres por qué te excitaste cuando te besé?
—No sé. Estabas muy cerca y me incomodabas.
—¿Solo te incomodaba?
—¿Por qué insistes tanto en el tema?
—Tal vez porque me gustas.
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aRe YoU sAtIsFiEd¿ (Dreamnotfound)
FanfictionDesde siempre ha existido una rivalidad entre Dream y George. No soportan ni mirarse e intentan interactuar lo menos posible con el otro. Creyeron que no verían al otro después de la secundaria, pero resulta que ingresaron a la misma universidad y t...