-Y eso es todo.- finalizó Olga.
Estaba sin palabras, ¿cómo no estarlo? Viviría en un palacio de unas 1.500 habitaciones, cada una de ellas llenas de riquezas y lujos. Interaccionaría con la familia real a diario, vería en primera persona a esos hombres poderosos que solían aparecer en los periódicos. Me podría hacer muy amiga de las Grandes Duquesas: guardar sus secretos, lucir sus joyas y posar juntas en fotografías. Pasaría las vacaciones en El Palacio de Alejandro con ellos y viviría una vida de aristócrata. ¡Sería una Románova! Y lo mejor de todo, vería a papá.
Quizás puse muchas expectativas, pues era una simple profesora, pero era imposible no imaginar una vida como la de ellos. Nikita Románova sonaba genial.
- Es increíble, de verdad.- no podía dejar de mirar a mi alrededor.
-Me alegro que te guste.- confesó la mayor.
- Tu cuarto está en la segunda planta, ya han colocado tus pertenencias.-indicó Tatiana.
Yo asentí aunque mil preguntas estaban en ese momento atacando mi mente.
¿Cómo sabría cual de las casi 500 habitaciones que se encontraban en esa planta me pertenecía?
-Perfecto.-respondí. Ya encontraría la habitación más tarde.
-¿Sabéis que estaría genial?- habló el pequeño.
-No.- respondió Anastasia.
- ¿Qué?- respondimos los demás.
- Conocernos.- soltó.
-¿Trece años siendo tu hermana y no me conoces?- bromeó Anastasia y el niño rodó los ojos.
- Me refiero a ella.- me señaló.- Quiero conocerla.
La idea me gustaba así que sonreí ante sus palabras.
- Alexéi, debe estar muy cansada.- dijo casi en un susurro María.
-Sí.- dijeron al unísono bastante apenadas las dos mayores.
- ¡No!- solté rápidamente.- De verdad no estoy cansada.
Pude ver como la cara antes entristecida de Aléxei se iluminaba y como Anastasia sonreía.
- De verdad es lo que más querría en estos momentos.- confesé, pero mentía.
¿Y papá?
-¡Yo también es lo que más deseo!
Anastasia me agarró de la mano y me arrastró por todo el palacio. Los demás nos seguían bastante extrañados.
- ¿A donde vas?- preguntó Tatiana.
- Al jardín.- respondió la niña.
Entonces, la pequeña de ellas empezó a correr sin soltarme, lo que hizo que tuviera que aumentar mi ritmo.
-¡Esperadme!- gritó el niño.
-Alexéi, cuidado.- advertía Olga.
María, Tatiana y ella también nos seguían, pero su ritmo era menor por lo que las terminamos dejando atrás.
No hablamos más hasta llegar, pues Anastasia estaba lo suficientemente concentrada en no romper nada importante.
-Vamos ven.
La niña me guió hacia una parte del jardín donde había una mesa y varias sillas.
-Yo me siento aquí....- se sentó.- Y tú ahí.
Señaló con su dedo la silla que estaba en el otro extremo. Sin ninguna palabra, acaté sus ordenes y me senté. Poco después llegó Alexéi y se sentó a mi lado. Cuando las tres mayores llegaron, ocuparon las sillas restantes : María a mi izquierda y las dos mayores a cada lado de Anastasia.
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ENTRE DOS BANDOS
Historical FictionLa Rusia zarista. Nikita, una joven española, es enviada hacia Rusia con su padre. Causará gran revuelo en el pueblo ruso por su increíble inteligencia y facilidad de enseñar español. Nicolás II, al oír esto, aceptará que la adolescente imparta cla...