Tenía entre mis manos la libreta marcada con mis iniciales.
Era una bonita mañana y la tenía libre, por lo que me vestí rápidamente y pensé en ir al jardín.
Estaba cerrando la puerta de mi habitación cuando alguien pasó por mi lado sin ni siquiera saludar, al girarme vi que era Alexéi.
Me estiré hacia él para agarrar su brazo y así pararlo.
Él me miró un poco avergonzado.-Quería pedirte disculpas.- confesé honestamente.
Él empezó a negar con la cabeza y jugueteó con sus dedos.
-No, yo debería pedirte disculpas a ti.
¿Por qué?
-No debí decirte eso.- volvió a hablar.
-No, no te disculpes por algo así.
Era cierto, no había nada por lo que pedir perdón, ¿acaso había hecho algo malo? La respuesta era clara: No.
-Te hice sentir incómoda.
Yo tragué saliva. Dios mío, no podía darle una respuesta a Alexéi ya que ni yo sabía lo que había sentido ayer.
-Yo,-bajé la mirada.- no sé lo que sentí.
Él me miró a los ojos.
-¿A qué te refieres?- estaba ansioso por tener una respuesta.
Yo empecé a jugar con mi anillo, cambiándolo de dedo una y otra vez. Estaba muy nerviosa.
-No lo sé.
Y era verdad, no sabía nada.
-Niki...
Por el pasillo pasó una sirvienta y ambos la miramos.
-Vamos a un lugar más privado para hablar.- me sugirió el chico.
Dudé en aceptar, estaba muy confusa, pero finalmente fui.
Nos sentamos en el jardín trasero, el cual siempre estaba vacío. Todo estaba muy tranquilo, solo estábamos él y yo.-¿Podemos hacer como si nada hubiera pasado?- preguntó.
La situación era tan extraña que quizás eso fuera lo mejor.
-Quizás.- respondí sin mirarlo.
-¿Quizás?
-Sí, quizás.
Él frunció su ceño.
-¿Por qué quizás?
Lo miré.
-Porque quizás yo también sienta lo mismo.
Sus ojos se llenaron de un brillo extraño pero increíblemente bello. Parecían de porcelana.
-¿De verdad?- tartamudeaba.
Yo me encogí de hombros y afirmé con la cabeza.
-Pero, ¿de qué sirve sentirlo?
Alexéi acercó su silla a la mía y agarró mis manos delicadamente.
-Explícate, por favor.- suplicó con una mirada bastante encantadora.
Yo suspiré, sabía que se iba a molestar.
-Pues que tú eres el zarevich.
-Yo soy Alexéi, solo Alexéi.
-Alexéi el zarevich.
-Para ti, solo Alexéi.
Yo negué.
-Y yo una simple profesora.
-Y tú Niki.- él hablaba casi a la misma vez que yo, restándole importancia a el asunto.
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ENTRE DOS BANDOS
Historical FictionLa Rusia zarista. Nikita, una joven española, es enviada hacia Rusia con su padre. Causará gran revuelo en el pueblo ruso por su increíble inteligencia y facilidad de enseñar español. Nicolás II, al oír esto, aceptará que la adolescente imparta cla...