Al llegar a la plaza de Petrogrado, el frío se sintió más real y el miedo de no estar resguardados por miles de guardias en un palacio creció. Kolya no paró de agarrar mi mano durante todo el trayecto, viendo si había peligro y apartando a la gente de nuestro camino.
Las personas de nuestro alrededor eran muy diferentes, podrías ver perfectamente a un rico y gordinflón burgués de ropajes caros y joyería delicada y a unos escasos metros detrás de este, a una mujer raquítica y sucia con dos niños de no más de tres años agarrados a su enagua, la cual, junto a una amarillenta camisa, era lo único que vestía. Mientras que el burgués pedía el periódico para leer qué sucedía en Inglaterra, la campesina pedía leche para sus hijos.
Al estar pendiente de cómo lucía la gente, no me di cuenta de que Kolya había parado y choqué con él.
-¿Por qué paras?- pregunté molesta por el golpe que me había llevado.
-Hay una huelga, no podemos pasar, es peligroso.
-¿Por qué protestan?
Kolya se puso de puntillas y logró ver una enorme pancarta que abría la huelga.
- "El pueblo ruso está hambriento y furioso."- leyó.
Después, miró a nuestro alrededor y logró ver otro cartel, esta vez un poco más pequeño, por lo que se subió a las rejas de una fachada e hizo el esfuerzo de leerla.
-"El zar ha abandonado a su pueblo."- volvió a leer.
-Eso es mentira, el zar nunca abandonaría a su pueblo.
Kolya se bajó de un salto y se sacudió las rodillas.
-¿Crees que el zar es el culpable de todo esto?- consulté dudosa.
-No lo sé.
En ese instante, una niña de apenas diez años pasó por nuestro lado.
-¡Oye, tú!- Kolya la agarró del brazo.- ¿Sabes por qué en ese cartel pone que el zar nos ha abandonado?
La niña nos miró aterrada.
-No puedo hablar de esto, es peligroso.- respondió.
La muchacha intentó huir pero mi amigo no soltaba su agarre.
-¡Suéltame!- gritó molesta y un poco asustada.
-Responde a la pregunta y te soltaré.- ordenó el niño.
-¡No lo sé, os juro que no se nada!
-¡Mentirosa!
-¡Es verdad!
En ese instante no sabía que hacer, Kolya estaba forcejeando a la chica y ella se encontraba un poco asustada. Yo observaba la escena con mis manos refugiadas en los bolsillos del abrigo cuando mis dedos tocaron algo frio y sólido. Rápidamente lo saqué y me apresuré a acercarme a los dos, poniéndome en el medio y mirando a la chica con la moneda entre mis manos.
-¿Nos lo dirías por un rublo?- pregunté sonriendo.
Ella miró la moneda y después a Kolya, al cual le soltó un codazo y se soltó de su agarre.
-Mi padre dice que el zar es un ser maligno y ambicioso que vive rodeado de lujos y se ríe de las desgracias que vivimos.- contó finalmente.
-Pero eso es mentira.- replicó mi amigo.
-¡Claro que no!- la niña arrugó su ceño.- Todo el mundo sabe que estamos desamparados.
-El zar si ayuda al pueblo, seguro que pronto esto acabará.-le comuniqué.
ESTÁS LEYENDO
ENTRE DOS BANDOS
Historical FictionLa Rusia zarista. Nikita, una joven española, es enviada hacia Rusia con su padre. Causará gran revuelo en el pueblo ruso por su increíble inteligencia y facilidad de enseñar español. Nicolás II, al oír esto, aceptará que la adolescente imparta cla...