Capítulo 16

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-¡Ya le he dicho a mamá mil veces que no me gusta este vestido, y menos si los combina con estos feos zapatos!- a paso firme se dirigió a verse en el espejo.- Es que miradme, ¡parezco una muñeca diabólica! 

Todas se miraron entre ellas esperando a que Nastya terminara su monólogo.

-Os juro, que pienso vengarme de la persona que creó esta fealdad.- habló levantando su mano y apuntándonos.-  ¿Por qué a mí? ¿Por qué no pudo crearlo para otra niña? ¿Por qué mamá me obliga a llevarlo? 

La niña se tiró al suelo de rodillas y dramáticamente se tapó la cara.

-Soy la persona con más mala suerte del mundo...

Olga se levantó al oír eso y la puso en pie de un fuerte tirón del brazo.

-¿Cómo te atreves a decir eso?- regañó la mayor.

Anastasia la miró de arriba a abajo rápidamente y no le contestó.

-¿Sabes acaso como está la gente en Rusia?- hizo una pausa.- ¿Lo sabes?

La pequeña tampoco respondió, pues cuando se enfadaba parecía que sufría un encantamiento que la hacía muda.

Mientras, Tatiana miraba su libreta de latín muy confusa, creyendo que su traducción era errónea.

-Vulpes pilum mutant...- susurraba una y otra vez para ella.- vulpes pilum mutant...

Al igual que Tatiana, María tampoco atendía a la conversación. Estaba sentada en una pequeña silla de madera junto a la ventana mientras acariciaba con las yemas de sus dedos el cabello rizado y cobrizo de su muñeca de porcelana, muñeca que quería con toda su alma, pues Amy era la única que realmente la entendía. La niña tarareaba y mecía sus pies de lado a lado, por lo que dio a entender que estaba totalmente sumergida en su mundo y no era consciente de la disputa.

Yo sí estaba escuchando, pero para ser sinceras, muy poco, ya que tenía mi libreta delante y con una pluma garabateaba corazones y flores, supongo que todo síntoma del amor.

-¡Anastasia te estoy hablando!- gritó Olga.

-¿Qué quieres?- gritó ahora también la pequeña.

-¿Cómo te atreves a quejarte de un vestido?

-Porque lo odio, es horrible e incómodo.- respondió.

-Da gracias a Dios de que tienes ropa, hay gente que ni siquiera tiene pan para comer.

Lo que Olga decía era totalmente cierto, era la única que sabía lo mal que se encontraba el pueblo ruso en esos momentos, los demás, vivíamos dentro de una burbuja de comodidades y lujos que nos hacían ciegos a la realidad.

-¿Y tú cómo sabes eso?- preguntó Nastya de brazos cruzados.

-¿Que cómo lo se?- soltó una carcajada irónica.- Porque soy la única al parecer que veo que algo no está bien.

Ahora Olga nos miró a las demás y, al ver que no respondíamos, llamó nuestra atención.

-¿Ves? Justo actuáis como ahora mismo.- negó con la cabeza.- Mientras que Anastasia y yo discutimos, vosotras estáis felizmente sumergidas en vuestro mundo.

-¿Feliz? Estoy estudiando latín, Olga.- respondió en tono bromista Tatiana, la cual solo había oído las últimas palabras de su hermana.

Todas la miramos y el cuarto se quedó en silencio.

-¿He dicho algo malo?- volvió a hablar.

-Gracias por escucharme, hermanita.- expresó Olga con una clara ironía.

ENTRE DOS BANDOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora