No son necesarios más de 10 minutos con un papel y lápiz, para generar un texto quejándome de lo que nada vale, de actitudes y decisiones, de verdades y sin sabores, de la gente y el valor que cada uno merece, de sus sonrisas y falsas promesas que promulgan adrede. De amistades por conveniencia y de todos esos falsos que te buscan según su necesidad, su emergencia; de todos esos que te besan cuando estás de frente, pero das la espalda y siente como te duele, a traición, sin pensarlo dos veces, cuando caminan y en tu espalda clavan el cuchillo que siempre afilan. Pero no solamente son las personas, también es todo aquello que la sociedad conforma, caníbal, con hambre y muy poco resiliente, que juzga al extraño, simplemente porque a él no se parece, que señala lo que ve pero no capta lo que se siente, lo que duele, lo que se entiende de cada comentario, que habla sin filtros que porque tiene el dogma como respuesta. Hay muchas cosas que nos faltan como personas, hay que pensar en que cada uno es una cosa, distinta, con ideas y con valores diferentes, que no todos tienen los mismos gustos o fue educado por los mismos, con los mismos, con los de siempre, con los que la famosa tradición precede. En fin de adentro hacia afuera, mirando lo que soy para no hablar de lo que ofrezco. No es un título, es la educación.